Marta Dillon: "Para sostener el individualismo hay que tener mujeres calladas y sumisas en las casas"
Por Soledad Allende
Marta Dillon es periodista de Página 12 y referente de la asamblea Ni una Menos. Dos espacios que fortalecieron la lucha de las trabajadoras de la línea 144 por la reincorporación de las trabajadoras y la estatización de la línea. En el marco del Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, Dillon expuso en el panel que organizaron las trabajadoras de la línea 144.
Su exposición giró en torno a la funcionalidad que para el liberalismo tiene el desarrollo de las violencias a las personas feminizadas, la banalidad del discurso oficial frente a la problemática de la violencia de género, y la necesidad de potenciar los feminismos populares desde su particular posición sociopolìtica: La construcción de una pedagogía que se oponga a la pedagogía de la crueldad, politizando la esfera de la reproducción de la vida.
“Estamos transitando un contexto muy doloroso, con muchos femicidios, cierta falta de reacción y cierto cansancio en el cuerpo. Porque el neoliberalismo no sólo es una política económica, es una política de los cuerpos, y tiene planes bien determinados para las mujeres y los cuerpos feminizados”, señaló Marta Dillon.
Además, la periodista afirmó: “Todos esos discursos oficiales sobre el emprendedurismo, sobre que a ésta fiesta hay que pagarla, están alojados sobre nuestras espaldas, sobre las mujeres, las trans, las lesbianas, las maricas, sobre todos esos cuerpos que están destinados por este sistema patriarcal a sostener lo cotidiano. Mantener las casas, y mantenerlas cerradas, para que sean esos espacios donde los lazos comunitarios se cortan”.
“Ésta es una estrategia que debemos darnos, abrir las puertas de nuestras casas. Porque el hambre tiene género, porque la gestión de la poca comida que llega a los barrios es trabajo de las mujeres. ¿Cómo pensamos la violencia machista sino pensamos la exigencia permanente que significa para las mujeres sostener y aguantar las violencias que no se acaban en las relaciones interpersonales, sino que tienen que ver con el convencimiento de que es el propio esfuerzo el que nos va a sacar adelante?”, cuestionó Dillon.
“El 3 de junio marchamos juntas, parece que pasó un siglo. Hay algo central en pensar en las compañeras que están atendiendo en ésta Línea, y en esto que se repite casi como un mantra: “Llama a la línea 144”, descorporizando quien está del otro lado. Esto es recoger las heridas sin poner en cuestión lo que está detrás. La autonomía no se puede plantear sin poner en cuestión la propiedad privada sobre nuestros cuerpos. El cuidado no es una tarea de las familias, y de las mujeres, es una tarea colectiva, y debemos poner en el centro de esas tareas, la noción de que es trabajo. Pero también, de que ese trabajo es necesario para la vida. Tenemos que construir lazos que nos permitan, no salir de la violencia, sino aislar la violencia. La violencia es un instrumento fundamental que tiene el patriarcado en su alianza con el capitalismo y el neoliberalismo. Para sostener el individualismo hay que tener mujeres calladas y sumisas en las casas que estén soportando”, sentenció la periodista de Página 12.
Asimismo, la eferente de la asamblea Ni una Menos sostuvo que: “El presupuesto del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) dice lo que para el gobierno nacional vale la vida de las mujeres, y del INAM sólo vemos una alianza con una empresa privada de capital norteamericano y que propone empleo precarizado para las mujeres, para poner en circulación unos videos sobre la violencia machista. En estos videos los varones hablan entre ellos sobre lo que significa la violencia machista. Y lo quiero señalar, porque ahí está el paradigma: Dos varones que lejos de pensar la construcción de poder, lejos de pensar lo que significa la construcción de masculinidad, toman la violencia como algo de lo que no se dieron cuenta, y hacen jugar en ello toda una escala de valores que están hechas para reproducir la violencia, como si fuera una cosa que se habla entre ellos, y que si no podés cuestionar lo fundamental, al menos aprendas a moderar alguna conducta, poniéndonos en el lugar de puras víctimas”.
“Nosotras venimos pensando hace muchos años, con el inicio de los encuentros nacionales de mujeres, y luego al calor de los movimientos piqueteros, las asambleas en el puente Pueyrredón y las ollas populares. Las ollas populares son la respuesta a esta casa cerrada que nos propone el modelo neoliberal, porque cuestionan el poder desde el lugar de la lucha y de la reproducción de la vida. En los años ‘90 cuando aparecieron las Amazonas del Bajo flores para dar respuesta a la violencia machista, pudimos encontrarnos entre nosotras y reconocer que no son problemas individuales. No podemos pensar la violencia machista por fuera del ámbito del trabajo, ni podemos pensar los conflictos del mundo del trabajo por fuera de la óptica de la economía feminista”, dijo Dillon .
Por último, la periodista señaló: “El género ha sido un vector de politización para muchas mujeres. Y hoy la contradicción principal es con el neoliberalismo. Nosotras tenemos una genealogía propia dentro de los feminismos, y que tiene que ver con la experiencia de abuelas, con la experiencia de las militantes de los ‘70, todas experiencias que fueron interrumpidas. El feminismo puede construir una pedagogía del cuidado, de la ternura, que se contraponga a la pedagogía de la crueldad que es propia del neoliberalismo, y esto no porque las mujeres seamos más amorosas, sino porque ponemos en el centro de nuestras demandas la dignidad de la vida. Y en el centro de la dignidad de la vida, está el deseo. Sigamos construyendo una autonomía donde nadie suelte la mano de nadie. Nuestra fuerza está en las compañeras que están reclamando sobre la economía y la política que se monta sobre nuestros cuerpos”.