Hernán Domínguez Nimo: "Buscar diferentes editoriales fue para expandir los lectores"
Hernán Domínguez Nimo creció en San Telmo a los golpes —de lectura— propinados por una tenebrosa pandilla integrada por E. A. Poe, H. P. Lovecraft y H. Quiroga. Escapando de estos frecuentes abusos literarios, deambuló por la Boca, Barracas y San Cristóbal, donde fue reiteradamente emboscado por personajes sombríos como G. Orwell, J. Cortázar, A. Bester y S. King. Este último continuó acosándolo hasta el día de hoy, sin soltar presa, obligándolo a huir, a abandonar la seguridad de la costa para adentrarse en el corazón de la ciudad hasta recalar en Flores. Esta larga historia de vapuleos mentales dejó múltiples secuelas, que pueden rastrearse en revistas y antologías de Argentina, España, Colombia, Chile, Perú, Grecia y Japón, y en largos tratados terapéuticos publicados en Buenos Aires Si algo está muerto, no puede morir, (2015, Textos Intrusos) Tiempos muertos, (2016, Peces de Ciudad), La primera muerte es gratis (2017, Ayarmanot) y Los muertos del Riachuelo (2018, Interzona Pulp).
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál fue el primer libro que leíste completo y sin obligación de hacerlo?
Hernán Domínguez Nimo: Empecé a leer de muy chico, como desaforado, así que mi abuela me regaló un librito llamado Ser feliz, que si fuera un título de adulto parecería de autoayuda.
APU: ¿Los libros se leen hasta el final o se abandonan? (Si abandonaste alguno, ¿cuál fue y cuál es la anécdota que valga la pena?)
H.D.N.: Soy muy obsesivo, me molesta dejar un libro por la mitad, pero hubo algunos, y el primero siempre es el que más te queda grabado: fue Recuerdos de provincia, de Sarmiento. No había nada especial, simplemente me aburrió soberanamente.
APU: Los libros, ¿se compran, se regalan, se prestan, se pierden, se devuelven, se venden, se roban?
H.D.N.: ¡En ese orden! Todo eso. Me gustan demasiado los libros, soy fetichista te diría y me cuesta leer digital, así que compro, pido prestado y lo compro si me gustó mucho, pierdo porque presto y no lo recuerdo, y encima los que presto son los que más me gustan, así que hay libros que ya compré varias veces.
APU: ¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura argentina?
H.D.N.: Me gustan autores, pero si tengo que elegir un libro, elijo los Cuentos de amor de locura y de muerte, de Quiroga, que aunque sea uruguayo su literatura puede considerarse argentina.
APU: ¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura universal?
H.D.N.: Narraciones extraordinarias de Poe, 1984 de Orwell, Fin de la infancia de Clarke, Dune de Herbert, El hombre demolido de Bester, El país de las sombras largas de Ruesh y El perfume de Suskind, así, en ese orden de aparición, y no porque sean los mejores (en algunos temo una relectura), sino porque en su momento fueron los que me marcaron fuerte.
APU: ¿Hay algún personaje de la literatura con el que te sentís identificado?
H.D.N.: Suele ser el que esté leyendo, siempre hay rasgos que uno encuentra en los personajes, aunque a veces sean detestables.
APU: Así de arrebato, ¿qué final te viene a la memoria?
H.D.N.: El de El hombre demolido, que no voy a contar porque arruino la sorpresa a los miles de lectores que están del otro lado.
APU: ¿Cuándo comenzó tu gusto por la escritura?
HDN: De muy chico también. Tanto me fascinaba leer, sobre todo ficción, que me pareció igual de fascinante ser el que generara esos mundos que visitaba. Y caí en el engaño de pensar que era fácil.
APU: ¿Tenés alguna rutina al escribir?
H.D.N.: Saber que tengo al menos más de media hora para dedicarle, nada más. La mañana es el mejor momento para mi, pero si el tiempo surge de tarde o noche no lo voy a refrenar. Muchas veces dejo una libreta o hasta la compu al pie de la cama, para que si me despierto y me da vueltas algo en la cabeza poder volcarlo, porque esas ideas siempre desaparecen a la mañana. El lugar tampoco es algo determinante, muchas veces escribo o pienso en mis escritos durante los viajes en bondi o tren, son momentos de inspiración para mí.
APU: ¿Tenés objetos fetiches que te sean vitales al momento de escribir?
H.D.N.: La música es uno. Suelo elegir temas o grupos en función de lo que imagino para cada cuento o novela, y dejarla sonar de fondo, es una manera también de aislarme del afuera.
APU: ¿Lenguaje inclusivo en la escritura sí o no?
H.D.N.: Yo no me siento cómodo leyéndolo ni usándolo, así que no lo hago. Entiendo que el lenguaje es determinante pero para mí el cambio de mentalidad debe venir por la educación, por lo que le transmitimos y sobre todo lo que nuestros hijos ven.
APU: ¿Cuál es tu opinión sobre las presentaciones de libros y los ciclos de lecturas?
H.D.N.: Son fundamentales, nuestro oxígeno, la manera de salir al mundo, para el escritor y para los escritos, sean gérmenes de algo o ya la presentación en sociedad de un libro.
APU: ¿Cómo se lleva tu literatura con el insomnio, con las noches, con los vicios?
H.D.N.: Bueno, un poco lo decía antes, pero agregaría que es una manera de encaminar la locomotora mental que uno tiene. Si me despierto de noche, una forma de zafar de enroscarme con problemas sin solución es pensar en lo que estoy escribiendo o por escribir. Así lo convierto en tiempo útil y de paso no me hago problemas al pedo.
APU: ¿A quién releés periódicamente?
H.D.N.: Stephen King. No solo releo libros de él, casi todo lo que sale, se podría decir que es mi escritor fiel (yo soy su lector fiel).
APU: ¿Qué tres autores argentinxs reeditarías?
H.D.N.: No voy a descubrir a ningún escondido. En caso de que se acabaran sus libros, a Quiroga, que ya lo mencioné. También a Cortázar, que me enseñó que lo extraño puede habitar lo cotidiano. Y a Fontanarrosa, creo que el Negro debería estar en toda biblioteca.
APU: ¿Qué opinás de la literatura argentina de la última década?
H.D.N.: Me gusta. A pesar de las crisis las editoriales independientes nos abren espacios y gracias a eso hay mucho publicado, o sea mucho de dónde elegir. Lo mejor es que géneros que yo siempre seguí pero se conseguían a cuentagotas en la literatura argentina, como la CF o el new weird se van filtrando cada vez más, se vuelven parte del paisaje habitual.
APU: A calzón quitado, ¿leés a tus contemporánexs o solo leés las contratapas?
H.D.N.: Sí los leo, y mucho. Obvio que elijo mucho también, en función de mis intereses, pero lo que leo suelo disfrutarlo.
APU: ¿Qué estás leyendo actualmente?
H.D.N.: Mis últimas lecturas son un buen ejemplo de esta mezcla de lectura foránea y local, porque acabo de terminar la trilogía Maddaddam de Margaret Atwood y me puse con los tres números de una revista muy entretenida, “Salvaje Sur”, editada en San Martín de los Andes, con cuentos del Oeste y de la Patagonia argentina.
APU: Tu primer libro tenía un poco de lo que contabas, ¿verdad? Elementos de CF y de new weird.
H.D.N.: Es verdad. No quería que mi primer libro fuera enteramente CF, así que en Si algo está muerto no puede morir hice un mix con cuentos donde afloraba un poco de ambas cosas, todo con un trasfondo oscuro, un clima no de terror pero sí inquietante.
APU: En cambio tu segundo libro va por una línea completamente distinta.
H.D.N.: Totalmente distinta. Tiempos muertos era algo que se venía cocinando desde hacía años y decantó de golpe. Como te contaba antes, escribo mucho durante mis viajes, pero además mucha de esa escritura habla de los viajes en sí, de cosas que uno ve o imagina en los viajes. Así que Tiempos muertos resultó ser un compendio de cuentos, microcuentos y microensayos alrededor de este tema en particular.
APU: El tercer libro, en cambio fue enteramente de ciencia ficción.
H.D.N.: Sí, el tercer libro fue especial, una selección de mis mejores cuentos de CF (algunos de ellos premiados), publicados en antologías argentinas y de otros países a lo largo de diez años. Yo había empezado a publicar cuentos sueltos mucho tiempo antes, pero los libros, las antologías propias, se hicieron esperar, por eso La primera muerte es gratis fue una manera de darle un cierre a toda esa primera etapa.
APU: ¿Y el cuarto? Otra vez aparece la muerte en el título. Es un tema recurrente, ¿no?
H.D.N.: (risas) ¡Sí, un poco! Aunque Tiempos muertos iba por otro lado… El título del tercero fue el nombre del cuento que más me gustaba. Y cuando estaba a punto de publicarse Los muertos del Riachuelo, mi primera novela, intenté cambiarle el título, quería salir de esa seguidilla, pero el editor no quiso, y no insistí, porque en el fondo sabía que tenía razón, que era el que más le calzaba, sobre todo en un libro tan gore, de temática zombi.
APU: Textos Intrusos, Peces de Ciudad, Ayarmanot, Interzona Pulp… Cuatro editoriales para cuatro libros. ¿Es casualidad?
H.D.N.: No, para nada. Tratándose de editoras independientes, más allá lo que puede arrastrar un autor, esas editoriales tienen su propio círculo de lectores. Y mi intención al buscar diferentes editoriales fue, además de que respondieran al público que necesitaba cada libro (como Ayarmanot, que es la casa de la CF en Argentina), expandir los lectores a los que llegaba.
APU: ¿Y qué es lo próximo de Hernán Domínguez Nimo que se viene para disfrute de los lectores? ¿Habrá editorial nueva también?
H.D.N.: Tengo varias cosas dando vuelta, buscando cerrar la edición, así que no sé cuál será la próxima en el tiempo. Pero hay dos novelas policiales, una novela de CF distópica que la pandemia me había frizzado y ahora estoy en proceso de corrección, incluso tengo novelas juveniles e infantiles. Y sí, siguiendo dentro de lo posible con esa idea que me marqué, es muy probable que venga de la mano de una nueva editorial.
APU: ¿La escritura puede aprenderse en un taller?
H.D.N.: Claro que sí. Yo hice taller mucho tiempo, con Hugo Correa Luna, que fue uno de los grandes talleristas. Y de cada tallerista uno puede tomar cosas. Pero no olvidarse que donde más se aprende es escribiendo y leyendo. Incluso leyendo cosas que uno puede considerar malas, porque cuando uno puede ver los hilos, las costuras, aprende todavía más.
Por decisión del autor, el artículo contiene lenguaje inclusivo.