A 40 años de la liberación de Dante Gullo
A 40 años de la salida de prisión de Dante Gullo y a propósito declaraciones de la candidata a Vicepresidente por la Libertad Avanza, Victoria Villarruel, que en su momento lo repudió, elegimos recordarlo y reivindicarlo con este texto publicado por su hijo Carlos.
Dante Gullo no era un luchador, tampoco un joven idealista, fue un tipo q voluntariamente eligió ser terrorista y agredir al pueblo y sus instituciones en democracia y gobiernos de facto. Su muerte merece el respeto de decir la Verdad. El terrorismo en Argentina está impune. pic.twitter.com/05NpzcvzJu
— Victoria Villarruel (@VickyVillarruel) May 4, 2019
Seamos hoy más y mejores peronistas que nunca
Esa noche fuimos con mi mamá y mis hermanos en una caravana de autos con compañerxs de la Gloriosa JP a buscarlo a Devoto. El clima era festivo, de bocinazos y canticos, como si fuéramos un equipo festejando un campeonato. En pocos días había elecciones y terminaba uno de los períodos más nefastos de nuestra historia. Dante salía en libertad y volvía la democracia. Después se hizo un acto grande en la puerta de su casa en la calle Cachimayo, en el Bajo Flores.
Aquél 18 de octubre, declara en la puerta del penal que salía de la cárcel más peronista de lo que había entrado. Y le responde a un periodista, que le preguntó si creía que el pueblo seguía siendo tan peronista como en la época en que lo habían llevado preso, que “el pueblo argentino reafirmó su identidad política y eso nos obliga y conduce a que hoy seamos más y mejores peronistas que nunca”. Yo, a mis 8 años, entendí lo que significa ser peronista. Lo que significaba para Dante, para lxs compañeros de la JP, para la abrumadora masa del pueblo trabajador. La mayoría de lxs amigxs y compañerxs de Dante y de mi vieja forman parte de los 30 mil desaparecidos, como su mamá Angela María y su hermano menor Jorge Salvador. Ser peronista es tener un sentimiento de amor profundo por nuestro pueblo y a la vez es tener el compromiso de no aflojar, de no claudicar, y mantener bien en alto las banderas históricas de lucha y ser la memoria viva de lxs compañerxs.
De todos los Dante que conocí, me quedo con el que recuperó la sonrisa, la alegría y la mística de la mano de Néstor y de Cristina. Era un joven mas y costaba seguirle el ritmo. Su manera de sentir el peronismo y de vivir la vida eran contagiosas. Contaba con orgullo que sus cuatro hijos eran militantes del peronismo y se hacia un tiempo para acompañarnos en nuestras tareas. En un mismo día, podía estar cumpliendo con su labor parlamentaria, en una escuela secundaria, en una fábrica, en el barrio, en una UB, en la villa, en la facultad. Los días le quedaban cortos. Quería estar en varios lugares a la vez, y se multiplicaba, como si estuviera militando, también, por lxs que habían quedado en el camino.