Tenet: cuando la idea le gana a la historia
Por Marina Jimenez Conde
La última película del director Christopher Nolan tuvo su estreno mundial en agosto del año pasado, tras postergarse varias veces la llegada a los cines debido a la pandemia por COVID-19. Latinoamérica quedó excluida del circuito de distribución en ese momento, y en Argentina están aguardando la reapertura de las salas de cine para largar a uno de los pesos pesados con el que se espera atraer al público.
Las grandes pérdidas económicas que trajo el coronavirus afectaron también a la industria cinematográfica. Esto llevó a compañías como Warner a anunciar que, durante el 2021, sus estrenos se harían tanto en las salas de cine, como así también por la plataforma de streaming HBO Max (que no está disponible en Latinoamérica aún), tal como hizo con Mujer Maravilla 1984. Uno de los que mostró su enojo ante la decisión fue el mismísimo Nolan, argumentando que la empresa tomó la decisión de forma unilateral, cuando muchos de estos films fueron pensados para llevarse a la pantalla grande.
En Argentina, la fecha de estreno de Tenet estaba prevista para el 14 de enero, pero aún hoy no se sabe cuándo verá la luz. Con los protocolos ya en marcha, se espera que las salas retomen la actividad en febrero y que se lancen títulos importantes como este un poco más adelante, con el circuito ya aceitado. Por lo que ya podremos estar más cerca de saber si el coronavirus afectó para siempre la forma de consumir cine, o no.
El recurso técnico por encima de lo narrativo
Tenet no se terminó de estrenar del todo, pero ya empezó a generar controversias entre quienes la aclaman y quienes la critican. Nolan, una vez más, pone al tiempo como eje principal, dando vuelta el principio de la física de causa-efecto, para mostrar cómo lo que en teoría ocurre en el futuro termina siendo el inicio del pasado. De esa manera, por ejemplo, se puede realizar un disparo en el que la bala salga de donde estaba incrustada y retorne a la recámara de un arma.
Así como en su segundo film, Memento, el director contaba parte de la historia en retroceso, este recurso narrativo se transforma en Tenet en el argumento de la película. Un gran despliegue técnico hace que veamos disparos, peleas, bombas, explosiones y edificios derrumbarse en reverso, mientras otra parte de la misma escena sigue en la dirección normal. Es todo un reto distinguir cada cosa.
Al revisar la filmografía de Nolan, se podría decir que este trabajo está entre la citada Memento e Inception. Sin dudas más cercana a esta última desde lo visual y en el armado de los escenarios, pero también por la velocidad e intensidad con la que pasan los hechos. No hay lugar para respiros ni descansos, y prima la acción por sobre todo. Ese ritmo frenético de su antecesora hacía que, probablemente, para entenderla por completo había que verla más de una vez. En Tenet provoca la sensación de que habría que ver la película en cámara lenta, con lo fascinante, abrumador y molesto que puede resultar esto.
El mismo consejo que le da la científica que le explica las anomalías espacio-temporales a El Protagonista —se llama así el personaje principal que encarna John David Washington—, vale también para la audiencia: no trates de entenderlo sino de sentirlo.
Y ahí es donde falla Tenet. Nolan puede ser uno de los mejores directores de ciencia ficción, usando teorías científicas que llevan al límite la imaginación, generando escenarios espectaculares y poniendo a prueba la cabeza del público más de una vez, pero no puede lograr nada significativo sin una buena historia detrás.
Es cierto que Memento no sería memorable sin el impacto que genera contar los hechos de adelante para atrás. Pero el recurso técnico está puesto a disposición de un relato denso y oscuro, con un mensaje impactante. Interstellar, otra de las películas reconocidas de Nolan, muestra los viajes a través de los agujeros de gusano y la quinta dimensión. Sin embargo, lo realmente importante no es la teoría de la relatividad, sino saber si el personaje de Matthew McConaughey se va a reencontrar con su hija.
Incluso Inception, con la fabulosa idea de los sueños dentro de otros sueños, y el mismo desarrollo vertiginoso, se ancla en el vínculo entre el personaje que interpreta Leonardo Di Caprio y su esposa. De lo contrario, que un tótem deje de girar o no nunca hubiera generado tanta preocupación.
A Nolan no se le pueden reprochar cuestiones respecto a la concordancia del guión de Tenet, por más que algunas ni siquiera se lleguen a entender del todo. Pero sí que, más allá de la propuesta de traspasar los límites del espacio-tiempo y de un buen trabajo desde lo visual, no hay desde dónde dejarse llevar.
El villano ruso que intenta destruirlo todo y tiene acorralada a su esposa tiene pocos matices que ofrecer. Y El Protagonista es un protagonista sin historia de vida, que quiere salvar al mundo mientras establece un vínculo predecible con la mujer de su enemigo. Tal vez Nolan tenga que recordar que, más allá de lo complejo, de la espectacularidad y de la técnica, seguimos queriendo que nos cuenten una historia.