Wos y Trueno para la victoria del proletariado porteño

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Wos y Trueno para la victoria del proletariado porteño

27 Agosto 2022

Este martes 23 de agosto por la noche se celebró la 24° edición de los Premios Gardel en el Movistar Arena. Acudió todo el mainstream musical del país. Se destacó el Wos (Valentín Oliva), quién se llevó el Gardel de Oro y arrasó en 6 de las 8 categorías en las que fue nominado. También estuvieron presentes Trueno (Mateo Palacios Corazzina) y Ca7riel (Catriel Guerreiro), que se llevaron a casa tres y una estatuilla respectivamente. Las - cada vez más - mujeres presentes fueron Nicki Nicole, Cazzu y Chita, entre otras.

Además de registrar una sensible baja en la edad de los galardonados, la mayoría de las y los artistas premiados en esta edición pertenecen al género urbano (trap, freestyle, rap, hip hop y otras hierbas). Esta movida desplazó al manyado rock nacional de la escena, aunque lo mantiene presente en su composición musical. No es casual que aún proviniendo de las “batallas de gallos” del género freestyle, el Wos haya ganado en la categoría de “mejor álbum de rock alternativo” y “mejor canción de rock''.

Si bien es evidente que el género urbano llegó para quedarse, es conveniente que nos detengamos un momento a analizar las características del fenómeno. Por supuesto que la cultura digital, los productores musicales hogareños y el arraigo de los géneros populares boricuas son una influencia innegable. Pero hay algo más.

Es conocido el género por su tradición de denuncia de la realidad social, la desigualdad, el barrio, la calle, los amigos. La descripción de las situaciones que a diario viven las comunidades de donde surgen los músicos, son las que le dan forma y contenido a los temas. Por eso, tampoco es casual que las letras de Trueno hablen de la Comuna 4 de la que es oriundo, o que el Wos mencione (siempre con métrica impecable) los desastres que comete la policía con los coetáneos. El mismo Ca7riel recuerda la penuria de ganarse el mango antes de pegarla. Y así, los artistas terminan siendo quienes mejor delimitan el sujeto social al que pertenecen y representan. 

Miremos a fondo el caso de Trueno. El muy joven artista (20 años) plasma en el videoclip “Dance Crip” (Gardel al “mejor videoclip corto”) el paisaje, los compas, los murales y la comunidad de la Boca. Consigue capturar algo mucho más importante que un mero momento estético. Dibuja la sociedad a la que pertenece, con sus laburantes, sus ancianos y sus niños, hasta con los interlocutores de su colectivo (como un gringo turista que los fotografía como si fueran una rareza local). Logra un hecho envidiable: conoce a la gente a la que le está hablando.

En la Ciudad de Buenos Aires hay múltiples identidades. Hay quienes aspiran pertenecer a la oligarquía, tanto como tilingos que romantizan la pobreza ajena. Pero detrás de las autopercepciones engañosas, también en esta Ciudad hay una clase trabajadora. Está compuesta por oficinistas, empleados de comercios, changarines y cuentapropistas, choferes de transportes y docentes públicos y privados, encargados y encargadas de edificios. La clase laburante de CABA es estrafalaria y pícara, sabe de todo un poco (highlight al idioma inglés) y está acostumbrada a bancarse “la que venga” (pero con la peor de las ondas). Son las y los laburantes que usan la Ciudad, transitan sus calles, se hacinan en sus casas, PHs, departamentos y pasillos. Sufren los embotellamientos, la humedad, los mosquitos y la pésima administración local. Y aunque así descrito parece obvio, es un sujeto que la clase política porteña no ve. Prefieren constituir un individuo que no existe. 

En contraste, estos purretes dialogan con un colectivo: el proletariado porteño. Por eso su audiencia se siente reflejada en su obra, los consume y los festeja. Los temas y los videos de esta nueva generación narran sus historias, pero también las de quienes los escuchan, los miran y los bailan. Ya lo hicieron los Illya Kuryaki en los 90’ con su safari de Villurka, evocados en el final de “Dance Crip”. Frente a la desesperanza generalizada, los pibes están logrando una reacción similar a lo que fue el tango de los 40’ y 50’ o el rock nacional de los 90’ y 2000. Por lo pronto, te guste o no te guste, son el nuevo rock and roll.