Un debate amable (y polémico) con Alabarces y su equipo

  • Imagen

Un debate amable (y polémico) con Alabarces y su equipo

19 Diciembre 2014

Por Horacio Bustingorry

Pablo Alabarces, Verónica Moreira y José Garriga Zucal han analizado con gran seriedad el problema de la violencia entre las hinchadas argentinas. Lejos de los discursos simplistas de los medios, que explican la violencia como obra de inadaptados, los investigadores sostienen que existe una moral entre los hinchas que otorga sentido y legitimidad a las prácticas violentas. La cultura del aguante expresa una dialéctica del honor, donde la defensa de lo propio y la profanación de lo ajeno son acciones legítimas, aunque no coincidan con los valores sociales hegemónicos. Para muchos hinchas, su identidad y su masculinidad debe dirimirse en enfrentamientos con fanáticos rivales, y quienes no participan de esas contiendas son tildados de putos y cagones.

Sin embargo, como bien han señalado dichos investigadores, el aguante reviste diferentes significados según el tipo de hinchas. En muchas situaciones, aguantar implica un compromiso de fidelidad, fervor y pasión con el equipo, cuyos antónimo más adecuado no sería puto, sino pecho frío o amargo. Estos discursos también organizan las prácticas y conforman parte de la identidad de las hinchadas argentinas. Cómo explicar sino, tantas horas dedicadas a confeccionar una bandera, organizar un viaje o cantar hasta el final pese a las adversidades deportivas o climáticas.

Si bien Alabarces y su equipo reconocen estos aspectos, al centrar su mirada en el problema de la “violencia”, no le otorgan mayor relevancia analítica. Lo cual es sintomático. Porque al dedicar tanto esfuerzo al estudio, interpretación, comprensión, diagnóstico y propuesta de soluciones para terminar con las peleas entre hinchadas participan del mismo universo de legitimidad de los medios. Aunque frente a la condena mediática no compartan el encuadre discursivo, acompañan su mismo orden moral de prioridades. Cuando ellos ofrecen sus conocimientos para solucionar el problema de la violencia, y no para defender la cultura futbolera argentina (aunque algunas alusiones hagan al respecto), parten de las mismas premisas y preocupaciones de los grandes medios de comunicación.

La otra violencia del fútbol argentino

A diferencia del discurso mediático, y también del equipo de Alabarces, quien suscribe considera que el principal problema del fútbol local es el ataque a la idiosincrasia de los hinchas argentinos. Este diagnóstico fue formulado por primera vez en agosto de 2007 en la revista Nº 16 del Movimiento Evita, y profundizado en la columna radial “Yo te sigo a todas partes” y en la revista de la Agencia Paco Urondo. Decir que el principal problema es la embestida contra la cultura futbolera implica que:

a) La violencia entre los hinchas no es la principal preocupación para quienes asisten a un estadio

b) El temor a enfrentamientos no aleja a los hinchas de las canchas

c) Las restricciones impuestas por el Estado y la AFA son más expulsivas que cualquier hecho de violencia

d) La ausencia de visitantes es la culminación de un largo proceso en el que se ha estado buscando terminar, no con las muertes en el fútbol, sino con la cultura futbolera.

Que el principal objetivo de estas medidas no ha sido acabar con la violencia, lo demuestran los dos últimos asesinatos del clásico rosarino, que no fueron contabilizados como casos de muertes en el fútbol. En este sentido, el discurso sobre la violencia no ha terminando con las peleas entre hinchas pero sí lo ha hecho con el aguante entendido como fidelidad e incondicionalidad. Ante este panorama cabe preguntarse: “Yo te sigo a todas partes” y “No importa en que cancha juguemos”,  ¿seguirán formando parte del repertorio de prácticas de las hinchadas argentinas? ¿O sólo formarán parte de un cancionero residual sin ningún vínculo con la realidad? La salvaguarda de nuestro patrimonio cultural torna perentoria la primera opción.