Ni Una Menos: Hace seis años gritamos y no nos callamos nunca más
Por Belén Ruiz Diaz | Foto: Majo Grenni
Tres de junio de 2015, plaza de los Dos Congresos. Trescientas mil mujeres exclamando “Ni Una Menos”. Un femicidio cada 36 horas. Las mujeres se hartaron y dijeron “Basta” ¿Que le dio el puntapié a esto? El femicidio de Chiara Paez, una adolescente de 14 años asesinada por su novio en la Provincia de Santa Fe. ¿Antes de ella? Daiana García, encontrada asesinada el 10 de mayo. El primer “Ni Una Menos” dió lugar a una la expansión del movimiento feminista, no solo a nivel nacional y latinoamericano, sino a nivel mundial.
Antes de esta fecha, no existían relevamientos oficiales sobre femicidios; el único existente con datos no oficiales era el Observatorio de Feminicidios en Argentina Maricel Zambrano, perteneciente a la ONG “La casa del Encuentro”. A partir del #3J, uno de los pasos más importantes fue el establecimiento de un registro de femicidios oficial por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. También se creó el Observatorio “Ahora que si nos ven”, que realizan un registro de feminicidios a partir del análisis de medios gráficos y digitales de todo el país.
Por otro lado, cambiaron las formas en las cuales se comunican los femicidios. Los medios de comunicación, aunque a algunos todavía les cueste, lograron entender que titulares como “Crimen pasional” o “La mató por celos” no reflejaban, ni reflejan lo que pasa en nuestro país. A las mujeres no nos matan por celos, o por pasión, nos matan por el simple hecho de ser mujeres. También, de a poco, se logra dejar de patologizar al femicida. El hombre que mata no es un loco, no es una persona que tuvo un brote psicótico, no es alguien que no sabe lo que está haciendo. Es una persona sana que sabe qué está haciendo, que sabe que mata a una mujer porque no la puede tener, ya sea bajo su mando, como su pareja, o como la deseada.
Luego del #3J se abrieron debates, se cuestionaron maneras, formas, se empezó a deconstruir el pensamiento machista de la sociedad en la cual vivimos. Es claro que todavía queda un gran camino por delante, pero el poder reconocer las distintas formas de violencias que existen, pedir ayuda y lograr salir de ahí gracias a las diferentes redes de contención, también fue una de las grandes victorias que tuvo esa fecha.
¿Qué muestran las estadísticas 6 años después?
Lamentablemente, las estadísticas no cambian. Siguiendo los informes del Observatorio de Violencias de Género "Ahora que si nos ven", en Argentina se comete un femicidio cada 35 horas. Si bien la brecha se amplió con respecto a 2020 (en dicho año fue un femicidio cada 29 horas), esto no significa que estamos mejor. Las mujeres y disidencias siguen siendo asesinadas. Los números siguen mostrando que el lugar más inseguro es el hogar y los victimarios siguen siendo, en su mayoría, sus parejas.
Además, se evidencia la falta de Justicia: el mismo organismo detalla que solo en 2020, 2 de cada 10 víctimas habían realizado una denuncia previamente, y 19 de un total de 298 tenían medidas de protección y aún así fueron asesinadas. Esto muestra que no alcanza solamente con capacitar en la Ley Micaela a las distintas instituciones y organismos encargados de proteger a mujeres y disidencias. Es necesario una reforma judicial feminista que ponga en foco la protección de las mujeres y castigue de manera real a los femicidas.
Por otro lado, es necesario y urgente educar a las nuevas generaciones con la ley de ESI, para que las nuevas masculinidades puedan cuestionarse y reconocer que es importante desterrar esta sociedad machista y patriarcal que se lleva la vida de tantas por año. Es fundamental que las relaciones sean más igualitarias, ya que el puntapié inicial de esta cadena de violencias es, justamente, la desigualdad de género. Las nuevas generaciones deben poder erradicar de una vez, y para siempre, la violencia de género y crear una sociedad que vele por el amor, la igualdad y la libertad.