“Así ha de ser la ausencia”, poemas de Marinés Scelta: la naturaleza convocada a suturar los bordes de la herida
El sello ecuatoriano El Ángel Editor publicó el cuarto poemario de la autora argentina Marinés Scelta, título que recibió la mención honorífica del Primer Premio Internacional “Ana María Iza”.
Definido como un libro de gran intensidad que “logra, por medio de un lenguaje íntimo, a la vez que directo, convertir la ausencia devenida de un duelo en bellas imágenes que dialogan con los elementos de la naturaleza, la memoria familiar y la muerte”, por el jurado que le otorgó el referido reconocimiento, Así ha de ser la ausencia (El Ángel Editor, Ecuador, 2023) se divide en dos secciones: Parte del fuego y Parte de la sangre. Treinta y una piezas conforman el volumen, caracterizado por un discurso luminoso y que no necesita de fulgores artificiales para llegar con suma intensidad a la sensibilidad y el intelecto del lector.
Una feliz amalgama conceptual y emocional se conjuga en sus páginas para lograr transmitir el universo propio de la autora mendocina, sacudido por la desaparición física de lo querido, pero capaz de emprender la búsqueda empeñosa del esplendor de lo viviente a fin de restañar ese vacío interior y contrarrestar la ausencia.
Desde el punto de vista exclusivamente estético, lo que le sucede en la realidad al creador carece de importancia -por cruel que suene esto para muchos- si no genera la obra de arte escrito que se espera encontrar en un poemario.
Más allá de la identificación que pueda el texto producir en aquellos que atraviesan por similares circunstancias, sobran los ejemplos de intentos fallidos de crear poesía a partir de vivencias, por más penosas y extremas que estas sean. No es el caso de Así ha de ser la ausencia, de Marinés Scelta, donde objetivamente se aprecia un trabajo con el lenguaje y la presencia de una potente inteligencia poética detrás del empleo de los recursos estilísticos.
Esta resulta muy capaz de partir de lo luctuoso hacia la belleza y, en un audaz viaje de ida y vuelta entre ambos campos, situarnos en el medio de asociaciones de ideas y sensaciones táctiles, auditivas y visuales que muestran y demuestran que lo Real inapresable se trata de un todo donde la muerte -a pesar de su tremendo peso específico- es un elemento más, sino neutralizado, sí compensado por aquellos que componen su Otredad.
Poesía no urbana, donde la naturaleza evocada y convocada por la autora sutura los bordes de la herida, sin dejar de advertir constantemente qué honda es su profundidad, pero también su condición de brecha que conduce hacia lo medular, lo intrínseco y esencial, aunque ello sea por la “vía dolorosa” reservada a lo particular.
Marinés Scelta nació en Mendoza, Argentina, en 1984. Es profesora de Lengua y Literatura y tallerista en “La raíz en la roca” y “Caja de herramientas”, este, junto a Victoria Urquiza. Forma parte del colectivo literario y feminista Write like a girl, cuyo objetivo es investigar y difundir la literatura, hecha por mujeres y disidencias, y la creación colectiva. Participa, además, en el programa radial Restos Diurnos (UTN Córdoba), con la columna Los ritos, sobre poesía contemporánea. Recibió en 2022 la Mención de Honor del Premio “Ana María Iza” (Encuentro Paralelo Cero, Ecuador). Ha publicado con anterioridad: Saber lo que se pierde (2016); Y yo que me creía tan libre (2020) y Otros territorios posibles (2021).
(De "Parte del fuego")
Hemos perdido la cuenta de los días que pasaron
solo puede haber fiestas ahora en la complicidad
de mirarse y entender
que resistimos otro año más
ubicamos en la mesa cada vez menos lugares
los cubiertos a la derecha
en tu lugar
las fuentes y su preparación
todavía podemos creer en resurrecciones, repetimos
no nos gustan los días de lluvia
pero deseamos que esa frescura pueda mojarlo todo
correr con los pies descalzos fuera
entre los charcos
como en tu infancia
detrás de los perros buscando algo
por si algo hubiera que alcanzar
en una vaquita de San Antonio que se posa
alguien presagia el diluvio
días encerrados en la vista de lo que fuiste
la única casa capaz de cobijarnos.
Una ciénaga corta el camino que lleva hasta la casa
van a necesitarse meses para que drene el agua
podría cambiar para siempre el paisaje que conocimos
¿veríamos en la catástrofe la esperanza de una laguna?
¿es así como el desastre termina por transformarnos?
ahora todo ha quedado dividido en dos lugares
la tierra y el cielo
incisiones en el cuerpo como horizontes
una flecha cruzando el aire o la carne
somos el ocaso que se hace cada vez más corto
un aguaribay tapa tan pronto con su follaje la luz de abril
el abuelo asegura que sus raíces crecen debajo de la casa
yo pienso en lo que se extiende dentro
otra raíz que avanza por los rincones de otra edificación
y estremece.
(De "Parte de la sangre")
Juega en esa pendiente el destino
mientras miro hacia abajo
tengo el vértigo en el pecho o el amor
cualquiera de los dos puede cortarme
con un solo movimiento la garganta
es temprano pero qué puede importar
amanece antes en el cobijo del anhelo
abrimos los ojos al filo de la primera luz
es de neón como entonces
pero quema con la misma intensidad
la cama del hospital es una barca
para atravesar el ancho del océano
llovió y el diluvio dentro hizo que fuera posible
tiramos a sus aguas una botella
en la suerte de lo que vendría
un mensaje para el cesto de vendas a la basura
huelo el remedio
el metal en el extremo del gusto
escampó y fue en vano esperar
que pudiera atar amarras
en sueños abracé por última vez el resplandor
que entró como una sentencia
por la puerta que alguien más
se decidió a entreabrir.