Arabia Saudita: ¿Somos cómplices de una monarquía absolutista y asesina?
Por Carlos Iaquinandi Castro, desde Catalunya (*)
La riqueza del reino Saudita oculta una estructura absolutista, un Estado represor en lo interno y agresor en lo externo. Su potencial petrolero y su situación geográfica lo convierten en aliado indispensable de los Estados Unidos y de las denominadas “potencias occidentales”. Es el mayor exportador de crudo del mundo. Puede extraer diez millones de barriles de petróleo diarios.
Quizás esto explique la “tolerancia” internacional hacia este país árabe que gobierna sin libertad de expresión, con penas de muerte por decapitación y públicas, con denuncias por financiar el terrorismo islámico, reprimiendo a las minorías no suníes y prohibiendo cualquier otro culto religioso.
Aquí no hay posibilidades de “primaveras árabes”, porque los saudíes viven en un “invierno” permanente de controles, censuras y represión. Las mujeres sufren un sometimiento ancestral. Pero el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, verdadero vértice del poder real, ha disfrazado con medidas cosméticas los más oscuros aspectos de su régimen, entre ellos, el de una corrupción hereditaria.
Una intervención unilateral contra el pueblo yemení
Pero sus aspiraciones de control geoestratégico son las que en los últimos años le llevaron a extender sus acciones más allá de sus fronteras. Cuando en Yemen los rebeldes utíes (de confesión chiita) se alzaron en el 2015 contra el gobierno corrupto del presidente Mansour Hadi, éste se refugió en Riad, la capital Saudí. Tiempo después, este país inició una serie de ataques unilaterales contra Yemen, castigando duramente a la población civil. Las Naciones Unidas hicieron tibias condenas y a pesar de que todos los gobiernos conocen esa arbitrariedad criminal, los bombardeos se repiten desde hace más de tres años. El 9 de agosto pasado el objetivo fueron autobuses que transportaban escolares. La Cruz Roja denunció 50 muertos y 77 heridos. UNICEF expresó su “horror” por el ataque. No hubo sanciones. Periódicamente Arabia Saudí ataca incluso los abastecimientos básicos de alimentos y medicinas para la población, aplicando de hecho un bloqueo a las ayudas internacionales.
El tercer mayor presupuesto de defensa del mundo
La BBC apunta que de acuerdo con el último reporte (2017) del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, Arabia Saudita tiene el tercer presupuesto militar más grande del mundo.
El primer país proveedor de este material de guerra es, por mucho, Estados Unidos. Luego le siguen, y en ese orden, Reino Unido, Francia, España, Suiza, Alemania, Italia, Canadá, Turquía y Suecia. El año pasado, el reino saudí, firmó con Estados Unidos un acuerdo por la compra de armas por 110 mil millones de dólares, con posibilidades de extenderlo a 350 mil millones en los próximos diez años.
El vínculo entre las monarquías
España ha mantenido unas relaciones estrechas con Arabia Saudí, básicamente a partir de los vínculos entre las casas reales. Eso incluye la venta de armamento, que se multiplicó a partir del 2013. El rey Felipe VI visitó Riad el año pasado (foto), y su séquito estaba integrado por directivos de grandes empresas españolas, entre ellas las principales del Ibex 35 que está compuesto por los valores más representativos que cotizan en bolsa.
Recientemente el nuevo gobierno español intentó cancelar una operación de venta de misiles al gobierno saudí, pero éste amenazó con anular el encargo de construcción de cinco fragatas en los astilleros españoles de Navantia, lo cual obligó a Pedro Sánchez a suspender esa medida alegando que afectaría directamente a centenares de trabajadores.
El año pasado España incrementó en un 133 por ciento ese comercio bélico, triplicando el apartado de municiones. Amnistía y otras ONGs denunciaron que no se verifica dónde son utilizadas, pero resulta evidente la coincidencia con los cuatro años de ataques indiscriminados contra el pueblo yemení. The Washington Post señaló que han muerto más de 50 mil personas, la asistencia médica es casi inexistente y se extienden el hambre y enfermedades como el cólera.
Crimen sin fronteras
Pero la trayectoria criminal del reino saudí sumó en los últimos días un suceso estremecedor: el asesinato de un periodista saudí, crítico del príncipe y que residía como exiliado en Estados Unidos, donde trabajaba en The Washington Post. Se trata de Jamal Khashoggi quien entró en el consulado saudita en Estambul, donde había sido citado para retirar un documento, pero nunca salió del edificio.
Según testimonios, allí fue torturado, desmembrado y asesinado. El gobierno turco probó que, horas antes, habían llegado a ese país en avión privado, quince miembros de la seguridad saudí, a quienes se supone ejecutores del crimen. Pero la autocracia turca, permitió que esos sospechosos volvieran de regreso a Riad pocas horas más tarde, e incluso también la marcha del embajador, quien legalmente podría tener responsabilidad en lo sucedido.
Tras quince dias de silencio, la monarquía reconoce el crimen
En las últimas horas y tras sostener durante más de dos semanas que Khashoggi se había retirado ese mismo día del consulado, el gobierno Saudí admitió que el periodista “murió allí durante una riña con varias personas”. Pero, simultáneamente, afirmó que han sido detenidas “preventivamente” dieciocho personas, y separados de sus puestos un asesor real y el número dos de los servicios de inteligencia Ahmed Al Asin.
El diario norteamericano donde trabajaba el periodista asesinado, publicó que las autoridades turcas habrían entregado pruebas de lo sucedido a los servicios de inteligencia norteamericanos. Afirma el periódico que “las grabaciones de audio en el interior exponen lo que ocurrió a Jamal después de entrar. Se puede escuchar su voz y la voz de hombres hablando en árabe. Puedes oír cómo fue interrogado, torturado y asesinado”.
Turquía y Estados Unidos “preocupados”, pero encubrirán el crimen
El gobierno turco no tuvo más remedio que denunciar la torpeza o audacia de los asesinos saudíes en su territorio. Las evidencias eran abrumadoras. Tanto Erdogan como Trump, mostraron preocupación, pero terminarán encubriendo al régimen saudí o admitiendo falsas coartadas. Tump recordó que “Arabia Saudí es un aliado y un comprador tremendo de equipos militares y otras cosas”. Añadió que de esas ventas dependen miles de puestos de trabajo en Estados Unidos.
Al admitir Arabia Saudí la muerte del periodista en el interior de su consulado en Estambul, Trump dijo que esa versión le parecía “creíble”. Volvió a mencionar que el reino “es un país muy rico, con compras e inversiones comprometidas con Estados Unidos”. Para él, los comportamientos criminales y contrarios al derecho internacional, son cosas menores. Lo demuestran sus propias acciones con desprecio por los derechos humanos, como el trato represivo y cruel con los migrantes latinoamericanos, que precisamente huyen de países donde las intervenciones de Estados Unidos han facilitado la existencia de gobiernos que hambrean y reprimen a sus pueblos.
Uno de los posibles asesinos del periodista muere en accidente
Uno de los integrantes del grupo de sicarios saudíes que llegaron a Turquía horas antes de que Khashoggi fuera asesinado en el consulado de Estambul murió en Riad tras un accidente en circunstancias no precisadas. Según el diario turco Yeni Safak, se trata de Mishan Saad Albostani, quien sería un oficial de la Real Fuerza Aérea Saudí. El diario apunta que posiblemente Albostani fue “silenciado”.
Podría suspenderse una cumbre económica en Arabia Saudí
El impacto del grado de barbarie que describen los datos disponibles sobre lo sucedido en el consulado determinó que muchos de los grandes personajes que tenían que participar la próxima semana en una cumbre económica en Riad, denominada “Davos del Desierto”, hayan cancelado su presencia. Entre ellos, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, la directora del FMI y el presidente del Banco Mundial. También directivos de las grandes multinacionales. Era demasiado chirriante que estos personajes del poder económico aparecieran en Riad para hablar de sus negocios como si nada hubiera sucedido.
Pero me temo que este desplante será efímero y coyuntural. Simplemente para guardar las formas. Son tiempos difíciles. Nos estamos acostumbrando a que se pisoteen derechos y libertades. Y para ello cuentan con el control casi total de los medios de comunicación desde los que bombardean diariamente a los ciudadanos.
El gobierno turco “busca” el cadáver del periodista asesinado
Las autoridades turcas continúan buscando el cuerpo de Khashoggi, ya que presumen que en algún momento fue sacado en uno de los vehículos consulares.
Esta búsqueda parece un simple engaño para entretener a los medios y para ocultar que el gobierno turco no pretende el verdadero esclarecimiento del crimen.
La monarquía saudí reconoce que Khasogghi murió en el interior del consulado. ¿Porqué las autoridades turcas no reclaman la entrega del cuerpo para realizar su autopsia o hacer las pruebas judiciales pertinentes para determinar las causas de su muerte?
Y se supone que también tienen derecho al mismo reclamo sus familiares. Aclarar dónde está el cuerpo del periodista es total responsabilidad del gobierno de Arabia Saudí.
Artículo póstumo de Khashoggi
The Washington Post publicó un artículo del periodista asesinado que llegó al diario el 3 de octubre. Allí Khashoggi menciona un informe de Freedom House que apunta “el mal estado de la libertad de prensa en el mundo árabe”. Y añade: “una narrativa controlada por el Estado domina la psique pública y, aunque muchos no nos lo creemos, una gran mayoría de la población cae víctima de la falsa narrativa. Lamentablemente, es improbable que la situación cambie".
En ese mismo artículo póstumo, el periodista saudí asesinado critica el “silencio” de la comunidad internacional. Toda una predicción sobre lo que sucedería tras su propia muerte. Es oportuno recordar la frase de Luther King, cuando dijo: “tendremos que arrepentirnos no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena”.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL).