Francia: la incertidumbre a las urnas
Por María Constanza Costa *
Este domingo los franceses van a las urnas para celebrar la primera vuelta electoral. No sólo se define el futuro de Francia como país, sino también el futuro de la Unión Europea como región. Si bien no existe un guión escrito que nos permita conocer el final de antemano, el ascenso en las últimas semanas del candidato de La Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, configura un escenario a cuatro para canalizar el descontento con los partidos tradicionales (Socialismo y LR) que tienen grandes posibilidades de quedar afuera del ballotage que se celebrará el 7 de mayo.
Emmanuel Macron, es el candidato del partido ¡En Marcha!, se declara socioliberal, de centro y a favor de la globalización. Es el favorito de la elite económica francesa. Exgerente de la banca Rotschild, su candidatura es apoyada por el gobierno francés, del cual fue ministro de Finanzas. Tiene una buena relación con los medios de comunicación y es posicionado por estos últimos como el único candidato capaz de derrotar a Marine Le Pen en un ballotage, con el cual comparte la condición de “outsider político”. El propio presidente Hollande ha sugerido públicamente su apoyo a Macron, frente al temor de que Jean Luc Mélenchon llegue a segunda vuelta y en detrimento, también, del candidato de su propio partido, Benoit Hamon, representante del ala progresista del Partido Socialista, enfrentada a Hollande. Hamon va lejos en quinto lugar, sin chances para la segunda vuelta. De esta manera el presidente intenta hundir en un solo movimiento a dos de sus rivales históricos.
Envalentonada por lo sucedido en Estados Unidos, Marine Le Pen apuesta por un nacionalismo xenófobo basado en la protección de las fronteras, para cortar con los flujos de inmigración y refugio; recuperación de una política monetaria y económica, y la soberanía legislativa. Al igual que el magnate norteamericano, ha sabido donde apuntar su discurso reivindicando a los “olvidados”, aquellos ciudadanos que se han sentido desplazados, dejados de lado, a las clases populares que han sido las grandes perdedoras de la “globalización”. Trabajadores precarizados, a los cuales los distintos gobiernos tanto de derecha como de izquierda les han pedido “grandes sacrificios” -sintetizados en varias políticas de ajustes-. Esa parte de la población que se ha sentido estafada, que ve en peligro la idea de cohesión social.
Pero no sólo ha interpelado a los sectores que tradicionalmente habían votado al Frente Nacional (FN), concentrados en el sud-este mediterráneo, -zonas con mayor desocupación, inmigración y en algunos casos inseguridad-, sino también convocó a una parte de la clase media. Este “neofascismo sonriente”, como lo ha denominada el politólogo francés de origen argelino, Sami Nair, ha realizado un cambio de estrategia discursiva que le permitió recibir el apoyo de parte de la comunidad LGTBI, como así también de las mujeres que ven amenazados sus derechos frente al avance del “fundamentalismo islámico”. Un discurso que apeló al sentido común, y le permitió desarrollar su propio imaginario de “pueblo”, en una sociedad que fue atacada por el terrorismo yihadista, no termina de remontar económicamente y vislumbra un futuro incierto de la UE postBrexit.
Ciertos elementos de orden económico y social, que se pueden encontrar en las propuestas tanto de Le Pen como de Macron, ya habían sido incorporados por François Hollande en la agenda del gobierno socialista. La banalización del FN, cuando éste ha demostrado su capacidad para ir ampliando su base electoral, es el peor error en el que se podría incurrir.
Sumamente confiados en que su sistema electoral garantizará salvaguardar la República, bajo la idea de que todas las fuerzas se agruparán frente al “mal mayor”, el socialismo fránces parece dispuesto a correr el riesgo de que el fenómeno Trump se repita en su país.
El crecimiento de Mellenchón, que le disputa el tercer lugar al candidato de Los Republicanos, François Fillon, quien a principios de la campaña era el favorito para disputar la segunda vuelta con Marine Le Pen, ha sacudido el tablero político en las últimas semanas.
Con su partido, La Francia Insumisa, Mellenchón, un veterano de la política francesa, apela a un discurso basado en el antagonismo entre “ellos” y “nosotros”, la “oligarquía” y el “pueblo”; más que a la clásica división entre derecha e izquierda. En sintonía con los nuevos partidos que han surgido cuestionando el orden neoliberal y la representación de los tradicionales partidos socialdemócratas, y que se proponen “reinventar” la izquierda, como Podemos en España o el Movimiento Cinco Estrellas en Italia.
Su programa plantea convocar una Asamblea Constituyente por una Sexta República, un “proteccionismo razonable”, la reindustrialización del país y una jornada laboral de 32hs. Su base de apoyo está compuesta por jóvenes, migrantes y una parte de la izquierda urbana que ya no se siente representada por el partido socialista. Es atacado por el stablishment político y mediático que lo llama “El Chavez francés”. La Francia Insumisa apuesta fuerte a que este domingo sean dos modelos completamente antagónicos los que sean elegidos para disputar las elecciones de mayo, dejando afuera la opción de esa “ancha avenida del medio” que es el “Neoliberalismo Progresista”**, que ha venido demostrando su fracaso para frenar a la ultraderecha.
La pregunta crucial es si los votantes de La Francia Insumisa, votarían al candidato del stablishment económico como Macrón, en una segunda vuelta. O sí, sucedería como en EE.UU donde muchos votantes de Bernie Sanders se negaron a apoyar a Hillary Clinton. El final está abierto.
* Politóloga/Analista Internacional
**Término acuñado por la politóloga Nancy Fraser