Luciano Lamberti: “Mezclar el mundo de las letras con lo más popular me parece interesante”
Luciano Lamberti es un escritor argentino identificado con los géneros de terror y fantástico. Sus títulos La maestra rural, La masacre de Krueguer, La casa de los eucaliptus y Gente que habla dormida lo colocaron en un sitio indiscutible de la narrativa nacional. En conversación con Fractura, el suplemento literario de AGENCIA PACO URONDO, conversó sobre sus preferencias literarias y sobre sus libros.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué obras literarias considera fundantes para comprender el género de terror argentino?
Luciano Lamberti: No creo que vaya a ser muy original en mi respuesta, pero Horacio Quiroga y Julio Cortázar, que no es leído como un escritor de terror pero lo es. Después, también, toda la tradición política de la literatura argentina como El matadero, que es un cuento de zombies. Toda la tradición que tiene que ver con el otro, con su configuración, el miedo a los pobres. También El niño proletario, de Lamborghini, que es un gran cuento. Lo veo como una reescritura de El matadero. Algunas cosas de Leopoldo Lugones como, por ejemplo, Las fuerzas extrañas. Escribieron con esa idea de plasmar género duro, pero en ese momento no había un mercado para el terror, entonces es medio lateral. Rodolfo Walsh también se mete con la problemática del terror estatal. Las novelas sobre la dictadura, también. Es un terror más realista. En el caso de Lugones, utiliza el género fantástico, pero también se mete con el terror.
APU: ¿Cuáles fueron sus influencias literarias?
L.L.: Tengo más influencia del realismo que del género fantástico, en el sentido que el problema de representar algo se torna complejo para mí. Siempre vuelvo a los escritores que trabajan género, pero medio lateralmente, tipo La carretera, de McCArthy. No son escritores de género completamente, pero lo trabajan. Por otro lado, la literatura norteamericana la leí un montón y es una manera de mirar, que viene de la literatura rusa, también. Trabajar con lo visible, observar minuciosamente. Una gran influencia es el gótico sureño de William Faulkner, Truman Capote; gente que escribía sobre el pueblo, pero sin ser celebratorio ni folclórico, sino más bien retratando ese pueblo. Siempre desde la oscuridad, con una mirada sobre lo agrícola. Raymond Carver tiene un formato de cuento que hizo escuela también, es una mirada muy rusa. Era, de hecho, fanático de Chejov. Usa una mirada rusa sobre lo trivial y darle voz a personajes que no la tenían; la clase media baja norteamericana alcohólica, con problemas de pareja. Por otro lado, Sábato me parece el gran escritor gótico argentino, si bien junto a Cortázar forman parte de mis lecturas de juventud, los sigo bancando a morir.
APU: ¿De dónde surge la idea para escribir su novela La maestra rural y que simboliza Angélica Gorik, su protagonista?
L.L.: En mi casa no había cloacas, solo un pozo ciego. Mi vieja lavaba los platos y yo tenía que ir hasta el patio de atrás para tirar el agua del fuentón, en San Francisco. Miraba al cielo con la idea de que podía suceder algo en ese momento, Después, veía videos bizarros en Youtube con avistamientos de ovnis y en uno de ellos, una mujer colombiana decía que había tenido un hijo con un extraterrestre. Esa cultura me atrajo mucho, esa necesidad religiosa de que haya otra dimensión, otras especies. Empecé a escribir sobre eso, algunas cosas, y los combiné con mis lecturas de Bolaño. De allí sale el personaje poeta, Angélica, recién al final se me ocurrió la forma. Es muy de los relatos de Bolaño construir esa idea de agigantar a los escritores y poetas, hasta que los conoce y se da cuenta que son personajes normales. En general, la obra es más interesante que ellos. Mezclar el mundo de las letras con lo más popular me parece interesante. Leer a Héctor Viel Temperley como un poeta de culto también, era un poeta medio místico.
APU: Su libro de cuentos La casa de los eucaliptus ¿Lo podríamos definir como del género terror?
L.L.: Es más bien de género, no son sólo terror. Escribir solo terror me aburre un poco. Busco contar otras cosas, también. Si la gente busca que todos mis cuentos sean de terror se va a llevar una decepción porque me salen otras cosas. Hay ciertos mundos en común, pero no los encasillo en un mismo género. Está muy de moda la literatura de terror, Mariana Enríquez y entonces se busca clasificar por ahí. Tampoco me molesta que me coloquen en ese lugar.
“El género fantástico funciona así, busca el efecto de hacer temblar el suelo bajo los pies”.
APU: Con respecto a su último libro llamado Gente que habla dormida, hay una construcción de personajes grises, cotidianos que, sin embargo tienen una actitud de rebelión hacia esa naturalidad que no se puede modificar. ¿Es arbitrario ese contraste?
L.L.: Podríamos decir que son personajes ordinarios en situaciones extraordinarias. Tiene experiencias que no pertenecen a la realidad, naturales. Es un poco el ABC del género fantástico, eso se aprende leyendo a Cortázar. Él lo trabaja muy bien, el vecino de Boedo que de pronto se sube a un colectivo y descubre que todos tienen flores menos él. Partir de lo conocido, lo real, para introducir ese otro plano. En el cuento “La canción que cantábamos todos los días” está lo familiar que muestra un costado extraño. El género fantástico funciona así, busca el efecto de hacer temblar el suelo bajo los pies. Su efecto es mostrar que no hay nada más fuerte que lo real. Mi aporte al género es aprovechar lo sofisticado de los lectores.
APU: ¿Se definiría como un escritor de género fantástico o realista?
LL: Eso depende mucho de lo que tenga ganas de escribir en ese momento. No puedo hacer una definición categórica al respecto. La crítica me define como un autor de terror por algunos trabajos que hice. Creo que nadie aborda los géneros diciendo de antemano que va a escribir definitivamente sobre eso. Es muy difícil, porque hasta es una cuestión subjetiva del autor. Una vez la entreviste a Samantha Schweblin y le dije que Distancia de rescate era una novelita de terror y ella me dijo que para ella no lo era. Para mí lo es, y sin embargo su autora no lo pensó de esa manera. Cuando uno escribe lo hace en total libertad.
APU: ¿De los escritores y escritoras actuales, cuales prefiere y lee con asiduidad?
L.L.: Mariana Enríquez tiene un lugar preferencial, me encanta. Sobre todo Los peligros de fumar en la cama, es mi libro favorito suyo; y La hermana menor. Me gusta porque se esconde detrás de su naturalidad aparente. Por lo cual, es el doble de difícil lo suyo. Samanta Schweblin me encanta; Distancia de rescate me parece un gran libro. La novela El conserje y la eternidad, de Ricardo Romero, me parece excelente, también. Maximiliano Barrientos sacó una novela llamada Desde lejos, esta buenísima. No sé si estamos viviendo el mismo boom literario de Cortázar, Vargas Llosa y García Márquez, pero hay un gran apogeo de escritores de un primerísimo nivel, de diversos géneros.
APU: ¿Qué proyectos está trabajando en la actualidad?
L.L.: Estoy dando mi taller de escritura, escribiendo una novela a cuatro manos con un escritor juvenil, una novela de terror. Además,me compraron los derechos del cuento “El loro que adivinaba el futuro” para hacer una película. Estamos con Sebastián López, que va a ser el director, pensando la película. Es un proyecto muy incipiente. Escribo notas para la revista Viva, de Clarín. En realidad, ya no es más revista sino un suplemento en el diario. Después, tomo registros de historias de terror y las publico en La Agenda, una revista virtual. Está en la web y si alguien tiene alguna historia de terror para contarme, que me escriba y lo charlamos.