La "Scaloneta", por Yael Crivisqui
Por Yael Crivisqui
Lo ves en la cancha y es difícil distinguirlo de un jugador más. Vestido siempre deportivo, yendo de una punta a la otra, casi como si se tratar de una cuestión de hiperactividad, siempre alerta, dando indicaciones sin parar, gestual y temperamental. La historia indica que su carácter se fue forjando en la influencia de su padre, quien ha sido el responsable de que tanto Lionel, como su hermano Mauro, comenzaran a marcar su trayectoria en el fútbol local a muy temprana edad.
Comenzó jugando en el Club Sportivo Matienzo de Pujato, su pueblo natal, que está ubicado a 33 kilómetros de Rosario, y de allí pasó a jugar en Newell's. A poco tiempo, migró a Estudiantes de La Plata. Estamos hablando de la década de los 90. A partir de allí, comenzó a recorrer el camino que lo llevó a este presente de campeón de América. Para finales de los 90, más precisamente en 1997, pasó a formar parte de la gloriosa selección sub20 dirigida por José Pekerman, que triunfó en el Mundial de Malasia, y que le terminó dando poco menos de dos décadas de experiencia en el fútbol europeo.
En el Deportivo La Coruña comenzó a formar su capacidad de liderar de equipo, sin ser necesariamente el capitán, pero sus compañeros lo querían mucho y respetaban. Ahí arrancó un proceso de grandes hazañas. Eso que vemos en la actualidad tiene un comienzo lejos de la inexperiencia, el cliché que usan sus detractores para cuestionarlo. Fue pieza clave de un hecho histórico: “El Depor” le ganó al Real Madrid de Zidane, nada más y nada menos, que la Copa del Rey, y en el mítico el estadio Santiago Bernabéu.
Además, Lionel Sebastián, en dicho club, jugó la Champions y la Supercopa. Luego de algunas idas y vueltas entre España e Italia, finalmente su carrera como jugador culminó en 2015. Ahí comenzó otra etapa abocada a la cuestión técnica, que ya lo apasionaba cuando jugaba. Empezó a trabajar en las Inferiores del Mallorca y después pasó a formar parte del cuerpo técnico del Sevilla, que tenía como DT a Jorge Sampaoli, quien lo terminó introduciendo luego en la Selección Nacional, como colaborador, analizando jugadores y forjando los vínculos necesarios para hacerse querer y bancar desde adentro.
Después del fallido Mundial de Rusia 2018, en el que nos volvimos en octavos, Scaloni pidió seguir formando parte de la AFA, por lo que le dieron la sub20 donde su desempeño fue excelente y de ahí tomó la posta de la Selección mayor como técnico interino. No le tocó una época muy feliz al mando. Fueron tiempos hostiles donde nadie quiso agarrar la conducción. Fue comenzar todo de cero, y con nada a favor, salvo el valor agregado que ya poseía: su manejo de grupo y la buena relación que había cultivado con los jugadores. En un clima de constante incertidumbre, a finales de 2018 lo confirmaron oficialmente al frente. Algunos sostienen que fue de pura yapa como logró introducirse, otras y otros, sostenemos que, si bien existió el factor suerte, también, es cierto que lo logró, y como decía Roberto Arlt, por prepotencia de trabajo.
La scaloneta
Con la incorporación de Pablo Aimar y Walter Samuel como colaboradores, Scaloni logró armar un cuerpo técnico joven, con experiencia de campo y conocimiento de jugadores. Mediante dos tandas de amistosos, Copa América 2019 en el medio, donde el despeño de la Selección fue regular, pero el técnico logró afianzarse en el plantel, y muy buenos resultados de cara a las Eliminatorias, la "Scaloneta" comenzó a tomar forma y envión. Se vino una renovación importante con nombres nuevos, por los que muy pocos apostaban y auguraban un buen presente y futuro, manteniendo solo a 4 jugadores de la “vieja guardia” como se denominan ellos mismos: Messi, Di María, Agüero y Otamendi. De todas formas, estos últimos 3 siempre estuvieron también a prueba, como los demás, y debieron esforzarse para formar parte. Otra prueba cabal del carácter de Scaloni: nadie pudo imponerle nombres propios. Todos, salvo Lionel Messi por obviedad, debieron ganarse el lugar. De esta forma, armó un equipo sólido, con clara vocación de proteger al mejor jugador del mundo, después de Diego Armando Maradona, y con base en el juego colectivo. Pero lo más importante es que se sienten orgullosos y cómodos con el hecho de ser conducidos por Scaloni. Y este no es un dato para nada menor. No solo lo han expresado en palabras, sino con devolvernos una alegría a los y las argentinos y argentinas que hace casi 3 décadas no teníamos.
Pese a la cantidad de críticas y juicios que se hicieron sobre la "Scaloneta", esta jamás frenó. Es más, me atrevo a decir que han sido el motor de su progreso. Finalmente, Lionel Sebastián Scaloni logró darle la copa al fin al vencedor: Lionel Andres Messi.