Esperando al mesías

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Esperando al mesías

12 Julio 2014

Por Santiago Asorey

Desde el mundial de Estados Unidos de 1994 hasta este mundial de Brasil, la Selección Argentina estuvo signada por una serie de eventos futbolísticos cargados de una resolución dramática digna de Dostoievski. El inicio de este largo periplo fue una de las frases deportivas más determinantes de la cultura popular de las últimas décadas. "Me cortaron las piernas".  El Diego podría haber dicho me cortaron las alas. Pero no, dio por entendido que sus piernas eran sus alas y rompió su corazón junto al del pueblo. El ocaso del Diego fue el ocaso del ángel que sostenía con fuerza las columnas místicas de la selección.  Aquella frase marcó el final de un ciclo glorioso y abrió las puertas a un sendero sinuoso de engaños y desvíos sin salida. Grandes selecciones argentas disputaron mundiales, llenas de talento y despliegue táctico. Pero todas fueron cayendo. Ninguna de todas esas selecciones, a pesar de los esfuerzos de grandes jugadores, supo suplir el corazón roto de Maradona. Ninguna de esas selecciones pudo olvidar la imagen del Diego de la mano de un demonio rubio disfrazado de blanco que lo llevaba a la trampera del dopaje. La historia se había parado en aquella imagen. Pero aquello que se enquista en el corazón de la historia se condensa para un día volver.

Como el profeta anuncia al Mesías en el pensamiento judío, la muerte anuncia la resurrección en el pensamiento cristiano. Walter Benjamín lo explica así: “Para las masas en su existencia más honda, inconsciente, las fiestas de alegría y los incendios son sólo un juego en el que se preparan para el instante enorme de la llegada de la madurez, para la hora en la que el pánico y la fiesta, reconociéndose como hermanos, tras una larga separación, se abracen en un levantamiento revolucionario.” Tal vez hoy estemos cerca de esa madurez, de esa visión que incorpore las cenizas de la historia para redimirla en la final del mundial.

Una serie de acontecimientos extraños y particulares fueron frustrando a los equipos posteriores al del 90. El cabezazo del Burrito Ortega al arquero holandés en Francia 98. Los centros al vació frente a Suecia en el junio asiático y la eliminación en primera ronda en el grupo de la muerte. El papelito negro de los penales de Lehmann, la falta infantil de Otamendi a Alemania.  Hoy todo eso se puede cortar si surge el Ángel de la Historia que contemple el pasado y nos haga comprender que cada segundo del presente es una pequeña puerta para que entre el Mesías y nos redima de una vez y para siempre.