Con convicción y organización
Fotografía de Majo Grenni
Por Natalia Magnético*
Son las 19 horas, somos 4 micros partiendo a Chubut y miles de historias que merecen ser luchadas.
El treinta y tres Encuentro Nacional de Mujeres se enmarca en el año del proyecto por el derecho a la soberanía de nuestros cuerpos, la legalización y despenalización del aborto fue la agenda que convulsionó al país.
Centenares de expositorxs, dos sesiones maratonicas en el Congreso Nacional, las calles llenas y la Iglesia presionando.
"Para Milagro, la libertad
Para las pibas que el aborto sea legal".
Con estas banderas marchamos las calles llenas de glitter, la simbología de la decisión política de militar con alegría y bajo la premisa de que el movimiento de Mujeres de la Cuarta Ola nos atraviesa: Las 20 horas de viaje nos ayudaron a desenredar algunas preguntas que nos surgen desde que empezamos a desnaturalizar nuestro rol maternal en la política y nos preguntamos cuánto del mundo que conocemos se inscribe en la lógica patriarcal y binaria.
Todo. Esa es la respuesta.
Estamos en Trelew. No es como muchas la imaginábamos y sentimos la hostilidad de los varones en nuestras nucas. Porque nos miran y, también, escoltan nuestro paso. Una ciudad llena de mujeres y disidencias no alcanza para vaciar del éxtasis de marcar territorialidad. Sobre la propia construcción de la masculinidad residen los gestos y las persecuciones.
¿Qué nos está pasando?
El Encuentro Nacional (plurinacional) de Mujeres (y disidencias) número 33 nos encuentra en el proceso de construcción de lazos que se sostienen sobre la sororidad y rompen con la estructura de dominación por la que se vinculan las sociedades.
Algunas de nosotras somos compañeras de militancia universitaria en la Universidad Nacional de San Martín y amigas. Disputamos los espacios de representación de todo un sistema patriarcal porque elegimos cuestionarnos nuestras propias lógicas.
La construcción política se establece en la cultura autoritaria y de dominación del otre, y es por eso que pensamos al feminismo como un nuevo paradigma que no sólo se replantea las formas de poder y legitimidad, sino que cuestiona todas las estructuras sociales y culturales. Con esa perspectiva elegimos coincidir todas en un momento del mismo taller: mujeres, poder y política.
Ya es domingo y marchan 20 cuadras verdes y violetas entre cantos y pañuelos de vecinas. Se creó una red inmensa de cooperación y compañerismo. Nos cuidamos. Nos abrazamos. Es la mismísima plenitud de sentirse en el lugar correcto, históricas.
El cierre es en la laguna pero no nos han dejado llegar.
Vimos fuego, humo, golpes y corridas. "Caminen rápido pero no corran" era la directiva. ¿Cómo cuidar nuestra calma con el ruido seco de balas de goma sobre compañeras de lucha? La represión como instrumento de amedrentamiento, generador de miedo y corrector a la insurgencia de sentirnos vivas porque ya mucho estuvimos muertas/ausentes/calladas/oprimidas.
Nos vamos. El micro arranca hacia la ciudad de la furia, apagan las luces y cerramos las cortinas. Nos apedrean y esa despedida parece no tener correlato con la escena de compañeras conversando con les niñes/adolecentes del barrio popular en el que se encontraba la escuela N°794 y donde dormimos las 250 mujeres que viajamos con Futura.
Nos vamos. Con la certeza de que nunca más estamos solas y sintiendo que la Trelew hostil que conocimos mañana amanecerá con la vibración del paso del movimiento feminista, un movimiento colectivo en tetas que no pretenden ser de consumo, en sonrisas que se le ríen al imperialismo, en las trabas y las indígenas, invisibilizadas siempre, ahora ocupando espacios, y en los bombos que suenan a que nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
*Natalia Magnético es consejera de Escuela de La Marea, Unidad PyG – UNSaM.