Militando el ajuste y la represión: Clarín habla del "curro de los piquetes"
Por Nicolás Adet Larcher
En un breve lapso de tiempo, el Grupo Clarín mutó de boca mediática férreamente opositora al kirchnerismo a un oficialismo extremo durante el macrismo. Ahora se trata de justificar cualquier medida impulsada por el gobierno nacional. Desde tarifazos, designaciones por decreto, devaluación, hasta despidos masivos; cualquier argumento es válido para aclarar que cada medida era beneficiosa si se la miraba desde otro ángulo, por más insólito que sea.
Ante la inminencia de movilizaciones cada vez más frecuentes y masivas el gobierno decidió lanzar bajo la órbita del ministerio de Seguridad un protocolo de actuación de las fuerzas de seguridad ante manifestaciones. El mismo, como ya se analizó, fue ampliamente repudiado por organismos de derechos humanos, organizaciones sociales y sectores del periodismo por sus limitaciones.
Sin embargo, para Clarín el protocolo es "necesario". El periodista Eduardo Paladini reseñó en una columna que “la discusión no resiste ni un micro de TV” y “cualquier encuesta masiva, excluyendo incluso a automovilistas exacerbados en medio de un corte, avala la idea”. La nota tiene por nombre “Argentina y el ‘curro’ de los piquetes” e intenta instalar la idea de que las protestas ya no son necesarias en estos nuevos tiempos de cambio. Este texto se suma a “Como salir de la cultura del piquete”, que había sido escrito por el politólogo Patricio Giusto y publicado el 20 de febrero en Clarín.
La columna sobre el “curro de los piquetes” plantea que en la actualidad “nada mejor que un cortecito para salir en la tele y que te escuchen” y sentencia que es “un buen ‘curro’ al que nos prendemos todos”, mencionando que desde hace un tiempo las protestas apenas “quedaron como bandera de sectores minoritarios”.
Al referirse a organizaciones sociales y partidarias que efectúan cortes para elevar reclamos, Paladini expresa que tienen “más segundos de aire (en televisión) que votos” y establece un posible problema ante la aplicación del protocolo a “buenos señores, padres, jóvenes con hijos indignados porque no reciben un servicio por el que pagan”, preguntándose como periodista: “¿Cómo reaccionaríamos si el palazo aleccionador se lo come un ama de casa de Caballito” y no un militante, trabajador con salario mínimo o desempleado que reclama por sus derechos.