Los guantes no se manchan: elogio y defensa de Maravilla Martínez
Por Santiago Asorey
La dura caída de Sergio “Maravilla” Martínez el sábado pasado ante el flamante campeón del mundo de los pesos medianos, Miguel Cotto, disparó una serie de duras e injustas críticas de algunos medios de comunicación y seguidores del box hacia el quilmeño.
Es cierto que su nivel boxístico estuvo muy lejos de ser el del pasado. Para Maravilla las primaveras de glorias deportivas parecen haber quedado lejos en el tiempo. Pero sorprende que algunas de las críticas realizadas al ex campeón olviden sus logros realizados y la forma en que esos logros cambiaron la historia de boxeo moderno en la Argentina.
La carrera meteórica de Sergio Martínez llevó al boxeo local a lo más alto del escalafón mundial. Dudar de eso implica una enorme ingratitud. En la previa de la pelea habíamos anticipado que ya habían pasado cuatro años de su mejor momento deportivo, que el pugilista argentino llegaba a la pelea con 39 años y complicaciones en una de sus rodillas. Dos elementos determinantes en el bajo nivel actual.
Pero nadie puede dudar que aquel Maravilla que venció a Kelly “El Fantasma” Pavlik (40-34-2) y a Paul “El Castigador” Williams (41-27-2) era uno de los mejores libra por libra del mundo. En aquel momento sonaba entre los aficionados como uno de los pocos rivales capaces de destronar al mejor libra por libra del mundo, Floyd Mayweather. A Maravilla no se le abrió la puerta de esa pelea. Pero en el terreno de la fantasía y la especulación se podría imaginar que una pelea de esa naturaleza hubiese cambiado la historia del boxeo para siempre.
Por otro lado, a Martínez el reconocimiento en su propia tierra le llegó tarde. Recién a partir del combate con Chávez. Dos años después de aquel combate eligió pelear con Cotto. La elección de pelear contra Cotto fue una muestra de espíritu deportivo y actitud competitiva. Pudiendo haber elegido no arriesgar y pelear contra un peleador de menor categoría. Lo que demostró fue que siempre quiso pelear con los mejores. Es cierto que su derrota ante Cotto fue categórica, el puertorriqueño lo arrasó, pero la histórica gloria deportiva del hombre de Quilmes sigue intacta. Los guantes no se manchan.