“Si todo funcionara como corresponde, las ONG no deberían existir”
Por Lucas Eramo, Ever Espeche e Iván Guerra - ETER
“Todo ser humano tiene el derecho fundamental de acceder a la educación física, la actividad física y el deporte sin discriminación alguna”, declaró la UNESCO. En los servicios penitenciarios de la Argentina, el ejercicio de este derecho se cumple solamente a medias, porque el Estado no se hace cargo y suele dejarlo en manos de organizaciones no gubernamentales. Una de ellas es “Los Espartanos”, “un grupo de personas que a través de la práctica del rugby, la fe cristiana, el apoyo para la continua educación y la preparación para el empleo, procura generar, en personas privadas de su libertad de todo el país, una transformación en su forma de pensar y en sus corazones, para lograr así una baja en el promedio de reincidencia delictiva”, según se detalla en su página web.
Está establecido que practicar un deporte sociabiliza, integra, contribuye a mantener una buena salud y a prevenir enfermedades. “Más de la mitad de los presos de la provincia de Buenos Aires, reincide. En Los Espartanos, la reincidencia es menor al 5%”, le contó a ETER Federico Gallardo, miembro de la fundación desde 2015. Sobre la creencia popular de que en el rugby un cheto entrena a un negro de mierda, Gallardo aseguró que esto se echa por tierra ni bien comienza a practicarse. No se trata solamente de enseñarles el deporte a los presos, sino de inculcarles compañerismo, confianza o saber que si se pierde la pelota va a venir otro a tacklear. “Si yo puedo tacklear a un gordo de 130 kilos, puedo hacer cualquier cosa y así, crecer”, explicó. El rugby, además de llenar el tiempo ocioso de los internos, puede producirles felicidad y sacar estrés acumulado. Esto ayuda a la prevención de peleas con otros internos.
Desde la asunción del presidente Mauricio Macri en 2015, Los Espartanos reciben ayuda estatal. Desde 2009, la fundación trabaja en la Unidad 48 de San Martín. El tres de julio pasado, inauguraron una cancha de rugby de césped sintético. Del acto participaron la vicepresidenta de la nación, Gabriela Michetti y los secretarios de Justicia de la nación, Santiago Otamendi y bonaerense, Gustavo Ferrari. La cancha fue financiada con el apoyo económico del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, del de Educación y Deportes y empresas del Estado, como la Fundación Banco Provincia.
“Si todo funcionara como corresponde, las ONG no deberían existir”, reflexionó Gallardo, y agregó que es muy marcada del Estado en las cárceles. “Lo que puede hacer el gobierno es ayudar a los presos a crecer. Como en Los Espartanos ya tenemos datos y estadísticas sobre la situación, sabemos cómo trabajar con el gobierno”.
Queda, entonces, abierta una incógnita: ¿por qué el poder judicial y el servicio penitenciario no impulsan un proyecto para cumplir con la declaración de la UNESCO? Los reclusos de la Argentina aguardan por ello.