Laura Ponce: “La ciencia ficción es una literatura de advertencia y hoy es más necesaria que nunca”
Por Araceli Lacore
Agencia Paco Urondo: ¿Qué características tiene la ciencia ficción argentina en general y la actual en particular?
Laura Ponce: La ciencia ficción argentina se caracteriza por estar emparentada con el fantástico rioplatense, se nutre de la tradición de Borges, Bioy Casares, Cortázar. La que se escribe en la actualidad se sitúa en futuros cercanos, generalmente distópicos, y la relación con la tecnología es de apropiación y hackeo, sus usos son los que posibilita el ingenio más que los dados por la calidad de fábrica; también suele contener crítica social y preocupaciones políticas, aunque eso último siempre ha sido así, tanto en el caso de Argentina como en el del resto de Latinoamérica.
APU: ¿Creés que hay un boom de la ciencia ficción? Y si es así, ¿a qué se lo atribuís?
LP: Hace años que escucho sobre ese boom tan mentado (risas). No creo que haya tal cosa como un estallido de la ciencia ficción; es más una disolución en el conjunto, un estar envueltos en su materia. El futuro llegó. Vivimos en él. Tanto para bien como para mal. Nuestra vida está atravesada y mediatizada por la tecnología. Sus escenarios son presentes, vida cotidiana, pueden ser narrados como costumbrismo, y por eso parece estar por todas partes.
La ciencia ficción se ha ocupado tradicionalmente del futuro, de nuestros anhelos y temores respecto a lo que vendrá, pero la potencia de la ciencia ficción está en su capacidad prospectiva: tomar algo presente, conocido, y estirarlo, llevándolo hacia el máximo de sus posibilidades; es una literatura de advertencia, en la que se ensaya el pensamiento crítico, y hoy es más necesaria que nunca.
APU: Hay autores que no escriben usualmente ciencia ficción pero que se están volcando al género ¿Por qué crees que sucede?
LP: Creo que tiene que ver con los dos factores clave: la integración de la tecnología en la vida cotidiana de la que te hablaba antes, y la popularización de los imaginarios de la ciencia ficción, de su estética. Hay ciertos consumos culturales que en el pasado resultaban vergonzantes o de gueto y hoy no solo se muestran abiertamente, sino que son fuente de orgullo y hasta se han puesto de moda. Se revisitan series, se redoblan franquicias. Chapoteamos en las aguas poco profundas de un pasado futuro anacrónico.
Acá diferenciaría a les autores que toman las herramientas de la ciencia ficción para analizar el presente y llevarlo más allá (solo la ciencia ficción puede hacer eso), y les autores que se apropian de sus imaginarios o tropos, de su estética, y con ella “visten” una historia cualquiera.
APU: ¿El alto consumo de series televisivas alienta la creación de nuevas obras literarias?
Las series son justamente las que popularizan las estéticas y los imaginarios de los que te hablaba antes. Sin duda son una influencia importante, como todas las formas de la cultura popular en las que la ciencia ficción está tan metida: series, cine, videojuegos, etc.
APU: Ediciones Ayarmanot, editorial que dirigís, publicó en castellano “Buscando a Jake y otros relatos”, de China Mieville, autor muy respetado dentro del género. ¿Creés que traerlo a nuestra lengua además de presentarlo a un público más amplio, puede alentar la producción de más obras locales?
LP: A mí me llena de alegría y de orgullo poder publicar en Argentina este gran libro. Se trata de una coedición con el sello español, La máquina que hace Ping!, que lo saca en España; no me hubiera sido posible de otro modo. Y sobre la posibilidad de alentar la producción local de obras, ojalá sea así. Lo que Miéville muestra en este libro (y en su obra en general) es que la literatura es un espacio de juego y experimentación, que se pueden borronear los límites (del idioma, del género, de los espacios reconocibles, de lo que entendemos por realidad) y que desde ahí se puede cuestionar todo lo que nos rodea, incluso el sistema en el que vivimos.
APU: Hace poco participaste de un encuentro sobre New Weird argentino.
Ayer a la noche nos juntamos en la librería de La Coop, invitades por Proyecto Synco, bajo la hipótesis de que existe algo que podríamos llamar “New Weird argentino”, una poética que quiere interrumpir la circulación del realismo. Dijimos que no nos interesaba administrar etiquetas ni subirnos al último grito de la moda literaria. Lo que nos interesa es esta literatura en la medida que creemos que tiene la capacidad de oponerse al realismo capitalista. Un imaginario que recupera la tecnología como evento mágico, los cuerpos alterados por la genética, escenarios urbanos que funcionan como territorios espectrales, facultades psíquicas como telepatía o precognición, y que todo ello está impregnado de una filosofía posthumanista y subversiva. Con Juan Mattio proponiendo interrogantes, reflexionamos con Dolores Reyes, Claudia Aboaf, Marcelo Carnero y Kike Ferrari. Y volvimos a casa con un montón de material que en los próximos días empezarán a circular en las redes de Synco.
Hoy hicieron una entrevista a M. John Harrison, un alucinado, dueño de una imaginación inaudita. En 2002 escribió el prólogo a El Azogue de China Miéville, y acuñó el concepto de “New Weird” para hablar de una literatura que tiende a diluir las fronteras de los géneros. Que desde la tradición de la ciencia ficción va en busca de la novela policial, el fantástico, el terror o la novela histórica. En ese prólogo Harrison nos da dos pautas centrales: 1- el realismo no es realista (o no lo es más que cualquier otro discurso sobre lo real) y 2- la mejor literatura es la que nos ayuda a cuestionar nuestra experiencia del mundo. Es decir, retoma la tesis del extrañamiento como efecto literario. Algo como lo que los formalistas llamaban ostranenie.
En la entrevista le preguntaron: Tus novelas son claramente políticas, aunque nos hablen de futuros distantes y mundos imaginarios. Ahora bien, se suele decir que hoy es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, que vivimos en un mundo de horizonte cerrado. ¿Cómo se procesa eso en tu escritura? Y nos dijo algo así como que pensaba que su rol como escritor pasaba más por advertirnos sobre la catástrofe inminente que por proponernos futuros. Pero que ahora que la catástrofe ya ocurrió, tiene que repensar para qué escribir. Nos quedamos con eso. Y en las próximas semanas iremos compartiendo materiales escritos y audiovisuales para seguir pensando con él.
Proyecto Synco es este territorio de reflexión y deseo donde nos encontramos con otrxs para pensar. Ojalá ustedes puedan disfrutar de estos materiales ñoños tanto como nosotrxs.