Un aprendizaje de cuatro años
Por Enrique de la Calle
De algo tienen que servir las derrotas. Incluso las más dolorosas. Tal vez, quién sabe, Brasil pueda sacar algún provecho de la humillación recibida a manos de los alemanes. Pero no vamos a hablar de los brasileños. Sí de los alemanes y de otra lección. Que no ocurrió hace días sino hace cuatro años.
Ahora estamos en cuartos de final, en Sudáfrica. Corre el año 2010. Argentina enfrenta a la poderosa Alemania. ¿Cómo se le debe jugar a los europeos? Hasta ese partido, el equipo albiceleste despliega un fútbol ofensivo, con tres delanteros bien definidos (Messi, Tevez e Higuaín). En el medio, sólo queda Mascherano con compromiso con el orden defensivo. ¿Hay que cambiar ante un rival de otro fuste? Diego Maradona, técnico de ese equipo, reivindica una y otra vez que su seleccionado “respetará la nuestra”, en relación a una supuesta identidad futbolera nacional basada en el juego de ataque.
Coherente con sus declaraciones, Maradona mantuvo los tres delanteros y sumó dos volantes ofensivos por los costados. El entrenador italiano Arrigo Sacchi dijo que Argentina jugó en esa oportunidad con un “revolucionario” (sic) 4-1-5. Todo muy lindo, excepto por el rival, que suele jugar. Y en este caso, ese rol lo desempeñó nada menos que Alemania. El resultado es conocido: 4 a 0 y partido resuelto mucho antes del final. Argentina pagó muy caro (o barato, si se lo compara con lo sufrido por Brasil en el actual mundial…) su decisión de jugar golpe por golpe contra los europeos, sin otorgarle importancia a la faceta defensiva.
Cuatro años después, Argentina parece haber aprendido la lección. Alejandro Sabella decidió privilegiar el orden defensivo y el equilibro sobre otros aspectos del juego. El equipo respeta lo que pueda hacer su rival y buena parte de su funcionamiento se ordena a partir de cómo se anulen las virtudes potenciales ajenas.
Contra Alemania, sin dudas, el seleccionado nacional se parará de un modo similar a lo hecho contra Holanda. Las dos líneas de cuatro (defensa y mediocampo) buscarán dejar poco espacio a los volantes alemanes. Argentina tendrá paciencia durante el tiempo que dure el partido. Como en todo el torneo, apostará a lo que pueda hacer el equipo, como conjunto, sobre las individualidades. “Sabía que tenía que jugar de otra manera”, reconoció Messi después del encuentro con Bélgica. El 10 debió resignar juego en el nuevo esquema: sin tanto acompañamiento del medio para arriba, el crack dispone de menos posibilidades para desplegar su talento. Una parte de las chances albicelestes tendrá que ver con cómo el jugador del Barcelona aproveche sus momentos.
El domingo será la hora de la verdad. Otra vez, como hace cuatro años, el destino cruzará a argentinos y alemanes. ¿Servirá la lección aprendida?