Pelusa: de Fiorito al mundo entero
Por Manuela Bares Peralta
Ningún documental es capaz de retratar una vida tan inabarcable como la del Diego, así que esta nota fue un intento imposible, una excusa más para desahogarme. Me agarró una aversión al análisis y a la imposición de explicar lo inexplicable. Esa aversión, la suplanté por escribirlo, leerlo y mirarlo a través de los ojos de la gente que sólo quiso despedirlo, y terminé por convencerme de que el mejor documental sobre Diego son las imágenes de las alegrías y emociones que sembró en todos nosotros.
Elegí un documental cortito, un pequeño extracto de la vida de antes, la del potrero rodeado de calles de tierra, casas bajas y descampados. Una geografía apenas resumida del lugar donde se edificaron los sueños y donde, desde una casa humilde, trazó el horizonte de su propia grandeza. Ese no es Diego, es sólo un atisbo. Quedan pendientes los Mundiales y su mirada madura sobre el mundo. Falta el Diego que hablaba de política sin intermediarios y de frente, el Diego zarpado, contradictorio e incómodo. El Diego artista de una época destinada a perdurar en el tiempo, a seguir haciéndonos felices aun en la pérdida.
Pero el Diego de los inicios, el que exportó al mundo una pasión irrefrenable por el fútbol está acá, resumido, quizás, con sabor a poco. Pero, con la tristeza aún a cuestas, es un inicio. Una forma de contarlo sin la necesidad de explicar lo inexplicable, sin la intención de querer explicarnos a nosotros mismos nuestras propias tristezas, alegrías y contradicciones.
Este es el documental del recorte, el de la edición sin análisis, sin intención de ser narrada como una expiación o justificación al nudo de felicidad que sembró sobre nosotros Maradona. Simplemente, es una forma de sobrellevar la orfandad y la tristeza de una época donde despedirse nunca es fácil. Pero, a veces, para empezar, eso alcanza.
El documental se encuentra disponible en Flow.