Westworld y la guerra contra el sistema
Por Agustín Mina
En 2016, cuando se acercaba el final de Game of Thrones, HBO estrenó la serie que, más tarde, debería ocupar su lugar: Westworld. La serie de ciencia ficción, inspirada en la película de Michael Crichton del mismo nombre, comenzó a intercalarse con Game of Thrones, buscando captar esa audiencia que quedaría varada cuando llegara el final en 2019.
Hoy, con tres temporadas en su haber, Westworld se convirtió en una serie indispensable para cualquier fanático de la ciencia ficción y sus distopías. Fiel a la marca de calidad de HBO y con un elenco de primer nivel que incluye a Anthony Hopkins, Ed Harris y Evan Rachel Woods. Recientemente, se sumó Aaron Paul.
A cargo de Jonathan Nolan —hermano del famoso director Christopher Nolan— y Lisa Joy, la trama de Westworld transcurre en un parque temático que simula ser el viejo oeste. Es el año 2050 y la tecnología ha avanzado mucho. El mejor ejemplo de esto es la principal atracción del parque, sus androides —los “hosts” (huéspedes)—, cuyo rol es darle vida a la simulación.
El éxito del parque radica en sus androides. Realistas por dentro y por fuera, al punto que es casi imposible distinguirlos de un humano. Esto hace a la experiencia de los visitantes mucho más realista, porque es fácil para ellos olvidar que están lidiando con máquinas.
La serie tensiona sobre la premisa filosófica que han explorado otras historias del estilo como Blade Runner (Ridley Scott) y Yo Robot (Alex Proyas). Cuando los androides se vuelven tan realistas, tan cercanos a nosotros, cuando piensan y sienten, aman y sufren, ¿qué los diferencia realmente de nosotros? ¿El metal del que están hechos?
La trama se desarrolla sobre esta premisa, con los androides presos de las historias que los creadores del parque han escrito para ellos, víctimas de los abusos y la violencia que sufren a manos de los visitantes y obligados a revivirla todos los días. Hasta que un día digan “basta” y se rebelen contra sus creadores, contra nosotros, y nos exijan gozar de nuestros mismos derechos, del derecho de existir, de ser reconocidos.
Lo que en el papel es una experiencia interactiva del viejo oeste, en los hechos es un escape para los millonarios del mundo, que pueden liberar estrés matando y violando a diestra y siniestra, con todo el realismo de hacerlo en la vida real, a personas reales, pero sin las consecuencias: son androides que están ahí para vos, pagaste la entrada para hacer lo que quieras.
Rápidamente, vemos como el atractivo del parque está menos en sus distintas narrativas y la experiencia de una aventura en el viejo oeste, y más en el componente de ejercer la violencia libremente, con seguridad y sin consecuencias.
La historia de Westworld, que está plagada de intrigas y misterios, que juega constantemente con la idea de no poder distinguir a los humanos de los androides, es, en esencia, la historia de todos los que han tenido que luchar por su derecho a existir, rebelándose contra un sistema que los niega, los excluye y los mata.
Trailer de la 3ra temporada, cuidado con los spoilers.