La trama de poder que subyace en los femicidios
Foto Daniela Morán
Por Sofia Paleo
Traspasemos la mirada mediática, para develar las lógicas de poder que deben ser atacadas.
En lo que va del mes de Marzo, la exposición de las cifras de femicidios que revelan que una mujer es asesinada cada 23hs en nuestro país, rebalso los medios de comunicación (televisión, radios, redes sociales). El impacto de los casos, por la violencia descarnada que acompañaba los relatos de cada asesinato, renovó la bronca, indignación, impotencia y denuncia pública de las mujeres, las organizaciones y algunos organismos estatales.
Ahora bien, quienes participamos, militamos u acompañamos organizaciónes/ movimientos populares, necesitamos analizar los hechos en complejidad para evaluar desde dónde vamos a plantear nuestras luchas, hacia quiénes vamos a dirigir las demandas y cuál será el contenido de las mismas.
En lo que va del 2020 registramos 63 femicidios. El 71% de los mismos sucedieron dentro del entorno familiar, ligados a parejas, ex parejas o familiares. Hay un 28% de casos sobre los cuales aun no se tiene datos. Y solo 1% fue ejecutado por un desconocido.
El 61% de los casos sucedió en el hogar de la víctima o agresor. Un 27% fue ejecutado en la vía pública.
¿Qué nos disparan estas cifras?
En principio es importante hacer visible el hecho de que la mayoría de los femicidios, fueron llevados adelante por vínculos íntimos de las víctimas y en sus lugares de vivienda.
¿Por qué remarcar esto?
En las redes sociales y los medios surgen sentidos que reproducimos del tipo: “Todas estamos expuestas, a cualquiera nos puede pasar”; “La próxima puede ser mi amiga, hermana, compañera de estudio, etc”
“Quiero volver a casa tranquila”; “Nos matan en cada esquina”.
Después de ver las cifras, no podemos sólo reconocer el ámbito de vía pública como amenazante y potencial para los femicidios. No podemos permitir que las calles se llenen de miedos y que las pibas se quieran quedar en sus casas. Por el contrario, necesitamos poner aun más de relieve el ámbito familiar, es decir, los hogares de la Argentina. Necesitamos recuperar una mirada que nos permita ver a la familia en tanto institución, como ámbito de socialización que trasciende lo privado. Pues es allí, en donde aparecen con mayor crudeza nuestros riesgos.
¿Solo vamos a exigirle al Estado más policía, más seguridad pública, más control callejero? ¿En qué momento le pedimos que intervenga en la red familiar? ¿De qué modos permitiremos que lo haga?
Necesitamos un Estado que atraviese los hogares en sus múltiples formas de constituciones familiares. Es en ellos en donde más se reproducen, producen y sustentan los dispositivos de poder patriarcal y la violencia hacia las mujeres y disidencias.
El Estado debe atravesar esta institución de modo público a través de:
-La escuela y la universidad
-El sistema de salud
-El sistema Judicial
-Espacios de trabajo
Y justamente, es en estos ámbitos en donde las Organizaciones populares podemos y debemos intervenir. Son los espacios que forman y estructuran a les individues desde su infancia, su formación, su vinculación con el trabajo. Son estos ámbitos los que configuran “el deber ser, lo correcto e incorrecto, las pautas de convivencia, las normas sociales”.
Una batalla que es cultural pero que también nos demanda organización gremial y de base para transformar las instituciones, sus códigos, leyes, protocolos, normativas.
Es tarea de cada movimiento poder definir las luchas que debemos dar en cada ámbito, reconociendo en cada instancia contra qué parte del Estado estamos dirigiendo nuestra demanda, es decir, contra qué actores político- institucionales.
Sigamos fortaleciendo la organización popular, como respuesta practica y política al sistema patriarcal.
#NiUnaMenos #VivasNosQueremos