A 75 años del “Diario”, de Ana Frank: la versión completa publicada por Eudeba
Por Analía Ávila
Me parece que lo mejor de todo es que, lo que pienso y siento, al menos lo puedo escribir, de lo contrario, me asfixiaría completamente. (Ana Frank, marzo de 1944).
El 12 de junio pasado fue el 93 aniversario del nacimiento de Ana Frank. Este mes también se cumplieron 75 años desde la primera edición de su Diario, traducido a cerca de 70 idiomas, que sigue vigente como un documento fundamental del horror del Holocausto, un alegato contra la guerra, la discriminación y el valor de los Derechos Humanos. Las relecturas de la obra también ayudaron para pensar la escritura de Ana como un acto de resistencia y libertad.
En 2021 la editorial Eudeba y el Centro Ana Frank Argentina publicaron por primera vez a nivel mundial la versión completa del Diario; se trata de la reescritura de los borradores que hizo la joven y que pensaba editar como una novela, La casa de atrás, y a continuación, la única versión existente de los textos de los últimos cuatro meses en el escondite, del 29 de marzo al 1 de agosto de 1944. La traducción del original neerlandés es de Diego Puls.
Ana había empezado a escribir su diario el 12 de junio de 1942, cuando lo recibió como regalo al cumplir sus 13 años. Las tres primeras semanas transcurren en libertad, en su casa familiar de Merwedeplein, Ámsterdam. A partir del 6 de julio debieron esconderse debido a la citación recibida por su hermana Margot para presentarse en los campos de trabajo. Ana y su familia se refugiaron en una casa oculta detrás de un edificio de la calle Prinsengracht 263, frente al canal, hasta el 4 de agosto de 1944 cuando oficiales nazis se llevaron detenidos a los ocho escondidos. En ese mismo lugar desde 1960 funciona en Ámsterdam el museo Casa de Ana Frank.
Finalizada la guerra en 1945, Otto Frank, padre de Ana y el único sobreviviente de la familia, regresó a Ámsterdam luego del horror sufrido en Auschwitz. Después de una búsqueda desesperada confirmó por testimonios de sobrevivientes de Bergen Belsen, que sus hijas Margot y Ana habían muerto de tifus en enero de ese año, dos meses antes de la liberación de ese campo de concentración y exterminio.
Miep Gies, que había sido una de las protectoras de la familia durante su cautiverio, le entregó a Otto el diario de tapas rojas cuadriculadas de Ana más otros cuadernos escolares, hojas sueltas con sus cuentos y su “Libro de frases bellas”. Miep le dijo: “Aquí está el legado de su hija Ana”. Otto dedicó su vida a difundir este legado; en junio de 1947 la editorial Contact de Ámsterdam publicó la primera edición con el nombre Ana Frank, la casa de atrás: diario epistolar del 14 de junio de 1942 al 1 de agosto de 1944, con una tirada de 3036 ejemplares.
El diario íntimo
¿Por qué se escribe un diario íntimo y para quién? ¿Qué lugar ocupa el diario como género en la literatura y qué cruces tiene con la autobiografía?
El crítico literario Nicolás Rosa en El arte del olvido afirma que la autobiografía como género “ocupa un lugar de descentramiento notable: como marca de una escritura que se asienta sobre el pronombre de primera persona”, y agrega que solo a partir del siglo XVIII pudo reclamar un estatuto siempre incierto. “La literatura autobiográfica es aquella parte de la literatura (…) que no osa decir su nombre”. Siguiendo a Rosa, desde el punto de vista del género lo comparte o se subordina a las memorias, a las confesiones, al diario íntimo, la biografía y más lejanamente a la novela biográfica.
A comienzos de 1944 Ana escucha en la radio que el ministro de Educación de Holanda en el exilio, pide a la población guardar cartas y diarios como documentos para la historia, y esto decide a la joven para reescribir su diario con el sueño de publicarlo como libro después de la guerra.
Así revisa y reescribe sus textos, y le pone el título a su novela, La casa de atrás: “Imagínate lo interesante que sería publicar una novela (…) Solo por el título la gente pensaría que se trata de una novela de detectives. Pero ahora en serio, unos diez años después de la guerra ya debe de resultar cómico contar cómo hemos vivido, comido y hablado acá como judíos”. Ana no pudo finalizar su tarea, por eso las anotaciones de los últimos cuatro meses conservan su escritura espontánea.
El escritor Juan Villoro en su ensayo “El diario como forma de narrativa” (en De eso se trata) expresa que el diario “preserva una vida secreta, poniéndola a salvo de testigos que pudieran alterarla, y apela a una lectura posterior, cuando se vence el extraño contrato que la privacidad contrae con la vida”.
Podemos decir que el diario es el género que más asocia la literatura y la vida. Ana escribe y da testimonio de una época. También deja entrever al lector su mundo íntimo, lo privado que ella aspiraba a que sea público.
La casa como universo literario
El filósofo Gastón Bachelard en La poética del espacio afirma que la casa es “nuestro primer universo, un cosmos”. Ana se ve forzada por las circunstancias a mudarse a una nueva casa y su manera de apropiarse del lugar es apelando a descripciones minuciosas de todos los rincones del escondite. El lector gracias a esa mirada se sitúa dentro del refugio, ya desde la entrada con un falso armario/biblioteca que gira y da paso a la escalera empinada que conduce a las habitaciones. La adolescente relata que adorna su cuarto con su colección de postales de estrellas de cine, personajes históricos y obras de arte: estas imágenes también narran una historia, dan una idea de su mundo y sus sueños.
Bachelard también expresa: “Todos los refugios, todos los albergues, todas las habitaciones tienen valores de onirismo consonantes”. Para Ana el lugar de ensoñación es el altillo: allí transcurren sus charlas a solas con Peter y su contacto con la naturaleza: “Subo casi todas las mañanas al altillo para extraer de mis pulmones el aire viciado del salón. Desde mi lugar favorito en el piso estuve mirando el cielo azul, el castaño pelado en cuyas ramas brillaban pequeñas gotitas, las gaviotas y los otros pájaros, que en su vuelo rasante parecían de plata, y todo eso nos emocionó y afectó a los dos, impidiéndonos hablar”.
Las oficinas del frente de la casa eran el lugar adonde la joven se trasladaba para poder ver la calle, el paso de los ciclistas y el canal con los barcos, por un resquicio de las cortinas que por seguridad nunca estaban abiertas. Allí también a veces se sentaba a escribir. Ana también narra los sonidos que percibía desde la casa: el paso del tranvía, las campanas de la Westertoren (la torre más alta de la ciudad, de la iglesia Westerkek), y también describe los sonidos del espanto, con las alarmas aéreas, sirenas, bombas y aviones que marcaban en ella los únicos momentos de miedo y fragilidad.
La adolescente escribe su diario en forma epistolar, con el formato de cartas dirigidas a su amiga imaginaria Kitty, que bien puede ser el lugar que ocupa quien lee. Además escribe cuentos, algunos están incluidos en el Diario, como ”Kaatje”. Tal vez uno de los gestos mayores de la joven fue saber apelar al humor en medio de esta situación extrema; el humor está presente en sus relatos de la vida cotidiana dentro de la casa, en las descripciones físicas de sus compañeros, en las apelaciones a Kitty (al lector), en sus reflexiones sobre los adultos, y también sabe reírse de sí misma.
Gracias a esta nueva edición del Diario publicada por Eudeba, sabemos que Ana quería ser escritora y periodista, ella ansiaba ser leída. Y también palpamos lo que significaba para ella la escritura, que hoy valoramos como un acto de resistencia y libertad: “¡Escribiendo me libro de todo, mi tristeza desaparece, mi valentía revive! Pero -y esa es la gran pregunta- ¿podré escribir algún día algo grande, llegaré algún día a ser periodista y escritora? ¡Espero que sí, ay, espero tanto que sí! Porque en la escritura lo puedo fijar todo: mis pensamientos, mis ideales y mis fantasías”.