Nuevo papelón de Santoro: esta vez, sobre Wikileaks y Aníbal Fernández
Por Nicolás Adet Larcher
Para escribir sobre Wikileaks hay que aprender a leer sobre Wikileaks, el contenido de los cables filtrados y la consistencia de los mismos. Santiago O’Donnell advierte esta situación en el prólogo de “Argenleaks”, explicando que “es cierto, los cables están llenos de chismes, recortes de diarios e historias archiconocidas. Sólo dicen lo que cuenta un montón de gente que piensa de determinada manera” y afirma que “son verosímiles en tanto que la gente que aparece en ellos, al no pensar que está hablando en público, tiene menos razones para mentir”.
Esta última situación determina la veracidad de algunos cables, mientras que, por otro lado, algunas apreciaciones de los funcionarios de la Embajada Earl Wayne y Thomas Kelly son tomadas de medios como Clarín y La Nación que son citados en los mismos cables... Por lo tanto, en Wikileaks se tiene, por un lado, el testimonio de los protagonistas y, por otro lado, lo que los embajadores citan como rumores, recortes de prensa, etc.
El diario Clarín, a través del periodista Daniel Santoro, difundió una noticia que fue colocada como “novedad” y citada por varios medios, sin tener en cuenta que la misma ya había sido publicada en 2010 apenas se conocieron las megafiltraciones de Wikileaks.
Santoro afirma que el cable data de 2007 cuando en realidad pertenece al año 2006 y está fechado el 10 de septiembre de 2009. El embajador cita un supuesto informe de inteligencia aunque en el mismo cable advierte que Aníbal Fernández “como a muchos políticos argentinos, lo persiguen rumores de corrupción, incluyendo lazos con el narcotráfico, de acuerdo con notas de prensa no fundamentadas y reportes de inteligencia”.
El cable redactado por el embajador detalla que todo lo que se coloca no tiene evidencia, “there is no hard evidence” afirma. La pregunta oportuna es por qué Santoro elaboró una nota en base a un cable con información que se desmiente en el mismo cable. A continuación, para tratar de reforzar un poco más lo expresado en la nota, Santoro cita a Martín Lanatta quién “acusó ante la Justicia a Fernández de supuestos vínculos con narcos mexicanos”.
El 7 de octubre de 2009, Lanatta afirmaba no haber conocido nunca a Aníbal Fernández, lo que quedó evidenciado en un correo electrónico que había enviado ese mismo día a Fernández. El mail de Lanatta afirma: “desde ya le pido mil disculpas por el atrevimiento que me tome en escribirle este mail. Le comento soy quilmeño y conocido ahora gracias a la mierda de periodismo que tenemos” y pasa a relatar lo que le sucedía en cuanto a cierta persecución en su contra respecto de la administración del RENAR, tratando de desmentir los dichos periodísticos. Así lo reveló el libro “Historia de espías y mafiosos”: el periodista Andrés Klipphan se comunicó con Lanatta personalmente por celular para confirmar esta versión y fue el mismo Lanatta quién le aseguró que nunca había visto a Aníbal Fernández. Lanatta también negó esta versión ante los jueces y el fiscal de primera instancia que presenciaron su declaración y lo condenaron. En octubre de 2011, Lanatta había concedido una entrevista a Radio Mitre y, en la misma entrevista negó conocer a Fernández, aunque sí hizo mención a Elisa Carrió.
Esta sucesión de desmentidas deja expuesto nuevamente a Santoro, quién vuelve a protagonizar un papelón periodístico luego de las supuesta cuentas en el exterior de Máximo Kirchner y Nilda Garré.