Soledad Castresana: "Que sangre"
Por Araceli Lacore
“No es un cuerpo de mujer en edad fértil, lo que está en juego sobre esta mesa”. Así termina el primer poema de Que sangre, de Soledad Castresana: Una forma de contar, potente y arrasadora, como ya nos tiene acostumbrados, si repasamos su inolvidable Carneada. Sí, es un poemario violento, directo y estremecedor, pero: ¿Acaso la poesía debe ser amable? ¿Se puede ser amable para hablar sobre el cuerpo rebanado, las cicatrices, las pérdidas de los hijos, los temores nocturnos, los miedos maternos, pero, sobre todo, sobre el ser vulnerable? Alguien dijo por ahí: ‘Nadie sabe lo que puede un cuerpo’’ y, agrego, nadie sabe lo que puede un cuerpo de mujer. Donde leemos sobre la muerte, también leemos sobre la vida.
“¿Será que, si me cortan las dos tetas, por fin voy a poder andar por la calle con la camisa abierta y sin corpiño…?’’ Dice en “Tabú”. Asistimos de nuevo al cuerpo de mujer atravesado por las estructuras, la violencia externa y la interna que también acontece en la lucha contra la opresión. “No, tampoco nos dejan mostrar las cicatrices”, finaliza.
Castresana recorre escenarios en la Ciudad de México y rescata la casa y el amor: “En el bosque de Tlalpan” dice: “Mientras miraba a los hombres que corrían por el bosque, lobos sudados y jadeantes, pensé en vos como en mi casa”. Nuevamente la potencia en unión con otro, la belleza de lo simple en lo ajeno, la ternura y el instinto animal.
La enfermedad, la pérdida, la vulnerabilidad física y el misticismo son algunos de los temas que atraviesan este libro: “Cuando sea grande y viva en otra casa, voy a creer en lo que quiera”.
Que sangre es un poemario arrasador, vertiginoso y bello. Un recorrido perfecto.