Slow Horses: el club de los espías rechazados
Slow Horses es un thriller de espías basado en la serie de novelas “Slough House” del escritor británico Mick Herron. La tira de Apple TV+ narra el día a día de un grupo de agentes “castigados” del MI5— el servicio de inteligencia inglés— que, por distintos motivos, fueron enviados a “La Ciénaga”— Slough House en inglés—. La misma es una especie de purgatorio donde van quienes muchas veces cometieron un error o fracasaron en alguna misión y se les ofreció dejar el servicio o continuar trabajando en esta segunda línea.
El nombre de la serie es como se le llama a estos agentes— a raíz de un juego de palabras con el nombre de la base en inglés, Slough House— y es una primera pista de cómo son percibidos por el resto: lentos, torpes, fracasados. “La Ciénaga” está a cargo de Jackson Lamb (Gary Oldman), una vieja leyenda del MI5 que, como la mayoría de los slow horses, no sabemos cómo o porqué terminaron allí, pero sospechamos que fue por alguna especie de castigo. Parte del atractivo de la producción, de esta manera, es conocer al grupo disfuncional de agentes que están atrapados en este lugar, su pasado, sus historias y si logran trabajar en equipo y demostrar que están a la altura del MI5.
Su otro gran atractivo es que vuelve a los espías ingleses pero sin el glamour de James Bond. Son detectives “de a pie”, rechazados del sistema mainstream, “laburantes de la inteligencia”. La serie le trae territorialidad a un género muy acostumbrado a los grandes despliegues de herramientas, escenas de acción y, sobre todo, de trajes, cócteles, galanes y mujeres hermosas. Slow Horses narra el día a día de los trabajadores más bajos de la cadena alimentaria en el mundo del espionaje.
Su tono gris representa muy bien el lugar de los hechos, Londres, pero también la precariedad del entorno de los protagonistas y su estado de humor. Todos los que llegan a La Ciénaga están rotos, perseguidos por el fantasma de sus fracasos pasados, viven en departamentos tan deprimentes como su base de operaciones y están sólo un poco menos amargados que su jefe. Lamb es el alma de la obra, el típico estereotipo de viejo amargado, borracho y enojado con el mundo pero con un talento que iguala su reputación y le permite salirse con la suya— al mejor estilo Doctor House—. La diferencia es, quizá, que— en el fondo— se preocupa mucho por los agentes a su cargo, a pesar de que viva recordándoles que son unos inútiles y unos fracasados.
Más allá de la brillante interpretación de Oldman, la serie utiliza bien todos los condimentos del género. Tiene una gran historia de misterios y conspiraciones, personajes queribles, rivalidades y juegos de poder pero, sobre todo, destaca la cuestión del espía de segunda, con pocos recursos, que se equivoca y falla, donde cualquier cosa puede pasar. Los personajes— como sucede, por ejemplo, en Succession— son todos problemáticos, fallidos, humanos y eso impregna toda la historia.
Con tres temporadas en su espalda y una cuarta a estrenarse el 4 de septiembre, Slow Horses ya demostró ser más que un pony de un sólo truco. Construyó un mundo y una trama que se sostiene en el tiempo, con una historia sobre el fracaso y cómo aprender a vivir y sobreponerse a eso, sobre probarse a uno mismo y a los demás, que se puede parar de igual a igual con la competencia en un género que ha sabido tener grandes exponentes. Si les gustan las series de detectives, misterios y engaños, los juegos de poder y las historias con giros sorpresivos en cada esquina, Slow Horses y su banda de rechazados es para ustedes.