Riquelme, en su salsa
Por Ulises Castaño
Se fue de Boca, pero sin decir palabra, por paradójico que suene e inexplicable que parezca, entre tinieblas de desacuerdos con el club y el amor incondicional de la gente. Hay quien dice que se fue por la puerta de atrás incluso, cosa difícil de creer. Lo cierto es que solo quedaron en el aire, y rebotan hoy mas que nunca con la fuerza de una profecía, sus declaraciones al finalizar el torneo pasado cuando dijo que seguiría jugando. Y un segundo después, esa buena noticia ya era una apuesta doble: en Boca o donde sea. Se fue mal, aunque solo con la dirigencia, acaso la única manera de irse así, cuando su destino parecía cerrarse con despedida en el club en que llegó a ser el máximo ídolo.
Sin embargo, lejos de representar esta movida una mancha o un cambio inconsecuente en su trayectoria, parece ser solo el siguiente casillero en la marcha de un ser tan enigmático como genial, con unas dosis de drama a la medida de su personalidad única. Porque no solo vuelve a Argentinos Juniors, el club que lo vio nacer como futbolista, como cerrando un circulo vital, otra escena de película, la vuelta del hijo prodigo acaso, sino que además vuelve para jugar en la segunda categoría, con el desafió de devolver al equipo a primera.
En un principio, la intención era presentarlo como parte del nuevo plantel el sábado. Enseguida, se optó por pasar el anuncio para el domingo, ya que ese turno estaba ocupado por el pueblo boquense, que en un último y desesperado intento, golpearía las puertas del cielo en Don Torcuato. La escena, de previsible final, recuerda a otro héroe trágico relegado por ser considerado un elemento pernicioso para el grupo que conformaba el seleccionado nacional como Carlos Tévez.
Hasta acá, lo escrito antes de ayer, domingo, cuando finalmente se llevó a cabo la presentación del diez en La Paternal, y a quien acompañaron las también flamantes incorporaciones de otro histórico como “El Lobo” Ledesma y Matas Caruzo. Sin embargo, una vez mas la noticia excluyente fue la presencia de Román. Y como era de esperar, sus declaraciones volvieron a dejar mucha tela para cortar: el lugar de Boca en su vida; la relación con Bianchi; ¿su futuro rol en la institución tal vez? entre otras que, reitero, seguramente ya no sorprendan demasiado en su tono, desafiante, brutal y extrañamente tímido, pero no dejan de evidenciar algo irrebatible: el lugar único de ciertas personalidades, mas allá de su tarea especifica, en una cultura, y por tanto el grado de orfandad que puede generar su ausencia.
¿No es acaso Mascherano, siendo visiblemente más limitado técnicamente y estilísticamente que Riquelme, otro caso de jugador que es mucho más que un simple jugador que cumple su función?
Siempre que una personalidad consigue, a partir de una actividad equis, ensanchar sus dimensiones, o diversificarlas, ese influjo nos lleva como de las narices. Y este no tiene tanto que ver con una fanática y ciega adhesión, sino que por el contrario pareciera obligarnos a nosotros mismos a ensanchar y diversificar la mirada. ¿Alguien duda que los boquenses, y los no tan boquenses también, van a hinchar un poquito por el bicho este año? ¿Alguna vez cayó tan bien el rojo y blanco en esa familia tan diversa como particular?
De la misma forma como pudimos ver a Maradona en “De zurda”, en un estudio de tv durante el mundial, vistiendo una vez mas ese traje que, como una suerte de Che, nunca nadie se ha probado jamás ¿cual es la real, la cabal dimensión de Juan Román Riquelme hoy, en una cancha como en una conferencia de prensa, cuando en lo estrictamente deportivo ya esta mas que demostrado su influjo? ¿Y si esta pregunta la aplicáramos a Messi?
Si hubiera que definir a estos tres jugadores, los que más supieron partir aguas no tanto en nuestro fútbol (en esa materia suelen ser incuestionables), sino fundamentalmente en ese espacio difuso de nuestra consideración mas allá de lo estrictamente deportivo, hablaría de Maradona como el revolucionario, de Messi como el diplomático, y de Riquelme como el político.