Messi, el primer perjudicado
Por Matías Fabrizio
Hay que retroceder en el tiempo. Dos años y pico, por lo menos. Después del famoso partido en Barranquilla, con victoria sobre Colombia, quedó casi fijo el 4-3-3, con el cual Messi tenía compañía, en calidad y cantidad. Empezó a romperla Lío. Argentina sufría en defensa, pero cada pelota recuperada terminaba en pase de Gago para cualquiera de los de arriba, y en dos movimientos ya había una situación de gol. Y con cuatro animales como el capitán, Higuaín, Di María y Agüero, la mayoría terminaba adentro.
Este equipo vertical, agobiante, indescifrable, con un hambre de gol voraz, no era del gusto de Sabella. Lo preocupaba. "A veces me tapo la cara cuando atacan los contrarios, pero bueno. A mí me gusta un poco más de control de la pelota en el medio, y este equipo por momentos es más vertical. Pero es lo que nos ha servido. Con los tres de arriba, Messi se potencia, y potencia a los compañeros. Hasta ahora, es lo que nos ha dado más resultado”, dijo una vez el DT. Más claro, imposible. Jugar para adelante le servía a Messi. Y les servía a todos. El mejor momento suyo en la Selección fue este proceso de Sabella.
Llegó el Mundial, con Higuaín recuperado de un golpazo en el Nápoli, pero sin rodaje. Con Agüero de lesión en lesión durante varios meses. Con Gago en recuperación el último mes y medio por un problema en una rodilla. Di María sano, sí, pero cargado de partidos, incluido el tiempo extra en la final de la Champions League. Llegó frágil la idea de los Cuatro Fantásticos + Gago.
Normalmente al Barcelona o al Real Madrid se le tiran atrás. No se puede poner como excusa eso, ante las defensas de Bosnia, Irán, Suiza, etc. Ahora, hay dos formas de crear espacios donde no los hay: tirando paredes y filtrando pases. Lo primero no pudo ser porque ni el Kun ni el Pipa estuvieron finos en la jugada corta, además el ex Independiente se lesionó. Lo segundo tampoco, porque Gago lució impreciso hasta lo absurdo.
En ese terreno, Messi estuvo solo. Di María pareció más entero que los demás, pero en la primera ronda se repitió mucho en el desborde y centro/remate con la marca encima. El 10 no tenía a quién dársela. En la primera ronda hubo cuatro goles suyos, uno de Rojo y otro en contra. Y contra Suiza, gol del Fideo, con jugada de Messi. Lo que agrandó la figura del rosarino en la Selección, en el Mundial falló por completo.
La imposibilidad de los Cuatro + Uno de hacer muchos goles por partido, más las lesiones del Kun y de Di María, hicieron que Sabella decida dar un volantazo y armar un equipo con más contención. Ahí se acomodó, eso pareció ser lo mejor de Argentina en el Mundial. Pero claro, todo más metido en campo propio que otra cosa, saliendo con Enzo Pérez y Lavezzi, y un aporte más posicional que real de Zabaleta y Rojo. El DT (con los ingresos de Demichelis y Biglia) analizó que, si el ataque no funcionaba, bien valía remachar la defensa y basarse en esa faceta. Un Mundial son siete partidos en 30 días, no hay tiempo para probar y mejorar, únicamente para corregir o improvisar. Hay que llegar a la Copa ya “mejorado”, como hizo la Selección, pero en este caso se quemaron los papeles y hubo que arreglarse.
En esta segunda etapa de Argentina en el Mundial, Messi volvió a quedar solo. Mejoró Higuaín, es cierto, y Enzo jugó muy bien. Pero todo lejos del arco rival, en 3/4 de campo cuando mucho. Se fortaleció la defensa, pero mermó el poderío de ataque. Se retomó, lamentablemente, esa famosa y negativa Messidependencia.
En primer lugar, por el nivel bajo de sus coequipers. En segundo lugar, por la preponderancia defensiva que se logró. La realidad y la necesidad, respectivamente, le complicaron el Mundial a Messi. No lo dejaron brillar, no lo acompañaron de la mejor manera para que sea su torneo. En su momento lo mejoraron, hoy lo empeoraron. Del contexto que rodeó a la Selección, Messi fue una víctima. Ojalá se pueda retomar aquel camino, el del capitán rodeado de los que mejor lo entienden, el de las goleadas, el de los grandes partidos. Ahora, además, hay defensa para aguantarlo. Ojalá el 10 tenga revancha dentro de cuatro años. Y ojalá, en Rusia, la suerte no le juegue en contra otra vez.