Carta a Domingo y Ana (compañeros desaparecidos): presentes, ahora y siempre
Por Federico Pérez Wrubel y Lourdes Daniela López
Estimados compañeros Domingo y Ana:
Los conocimos cerca de un 24 de marzo de 2016. Con los compañeros de nuestra organización realizamos un siluetazo. A cada uno se le dio un nombre específico de los compas detenidos-desaparecidos en Campo de Mayo; a nosotros nos tocó los de ustedes.
Los detuvieron un 19 de julio de 1976 y fueron trasladados a Campo de Mayo; vos Ana estabas embarazada de ocho meses.
Comprometidos en la palabra y la acción, su militancia en el PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo) no era tolerable para el imperialismo. Dicen que vos Domingo, a pesar de las torturas, alentabas a los secuestrados contándoles historias de Vietnam; y de seguro Ana con tu poesía sembrabas esperanza a las compañeras. Además de sembrar vida en la palabra pariste vida clandestinamente en el Hospital Militar de Campo de Mayo; y su identidad fue apropiada. Aunque intentaron quebrar sus cuerpos, sus espíritus incorruptibles siguieron de pie alentando rebeldía y esperanza, como cuando Domingo se escapó con otros compañeros del penal de Rawson en 1972 y fueron para Cuba.
En octubre de 2016, unos meses después de pintar sus nombres en los paredones de Ruta 8 frente a Campo de Mayo, Abuelas encuentra a su hijo Maximiliano, el nieto 121. Al enterarnos fue imposible contener la emoción y el llanto, no alcanzan las palabras ni los sentimientos para explicar esa sensación; como si encontráramos un hermano nuestro porque lo es.
Domingo y Ana el mundo sigue injusto, con otras estructuras institucionales, con violencias simbólicas y físicas, no nos encontramos en las dictaduras que tuvieron que padecer, pero si en la lucha y persecución judicial, al menos en Argentina, para los que pelean y se la juegan. Seguimos en la búsqueda y recuperación de más de 400 nietos y en busca y reconocimiento de los desaparecidos por la Dictadura Cívico Militar. Campo de Mayo sigue siendo una herida, un lugar que aunque hemos avanzando con la Memoria y la Verdad, todavía nos queda pendiente entrar y buscar muchos compañeros y compañeras que estuvieron ahí adentro.
Desde ese entonces pintamos sus nombres juntos, y el Nro. 121 al lado de Ana. Tal vez el escribirlos en las paredes resuene en los oídos de los nietos y nietas que faltan encontrar; igual que resuena el “¡¡¡Presente, Ahora y Siempre!!!” cada vez que junto a los compañeros gritamos frente a Campo de Mayo.
Camaradas, hermanos, compañeros, ojalá en este tiempo y geografía que nos toca tengamos algo de su espíritu de lucha y de indignación por la injusticia; ojalá que la traición nunca nos encuentre y que nuestra vida hasta su final sea testimonio de rebeldía y esperanza como la ustedes y miles de compañeros y compañeras.
Un gran abrazo compañeros.
Nos veremos algún día para charlar de la militancia, del Che y la Revolución.