La herencia de Julio Grondona

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La herencia de Julio Grondona

30 Julio 2014

Por Matías Fabrizio

Gran dirigente es el que con pocos recursos levanta un club, o lo rescata de sus deudas, lo vuelve ordenado en lo institucional y competitivo en lo deportivo. No el que se rodea de obsecuentes que no le discuten. La AFA de Grondona es un poco un reflejo de la sociedad: tremendamente personalista. Acá aplaudimos al que escala de cadete a gerente general por el simple hecho de haberlo logrado, y no por el cómo. ¿“Hábil dirigente” por qué? ¿Por que logró sostenerse y que nadie le diga que no? ¿Quién le iba a decir que no, si en sus más de 30 años de presidente casi no hubo elecciones? ¿”influyente”? ¿Cómo no va a ser influyente la persona que decide? ¿Quién más decisivo en el reino que el rey?

Lammens y Tinelli demostraron ser, en lo poco que llevan a cargo de San Lorenzo, dos grandes dirigentes, rescatando a su club de una promoción, con un campeonato y una semifinal de Copa Libertadores que hoy debe cumplir por compromiso, pero que ya tiene ganada. Guillermo Llorente y cía, sucesores del nefasto Eduardo López en Newell’s, demostraron muñeca para más o menos ordenar el club, al punto de llevarlo a ser campeón, repatriar grandes jugadores, acercar a Martino y a Bielsa, etc. Estos son simplemente dos ejemplos de dirigentes que se rodearon de gente capaz, no de gente que les diga que sí. Conductores que se preocupan por hacer bien las cosas, más que por seguir conduciendo.

¿Grondona qué hizo de bueno? ¿El Mundial del '86? ¿Por qué se ningunea a Bilardo diciendo que lo ganó Maradona solo, pero sí se lo aplaude a Grondona? ¿Los títulos en juveniles? Gran mentira. Cuando puso  a alguien a hacerse cargo, como hizo con Pekerman, fue un éxito rotundo, en formación de talentos y títulos. Cuando puso todo eso debajo de la alfombra y dependió de él, fue un desastre: la Generación del ’86, con Batista a la cabeza, también Perazzo, hoy su hijo Humberto. El fútbol juvenil a nivel de selecciones va de mal en peor, con gente no capacitada para la formación de futuros cracks. Donde no ha pifiado generalmente don Julio fue con el DT de la Mayor, salvo en casos como Maradona o el propio Batista. Sus elegidos siempre fueron, gustos al margen, tipos serios a los que les fue más o menos bien en algún punto.

“Hacer política”. Para algún distraído, acá se le dice “hacer política” a, por caso, sentarte con alguien con quien te has peleado a morir para hacer causa común contra un tercero. Se le dice así a no tener ningún tipo de compromiso ideológico y moverse según la conveniencia en cada situación. A no ser fiel con nada ni nadie, y tomar siempre la opción que permita seguir en el candelero. Y vaya que Grondona hizo política. El fútbol fue un emblema de la televisión para pocos, codificada, privada. Y el fútbol también es hoy emblema del “para todos”. ¿Quién puede estar en contra de que todos podamos ver a nuestro equipo en tele abierta? Nadie. ¿Quién puede confiar en que la decisión fue tomada para que todos podamos ver a nuestro equipo en tele abierta? Nadie.

La herencia de Julio Grondona es tan clara como turbia parece su sucesión. Parte de su legado es que no haya opciones potables para ser presidente. La ausencia de democracia en el fútbol durante décadas también lo es. Los inexplicables promedios, que condenan a un equipo a luchar años para recomponer una sola temporada negativa. El favoritismo por los equipos grandes. Los clubes endeudados. El torneo de 30 equipos, único en el mundo. El fútbol argentino está, sin dudas, entre los peores del planeta. Deudas, sospechas por reventa de entradas, sin visitantes en las canchas, barrasbravas que se mueven con impunidad en tribunas y pasillos.

El protocolo y la careta hacen que la mayoría se lamente. Pero lo realmente lamentable para los que no somos amigos ni familiares del ex presidente de la AFA es no saber qué va a pasar. No saber quién puede presentarse a una elección. No saber qué se hace en estos casos. Fue tan personalista en sus decisiones que ni siquiera hay un “heredero”. El fútbol argentino fue de él y nadie más. Y hoy, sin él, se empezó a derrumbar el castillo de naipes. Ese que “hábilmente” construyó.