“Planeta Vivo” 2018: el WWF publica su informe anual
Por Sergio Ferrari, desde Suiza
La tierra se dirige hacia un “burnout”. La naturaleza agoniza. El índice planetario de agua dulce registra una disminución del 83 por ciento en comparación a 1970 y en igual período ha desaparecido el 60 por ciento de las especies vertebradas. Especialmente en los trópicos y en particular en América del Sur y Central, con 89 por ciento de pérdidas. El reino animal vive el peor momento de toda su existencia.
Tales son algunas de las constataciones del Informe Planeta Vivo. 2018 Apuntando más alto, publicado esta última semana de octubre por WWF (World Wide Fund for Nature), ONG ambientalista con más de cinco millones de socios y una red global activa presente en una centena de países.
Situación crítica, cambios drásticos
Dicho documento, elaborado con el apoyo del Instituto de Zoología de la Sociedad Zoológica de Londres, no se limita solo a presentar una radiografía planetaria de más de 140 páginas, sino que adelanta propuestas.
Llama a definir un “nuevo acuerdo mundial entre la naturaleza y las personas… que aborde las preguntas cruciales de cómo alimentar la creciente población mundial, limitar el calentamiento a 1,5° y restaurar la naturaleza”. Teniendo como marco los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como el Acuerdo de París y el Convenio sobre Diversidad Biológica que deberán ser evaluados y revisados en los años venideros.
Además, la organización ambientalista junto con un consorcio de casi 40 universidades y organizaciones de conservación e intergubernamentales, prevén lanzar una iniciativa de investigación denominada “Revertir la Curva de la Pérdida de Biodiversidad”. Este análisis crítico, explica la WWF, “incluirá la biodiversidad en la modelación de sistemas futuros, ayudándonos a determinar las mejores soluciones integrales y colectivas y a entender las repercusiones que tendremos que aceptar para encontrar el mejor camino hacia el futuro”.
Para WWF, “pocas personas tienen la oportunidad de formar parte de verdaderas transformaciones históricas. Esta es la nuestra. Tenemos ante nosotros una ventana de acción que se cierra rápidamente y una oportunidad sin igual para entrar en el año 2020”.
Y subraya el gran dilema aun no resuelto: “podemos ser los fundadores de un movimiento mundial que cambie nuestra relación con el Planeta” –que garantice un futuro para toda la vida sobre la Tierra- o “podemos ser la generación que tuvo su oportunidad y se quedó de brazos cruzados; que dejó desaparecer la Tierra”.
El documento, dado a conocer el martes 30 de octubre, introduce una clarificación conceptual importante: “la agenda de conservación de la naturaleza no solo tiene que ver con el futuro de tigres, pandas, ballenas y toda la extraordinaria diversidad de la vida…” Es mucho más que eso, enfatiza. Y explica que “no habrá un futuro saludable, feliz y próspero para las personas que habitan el Planeta si se desestabiliza el clima, se agotan los océanos y los ríos, se degradan los suelos y se acaban los bosques, todos despojados de su biodiversidad, la red de la vida que nos sustenta a todos”. Un nuevo pacto entre el hombre y la naturaleza, significa “hacer la transición hacia una sociedad que neutralice las emisiones de carbono y frene y anule la pérdida de la naturaleza”.
Producción globalizada, consumo desenfrenado
La crítica al actual sistema productivo globalizado no es un elemento secundario en el Informe Planeta Vivo. Toda actividad económica depende, en último término, de los servicios suministrados por la naturaleza, estimados en un valor cercano a los 125 billones de US$ anuales. Un informe regional para América calcula el valor económico de los beneficios terrestres de la naturaleza en más de 24.000 millones de US$ anuales, equivalente al PBI de la región.
“El consumo humano desenfrenado es el motor detrás de los cambios planetarios sin precedentes que estamos presenciando, debido al aumento de la demanda de energía, tierra y agua”. Y es al Informe de alertar que “solo una cuarta parte de la superficie de la tierra está sustancialmente libre del impacto de las actividades antrópicas. De continuar la tendencia productivista y consumista actual, para 2050, este porcentaje disminuirá a solo una décima parte del Planeta libre del impacto del hombre”.
Un ejemplo ilustrativo es la realidad de los ecosistemas marino y de agua dulce. Desde 1950, señala la ONG ambientalista, “se han sacado de los océanos del mundo casi 6000 millones de toneladas de pescados e invertebrados”. Paralelamente se ha detectado contaminación por plásticos en todos los principales ambientes marinos del mundo.
Se vive en la actualidad, puntualiza WWF, “la Gran Aceleración –un evento singular en los 4 500 millones de años de historia de nuestro planeta– con la explosión demográfica humana y el crecimiento económico impulsando cambios planetarios sin precedentes en cuanto al aumento de la demanda de energía, tierras y agua”.
Es tan fuerte el fenómeno, “que muchos científicos creen que estamos entrando en una nueva época geológica, el Antropoceno. Pero los beneficios para la humanidad de la Gran Aceleración han sido posibles gracias a la naturaleza. Sin sistemas naturales sanos debemos preguntarnos si incluso es posible el desarrollo humano futuro”, se interroga el Informe.
Amenazas y presiones
El Informe Planeta Vivo identifica una serie de factores determinantes en la degradación acelerada de la tierra:
• La sobreexplotación y la actividad agrícola, impulsadas por nuestro consumo desmedido, siguen siendo las causas dominantes de la actual pérdida de especies.
• La degradación del suelo impacta gravemente el 75 por ciento de los ecosistemas terrestres, reduciendo el bienestar de más de 3000 millones de personas, con costos económicos inmensos.
• Las abejas, otros polinizadores y nuestros suelos –críticos para la seguridad alimentaria mundial– están bajo creciente amenaza.
• La pesca excesiva y la contaminación por plásticos están amenazando nuestros océanos, mientras que la contaminación, y la fragmentación y destrucción de hábitats han resultado en disminuciones catastróficas de la biodiversidad de agua dulce.