Romper los límites: los 9 sistemas que indican el riesgo de desestabilizar el planeta
Por Diego Moneta
En el marco del debate sobre modelos de desarrollo y sostenibilidad que se vienen planteando desde la Agencia Paco Urondo, también vale la mención de propuestas que surgen o se difunden desde las plataformas de streaming, en este caso Netflix. Después de Seasperacy, la nueva producción de Netflix es Breaking Boundaries: The science of our planet (Romper los límites: la ciencia de nuestro planeta, en español), estrenada el 4 de junio, previo al Día del medio ambiente. En la misma línea, podría enmarcarse Punto de no retorno, trabajo audiovisual reciente de Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.
El documental, a lo largo de sus 75 minutos, se centra en los nueve sistemas ecológicos delineados por el científico sueco Johan Rockström, que en caso de superar los umbrales planteados llevarían a la desestabilización del planeta, provocando que la vida ya no sea sostenible. La dirección está a cargo de Jonathan Clay y la narración de David Attenborough, quien ya tiene su propia obra en la plataforma. La idea de llevarlo a la pantalla surge años después de que desestimaran en Naciones Unidas las propuestas del Convenio sobre Diversidad Biológica, al que Rockström fue invitado en 2013.
Romper los límites comienza explicando el tránsito, en materia de eras geológicas, del holoceno al llamado antropoceno, dominado netamente por actividades humanas asociadas a la industrialización y al excesivo uso de recursos. De los nueve umbrales establecidos por Rockström, en su mayoría cuantitativamente, ya se han sobrepasado cuatro. Cada uno repercute en otros, impulsando o disminuyendo el riesgo. Al mismo tiempo, plantea que vivimos la década determinante para actuar antes de perder toda posibilidad.
De esta manera, los nueve sistemas clasificados, según su nivel de alerta verde (seguro), amarillo (riesgo) y rojo (peligro), son: Cambio climático, biodiversidad, liberación de entidades nuevas, aerosoles atmosféricos, océanos, ciclo del nitrógeno y del fosforo, agua dulce, uso del suelo y capa de ozono.
Para el científico sueco las dos cuestiones en las que peor estamos son la pérdida de biodiversidad y en lo que respecta al ciclo del nitrógeno y del fósforo, estos últimos nutrientes claves para los seres vivos. Más allá de los procesos naturales por los cuales se generan, las actividades humanas no los incorporan a cultivos sino que una gran parte se emite a la atmósfera y sobrecarga cursos de agua hasta pudrirse.
En las otras dos áreas donde hay riesgo es en el cambio climático, a partir de las altas temperaturas de la Tierra, y en el uso del suelo. Las modificaciones que se dan a través de la deforestación contribuyen al cambio climático, a la degradación de ecosistemas y a la pérdida de biodiversidad. La cuestión pasa por restaurar más bosques de los que se pierden, y no todo el mundo está pudiendo lograrlo, por lo que en general el saldo año a año es negativo. La importación de los países más ricos es un factor a tener en cuenta.
Por otro lado, hay algunos que todavía no están correctamente cuantificados, con lo cual no se ha podido determinar todavía su condición. Primero tenemos los aerosoles atmosféricos, que refieren a partículas suspendidas en la atmósfera, provenientes de actividad volcánica, desiertos y labores humanas, en aumento desde la revolución industrial. Luego, la liberación de entidades nuevas apunta a sustancias tóxicas de larga duración emitidas por diligencias humanas que, aunque sabemos sus efectos sobre la salud, como en el caso del plomo, no existe certeza sobre su límite a nivel global.
Por último, hay tres sistemas que arrojan buenos parámetros. Aunque por el momento no represente un problema, el consumo de agua dulce de manera insustentable se ve agravado por la escasez que producen los cambios en el clima. En la misma línea, la acidificación de océanos, a partir de la absorción de gases efecto invernadero, altera el funcionamiento de ecosistemas, por ejemplo a través del blanqueamiento de corales. El indicador que sirve como punto de partida para estabilizar el planeta, ya que es el único sin tendencia a mayor riesgo, es la capa de ozono, cuya afinación se revirtió a través de la cooperación internacional establecida en el Protocolo de Montreal en 1987. Si bien el resto de los sistemas son más complejos, esto hace pensar que también pueden mejorarse.
Si vamos al análisis de aspectos narrativos y cinematográficos, la concentración puede perderse un poco entre raros efectos visuales y música histriónica. El relato se apoya mucho en metáforas para enfatizar la gravedad de la situación, llegando al punto de hablar de "amigos y enemigos planetarios". Además, compara pasajes de la vida del científico con lo que ocurre en la actualidad de Suecia.
La manera de visualizar tanta metáfora complica su desarrollo, apelando mayormente a imágenes de humanos indistintos, generadas por computadora, caminando por las escalas de riesgo según colores. La información puede resultar interesante y crítica, pero el mensaje casi se pierde, lo que perjudica la sentencia del documental acerca de los pasos a seguir: para ellos, el problema está claro y sólo hay que actuar, cuando en realidad, más allá de voluntades, faltan consensos entre los actores en general.
Por otra parte, Rockström apunta que hasta las personas egoístas asimilarían el planteo, ya que considera “respetable” su posición, cuando los casi dos años de pandemia nos demuestran que nadie se salva solo. Romper los límites no deja clara una respuesta colectiva y, para colmo, excluye el rol de los Estados. En la exageración, ya sea de metáforas o de escenarios posibles, que van desde un futuro estilo Mad Max a una estabilidad que elimine el conflicto, radica el principal problema de esta producción.
La propuesta general del científico sueco radica en la generación de una economía circular, que evite la cultura del descarte, y de esa manera enmarcar el modelo de crecimiento en torno a la sustentabilidad. Para ello, hay que poner en discusión los controles, el papel de los organismos y la reducción de daños. Los debates están abiertos y de los mismos deben participar todos los actores y colectivos sociales si queremos llegar a una solución.