Paula Arraigada: “Me niego a afirmar que la Ciudad de Buenos Aires es gorila”
Por Noemí Arzamendia | Fotos: Camila Alonso Suárez
Eva Paula Arraigada prefiere que la presenten siempre como peronista, activista trans, feminista e integrante del Casa Cultural y Política “Nelly Omar”, en donde nos dimos cita para charlar amenamente de todo un poco, pero sobre todo de política. Desde hace varios años viene militando no sólo por la causa trava y trans sino también por la inclusión y la igualdad en general, lo que le valió el título de “La Evita de las travas”. Su militancia y convicciones inclaudicables la convirtieron en asesora parlamentaria para lograr la ley de Cupo e Inclusión Laboral Travesti-Trans y nos brindó su opinión sobre cómo seguir para adelante después de su efectiva sanción.
Un centro cultural que proyecta poder popular
Entrar al centro cultural es sentirse bienvenida por la calidez que emana el lugar a pesar de estar cerrado hace más de un año y medio por las restricciones pandémicas y haberse convertido en este último tiempo en lugar de acopio de ropa de cama y comestibles para las compañeras trans a las que la colectiva ayuda en estos tiempos tan duros.
“El espacio está creado con amor pero también tiene que ver con resaltar la construcción de poder popular reivindicando la memoria de quienes nos precedieron”, me cuenta Paula. Quiso bautizarlo con el nombre de Nelly Omar porque para ella representa un símbolo de resistencia luego de haber sido proscripta y perseguida por ser peronista, tal como el mural que muestra orgullosa con fotos de varias actrices de diferentes épocas “todas peronistas”, afirma con luz en sus ojos y una sonrisa cariñosa, como si hablara de su familia.
La ley de identidad de género las decidió a Paula y a sus compañeras a crear La Nelly Omar, porque, “tal como hizo Eva al darnos el voto, Cristina nos dio la identidad de género, un nuevo derecho logrado en un gobierno peronista”, recalca.
Hace ya varios años decidió entrar a militar con un movimiento social a la villa 1-11-14. “Esto también se refuerza con un sueño recurrente que tenía: soñaba a Cristina que me decía ‘no estás haciendo nada’. Los sueños transcurrían en lugares loquísimos”, recuerda. (Risas).
PA: Militar en el barrio me terminó de cerrar todo. Los sueños empujaban, pero cuando ves la necesidad que conocés en el barrio, no la que suponías, sino la real, entendés que ahí hay que poner el acento. Hay necesidad de que se los escuche y que se les pueda atender a través de esa escucha. Hoy es el bolsón de comida, pero en ese momento eran otras, como por ejemplo, tener agua potable, tener una plaza. Cuando abrimos este lugar lo pensamos como un espacio de encuentro.
APU: También desde lo geográfico. El Nelly Omar está en el límite con varios barrios sureños, entre Pompeya, Caballito, Flores…
PA: y Parque Chacabuco. Cerca de todo. Por eso está armado como un living pero, sin ser invasivas, y permitirles que cualquiera pueda entrar. Ofrecer un poco de amor sin sentirse excluídos.
El Peronismo en la Ciudad
APU: ¿Qué le pasa al peronismo en la Capital Federal, por qué no puede gobernar?
PA: Yo pienso que aún no hemos tomado la decisión política de gobernar la Ciudad de Buenos Aires. Esto tiene dos caminos: primero la afirmación de querer ganar una elección. Si bien está el deseo, no está la afirmación. Otra cosa es poder entender el electorado de cada territorio. El peronismo tiene un discurso muy enfocado hacia los humildes. Si bien hay partes de la ciudad que están habitadas por una clase muy humilde, la mayor parte de la ciudad es habitada por la clase media y media alta. Esa clase media ha tenido un ascenso social, por políticas económicas que llevó adelante el peronismo, pero quizás no hemos podido contar de qué forma logró ese electorado el ascenso social, con qué políticas públicas se la favoreció. Quizás también entender que el derecho a comer todos los días no es el único. Tenemos grabado que donde hay una necesidad existe un derecho. Esto pasa por otros aspectos también, o necesidades más pequeñas. Cuando una vecina te dice que necesita que le poden el árbol porque le está rompiendo la vereda, o que necesita barrido es claramente una necesidad para ella, con lo cual tiene una urgencia sobre esa necesidad particular, que también hay que atender. Que en el medio de la villa haya una plaza, genera bienestar, o un polideportivo, son las cosas por las que tenemos que ir. Y sobre todo el proyecto que tenemos hace mucho tiempo, que no habla de excluir a nadie, sino todo lo contrario, de fortalecerse desde lo que se construyó (y que otros proyectos han venido a destruirlo) y a ofrecer mejores alternativas. Esas alternativas deben hablar de la transversalidad. Hoy hay un corredor, de Av. Rivadavia para el norte que vive mejor, y otro para el sur, que son más olvidados. Hablamos de una transversalidad que tiene que ver con la distribución de la riqueza, que no es quitarle nada a nadie, sino desde el lugar que corresponde, en este caso es la Jefatura de Gobierno, distribuir de manera más equitativa los impuestos y lo que genera de multas, y poder auspiciar desde la Legislatura porteña, que se garantice esa distribución. Que los recursos del Estado sean para todos y para todas. Hasta ahora hemos visto en el modelo neoliberal que gobierna la Capital Federal, que la riqueza del Estado va a para un sector rico y para el otro, lo que sobra. Lo vemos en un ejemplo simple: cuando se instalaron las volquetas de basura, las de la zona norte estaban limpias, preciosas y tenían un sistema más lindo para descargarlos. Las del sur eran diferentes, de otro material, más toscas. Esto es porque cuando el rico gobierna la ciudad, le da lo peor al pobre. Esa mentalidad es la que hay que cambiar. También hay que visualizar que las mejoras que ha tenido la ciudad se dieron durante el gobierno de Cristina. Cuando gobernó Macri, no avanzó en casi nada y empezamos a vivir peor. No hay que suponer que las decisiones son sólo del gobierno de la Ciudad.
APU: Hay un imaginario generalizado de que el peronismo viene a sacarle al que tiene para darle al que no tiene, que no trabaja, no estudia y no hace nada. Y hay otro imaginario muy fuerte de que la Capital es rica y gorila, por lo tanto que la pobreza no importa porque no es tan grave. ¿Cómo crees que se puede modificar ese imaginario desde un lugar Legislativo?
PA: Desde el vamos no concuerdo con esa afirmación. Me niego a pensar que Buenos Aires, una ciudad con gente con la que convivo todos los días, sea gorila. Que no pueda tener un poco de buenaventura o de amabilidad con el resto. Cuando alguien necesita algo en esta ciudad, todos y todas salen a aportar. Es cierto que la concentración de la riqueza hace que muchos y muchas no sean amorosxs con el peronismo, lo cual no implica que sean todos gorilas. Lo que necesitamos es dialogar desde otro lugar, con más amor, para que ese electorado nos acompañe. Las desigualdades están planteadas hace muchísimo tiempo y aún no se han podido resolver. Me parece que para disminuir la desigualdad hay que hablar en términos concretos. El gobierno actual de Larreta lo que hace es levantar muros para que la pobreza no se vea. Pero nosotras, que la hemos vivido y padecido en carne propia, lo que entendemos es que hay que buscar mejorar la calidad de vida en general. Eso lo que va a hacer, es que las clases más vulneradas tengan un ascenso social y que las clases medias sean más fuertes. Recordemos que la clase media no existía antes de Perón. Antes de Perón sólo había o pobres o ricos. Entonces, no se termina de comprender por qué puede haber una idea de que Buenos Aires es gorila. Hay una imposición desde los medios que tratan de instalar que la ciudad es individualista, egoísta, pero hay muchas situaciones que nos permiten afirmar lo contrario. Lo que tenemos que hacer como proyecto político es encontrar la forma de enamorar. Eso es lo que viene y en lo que estamos trabajando hace un par de años.
Te pongo un ejemplo: en nuestro movimiento teníamos muchas compañeras que no estaban de acuerdo con el aborto legal, seguro y gratuito. Por eso nos llevó varios años el debate interno. ¿Qué íbamos a hacer, cerrarles el discurso y dejarlas a un lado? Lo que tuvimos que hacer es dialogar y convencer, respetando el pensamiento de la otra, y en todo caso hacer un trabajo de hormiga, para ir muy despacio modificando ese pensamiento en torno a un pensamiento mejor. No quiere decir que sea un pensamiento único, sino un pensamiento que entendemos, es lo mejor hasta el momento, porque muchas coincidimos que lo es por ahora. Construir poder popular fue ir a buscar a las y los que no creían en esta política con el empuje de los y las que ya estaban convencidxs que era lo correcto. Creo que la clave es cómo nos comunicamos e ir de abajo para arriba, ver cómo los y las militantes nos comunicamos entre nosotros, desde una postura o de otra. Fuimos a buscar a los pibes y las pibas que creían que la política era sólo para que se enriquecieran los políticos, a quienes siempre vieron cómo pasa la historia como quien mira por la ventana, no siendo partícipes, y les demostramos que la política es una herramienta para transformar la realidad. Entender eso fue un gran trabajo. Lo mismo pasó con las travas y el cupo.
La Ley de Cupo Laboral Travesti-Trans
APU: Fuiste parte de la asesoría para la ley de Cupo Laboral Trans y una de las principales impulsoras en la Cámara de Diputados, ¿cómo fue esa lucha?
PA: Mi lucha por el cupo laboral viene de mucho antes, desde finales de 2015 cuando nadie hablaba de esto. A pesar de que se había sancionado en la provincia, en el resto no, y ni siquiera nosotras teníamos conciencia de lo que significaba. No sé por qué, quizás por el hambre que vivíamos todas, el tomar conciencia de que esa ley es una puerta para salir de ahí. También nos hizo click el haber perdido la elección. Mientras estuvo el gobierno de Cristina hubo un cambio muy importante. Antes de su gobierno, desde chicas, nunca tuvimos una ayuda, ni un bolsón de comida, ni un plan social, ni sabíamos que podíamos tenerlo. Cuando llegó la ley de identidad de género se empezaron a abrir nuevas oportunidades. Nosotras sentíamos que había que pertenecer a todos los espacios. Por eso también la lucha es política. Si vos necesitabas ir al supermercado, tenías que ir a plena luz del día a comprar para que la gente se acostumbre a que vos eras una más que el resto. Cuando podíamos tomarnos vacaciones e íbamos a Mar del Plata (que en esa época se podía), con una amiga íbamos a una playa lejísimos; tardábamos horas en ir y volver, porque era más cuidado, más LGBT, pero estábamos parando a dos cuadras de la Bristol! Entonces dijimos, “no, tenemos que animarnos e ir a la Bristol. Si nos pasa algo, volvemos corriendo”. Así que fui con una bikini blanca y mi amiga con una negra con voladitos de colores. Debe haber sido una imagen dantesca (risas), pero todo lo demás en la playa lo era. Estaba la señora que comía choclo, el señor con su barriga prominente y su conservadora de cervezas, la otra que te clavaba la sombrilla, mostrando sus cuerpos con total desparpajo. Nosotras mostramos nuestros cuerpos con el mismo desparpajo. Y nadie, absolutamente nadie, nos dijo nada, más que “¿quieren esto? ¿Quieren aquéllo?”. No me sentí nunca como sapo de otro charco. Allí sentimos que el avance había que darlo. Dejamos de ir a bailar a los boliches LGBT para ir a los que iba todo el mundo y fuimos ganando cada vez más confianza. El problema fue cuando perdimos la elección. Esos pasos hacia adelante se fueron todos para atrás. Volvieron las redadas, las encarcelaciones. No sólo fue un retroceso en lo económico, sino en todos esos avances que íbamos teniendo como sociedad. Tuvimos que retroceder para defender a las que antes tuvieron la posibilidad de conseguir algo mejor. Ahí surgió la necesidad de ir por una protección del Estado para conseguir trabajos más formales. La idea no estaba demasiado organizada, y teníamos escasa militancia. Entonces se nos ocurrió salir a buscar gente que se quiera sacar una foto que diga “yo banco el cupo laboral trans”. Salíamos a hablar con gente, en un discurso tosco, nada armado, porque decíamos lo que sentíamos. Pero hacer esto nos dejada devastadas porque era exponer nuestros dolores y ver que del otro lado, no se nos escuchaba. Fue un tiempo doloroso y difícil. Por esos días comíamos lo que podíamos. Luego tuve la suerte de que Gabriel Fuks me invitara a trabajar en su despacho en la Legislatura. Fue una experiencia increíble.
APU: ¡¿Fue tu primer sueldo? ¿Hace cuántos años pasó?
PA: En el 2017. Cobrar mi primer salario digno fue una sensación increíble. Obviamente pensé que si yo pude, las demás también deben poder. Esto me dio más fuerza para llevar adelante la lucha. Así un día surgió una reunión en el Instituto Patria. Yo quería ir, pero Gabriel me dice que no, que era sólo para los legisladores. Lo pensé, yo ya me había vestido y puesto diosa para ir, pero esperé y pensé, ya eran como las 7 de la noche. Me dije “perdido por perdido, yo voy igual”. Para mí eran tiempos de ser muy caradura. Fui con una amiga. Nos encontramos con alguien que nos conocía y nos dejó entrar. Queríamos explicarle a Cristina pero no fue tan fácil. Y fue como en el sueño. Ella viste cómo es, “pero ustedes quieren esto, cómo es, explíquenme” ¡Era explicarle a Cristina! ¡Nos hizo un examen de militancia!
APU: ¿Cuál era el objetivo, además de ver a Cristina?
PA: ¡Que se sacara la foto con el cartel! Cuando lo logramos, ya está. La oposición empezó a tomar también el tema, además del resto del espacio y los sindicatos. Porque cuando la líder marca algo, el resto empieza a alinearse. Es así.
La irrupción del Feminismo Popular
APU: Es como vos decís, primero tuvieron que convencerse ustedes internamente.
PA: Pero también pasó algo mucho más maravilloso: la irrupción del Feminismo Popular. Hasta ese momento el feminismo estuvo siempre comandado por una hegemonía que trasladaba nuestras necesidades. Nosotras estábamos abajo, escuchando lo que necesitábamos. Hasta que en una de las asambleas del 3J para el Ni Una Menos (2018), salieron un montón de identidades: las putas, las travas, las gordas, las afro, las originarias, las sordas, las ciegas (estas últimas que por ahí siguen invisibilizadas en el movimiento), que se pararon para decir que no quieren que la voz de una mujer blanca nos venga a decir lo que necesitamos. Y ahí se rompe el esquema para que salgan todas estas identidades (que estaban, siempre estuvieron, pero veladas por las otras), que ni siquiera tenían la palabra. Se arma una discusión feroz, un revuelo que desarmó todo lo que se estaba planteando. Con la ayuda de las compañeras afro y originarias pudimos decir con voz propia lo que necesitábamos, y ahí empezamos a hablar. Cuando nos hicimos discurso, ya no éramos solo las travas pidiendo opciones laborales, sino que también las otras identidades, también vulneradas, desde la sororidad, y no desde el maternalismo, tomaron nuestra causa y la hicieron propia. Sin arrogarse ser ellas las tutoras de las travas, sino a la par nuestra. Eso más el apoyo político lograron una marea imposible de parar. Faltaba la voluntad política. El plafón de la base del Feminismo Popular estaba desde hace mucho. Con todo eso se generó el apoyo para que las travas tengan otras opciones laborales que no fuera solamente el trabajo sexual.
A partir de ahí armamos una colectiva y nos pusimos a trabajar. Hoy es un tiempo para agradecer: a la voluntad política, a todo el colectivo travesti-trans que militó esto con tanta pasión, pero también al feminismo. Porque sin ese feminismo nos hubiera faltado una pata. Sentir el abrazo de nuestra causa por parte del feminismo popular es una emoción enorme y hermosa. Habla de la legitimidad de la causa, de la búqueda y de sentir que se está del lado correcto.
El paso que viene para legitimar la ley de cupo laboral travesti-trans
APU: Tenemos la ley de cupo trans. ¿Qué se viene de ahora en adelante?
PA: Ahora falta la decisión política de que se cumpla. La ley ya está firme y ya se puede incorporar a las personas trans. Nos faltan la reparación histórica para las personas trans mayores que sufrieron la violencia institucional durante tantos años y una reparación más: los derechos políticos. Tal cual lo hiciera Evita cuando nos dió el voto femenino en 1951 que permitió a las mujeres no sólo votar, sino también ser electas. En la actualidad tenemos a nivel nacional diputadas lesbianas, diputados gays. En la Ciudad, hay legisladoras lesbianas y tuvimos legisladores gays. Lo que no hemos tenido nunca es ni una diputada, ni concejala, ni legisladora trava o trans. El paso que viene para legitimar lo que se ha dado es tener en todo el país a compañeras trans y travestis en las listas, pero también en las bancas. El peronismo más que decir, hace. Todo el apoyo del feminismo, de varones que también se unen al apoyo de la causa, necesita la legitimación concreta en las bancas de la paridad de las mujeres cis y también de las trans. Pero no sólo por representar a un colectivo, sino también a una clase social. Es la clase social que hoy está siendo vulnerada por la pandemia y necesita una resolución pronta en temas de vivienda, salud, educación. Esa es la población a la que representamos. El hambre que viven en los barrios, también lo vivimos las trans. Estas demandas van a ser trasladadas siempre con militancia, con convicción, con sentido común, pero también con alto grado de lealtad. Una lealtad firmada con el corazón y con los sueños. La decisión política no es del pueblo, el pueblo ya decidió. Falta la decisión de quienes tienen la lapicera para anotar los nombres en las listas.
APU: ¿Estás lista para ser candidata a legisladora por la Ciudad de Buenos Aires?
PA: Vengo preparándome hace muchos años. Creo que desde el momento en el que decidí hacer política. Todo lo que se lleva en el corazón, en los sueños y que se materializa en los espacios donde me desempeño están listos para convertirse en política pública. Yo he trabajado desde hace años para lograr un objetivo que es de los peronistas, pero que excede a los y las peronistas a los y las antiperonistas, a la izquierda y la derecha: Lograr la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación. Estas pueden ser unas palabras escritas en un renglón, pero para mí es parte del legado que nos dejaron quienes nos precedieron, como por ejemplo, Mariela Muñoz, una gran peronista, una gran madre y luchadora, que fue borrada de ese feminismo hegemónico por su identidad partidaria. Nosotras la reivindicamos, como reivindicamos a Nelly Omar. Pero también tenemos grabado a fuego el legado de Perón y de Evita, el legado de Néstor y la fuerza de Cristina. Soñamos en construir poder popular, con los que piensan igual, pero también con los que piensan distinto. Es la única manera que tenemos para lograr ese sueño que tenemos los y las peronistas: Que reine el amor y la igualdad.