“Una guía sobre el arte de perderse”: ensayos que invitan al extravío

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“Una guía sobre el arte de perderse”: ensayos que invitan al extravío

27 Diciembre 2020

Por Analía Ávila

Solo cuando estamos totalmente perdidos, tomamos conciencia de la inmensidad y de la extrañeza de la naturaleza (…) No nos encontramos a nosotros mismos hasta que no estamos perdidos, o en otras palabras, hasta que no perdemos el mundo y podemos reconocer dónde estamos y cuál es la infinita extensión de nuestras relaciones. (Henry David Thoreau).

Publicada en inglés en 2005, Una guía sobre el arte de perderse es una de las obras fundamentales de la ensayista y activista estadounidense Rebecca Solnit. Fiordo Editorial la publicó este año por primera vez en español, con la traducción de Clara Ministral.

El diseño de la tapa del libro realizada por Pablo Font nos sumerge en un bosque brumoso, y esto tiene mucho que ver con los conceptos acerca de los paisajes (de la geografía y de la memoria) que Solnit despliega en sus ensayos. Y también resuena su militancia ecologista como manifiesto por la pérdida de las especies naturales. El título también es paradójico ya que la autora nos guiará por sus textos concebidos como mapas, pero no para orientarnos, sino para extraviarnos, y para ver qué es lo que subyace a esto y cómo nos transforma.

En la contratapa se anticipa la poética de la pérdida y las distintas formas de extraviarse: “El acto de perderse tiene muchas dimensiones: si es posible perderse en un territorio, también lo es extraviarse mentalmente, perder el rumbo en sentido figurado y literal, desorientarse y desaparecer. Pero la pérdida puede llevarnos a un hallazgo, y es esta sutil transacción la que Rebecca Solnit explora con inteligencia y sensibilidad en estos ensayos”.

El libro tiene nueve capítulos, tal vez siguiendo el simbolismo cabalístico del número nueve para Dante; la Divina Comedia tiene 99 cantos, nueve son los círculos del Infierno, nueve las gradas del Purgatorio y nueve los cielos del Paraíso. Quizás sea un guiño de la escritora para conducirnos a Dante, teniendo en cuenta también el tópico del viaje y del guía hacia lo desconocido,  como Virgilio en el Infierno, pero acá es la autora quien orienta (y desorienta) a sus lectores. También se hace presente la influencia de Jorge Luis Borges, con sus laberintos infinitos, su circularidad y sus Nueve ensayos dantescos.

No podemos encasillar los textos bajo un único género literario ya que toman algo de cada uno, con distintas intensidades. Hay fragmentos narrativos en primera persona con tintes autobiográficos que recorren la infancia y adolescencia de la autora; reflexiones filosóficas sobre la literatura, el saber popular, la historia del arte, la fotografía, el cine y la música, desde la mitología hasta la estética punk; también recuerdos de sus viajes que la aproximan a la crónica; prosa poética en la descripción de paisajes; escenas oníricas que bordean el surrealismo. Tampoco hay una línea cronológica del tiempo ya que los textos tienen digresiones; Solnit aplica la poética de la pérdida en su propia escritura, ella misma se pierde, retoma el camino, lo amplía más adelante y todo el proceso la transforma a ella y a quien lee. 

Cuatro de los ensayos de Una guía sobre el arte de perderse tienen el mismo nombre, “El azul de la distancia” y cada uno, como en la música, es una variación sobre el mismo tema, y también estos capítulos dialogan entre sí. Esto nos marca una connotación del color que envuelve y resuena como el leit motiv o estribillo de la obra. En uno de los textos el azul está en el horizonte: “El azul del lugar donde la tierra parece fundirse con el cielo, es un azul más intenso, más onírico, un azul melancólico (…) el azul de la distancia”. Y en otro de estos ensayo Rebecca narra que también se llamaba “Azul” el compilado de canciones que grabó en un casete, con temas sobre la tristeza y el cielo, que se relacionaban con el blues, y también hay un juego con los significados de la palabra “blue (s)”, que en inglés no sólo designa el color sino también el estado de ánimo melancólico, y además al género musical.

En la obra proliferan las citas literarias y menciones a escritores y escritoras como Edgar Allan Poe, John Keats, Henry Thoreau, Virginia Woolf, Vladimir Nabokov, Eduardo Galeano, Jorge Luis Borges, Djuna Barnes e Isak Dinesen con sus distintas miradas sobre el significado de perderse. También la autora recorre la banda sonora de su vida con menciones a la estética punk de las ruinas de las ciudades en los años ochenta, y a la influencia de Joy Division, Sex Pistols, The Clash y Bob Dylan.

Solnit concibió los ensayos del libro como mapas, “mis propios mapas” dice. Y su gesto es mostrarnos un recorrido para extraviarnos, abandonarnos, perdernos, tanto en nuestros viajes mentales como en los que recorremos paisajes, para que disfrutemos de ese estado y salgamos transformados: “Quizá sea porque no podemos retroceder en el tiempo, pero sí podemos regresar a los escenarios de una historia de amor, de un crimen, de la felicidad y de una decisión fatídica; los lugares son lo que permanece, lo que podemos poseer, lo que es inmortal. Los lugares que nos han hecho quienes somos se convierten en el paisaje tangible de la memoria, y en cierto modo también nosotros nos convertimos en ellos. Son lo que podemos poseer y lo que al final acaba poseyéndonos”.  

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Biografía

Rebecca Solnit nació en 1961 y creció en California, Estados Unidos. Estudió en la Universidad Estatal de San Francisco y en la Universidad de California en Berkeley. Es ensayista, activista y una de las críticas culturales norteamericanas más resonantes de las últimas dos décadas. Ha publicado ensayos sobre el caminar (Wanderlust, 2001), el poder popular y la política (Hope in the Dark, 2004), el arte de perderse, la violencia contra las mujeres y los feminismos (Los hombres me explican cosas, 2014), entre otros temas. Su obra River of Shadows ganó el premio del National Book Critics Circle, el Lannan Literary Award y una beca Guggenheim. Solnit colabora en medios como Harper’sLitHub y The Guardian y en 2010 fue elegida por la revista Utne Reader como una de las 25 personalidades visionarias que están cambiando el mundo. Actualmente vive en San Francisco.