Leonardo Grosso: "Cada vez que los sectores populares se dividen hay una catástrofe social y económica en la Argentina"
Por Santiago Asorey
Foto Lucia Barrera Oro
El diputado nacional y dirigente del Movimiento Evita, Leonardo Grosso, dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre la crisis alimentaria que afecta a millones de personas, las expectativas sobre la posible presidencia de Alberto Fernández, los aprendizajes del peronismo en la oposición, la pesada herencia del macrismo en materia de seguridad y muchos temas más.
AGENCIA PACO URONDO: Tal vez, el último reflejo político del Gobierno macrista sea intentar responsabilizar a la oposición de la agudización de la crisis desatada en las últimas semanas. ¿Cree que hay posibilidades de que ese discurso se encienda en la sociedad?
Leonardo Grosso: La verdad que no. Creo que ese discurso es parte de la necesidad de creer que la gente es zonza, que ellos pueden construir discursos que contrarresten lo que la gente vive. Es una mala lectura del resultado electoral. Es Macri enojado con la gente porque no lo votó. Los quince puntos de diferencia que sorprendieron al oficialismo y a la oposición dan cuenta de una voluntad política del pueblo de decirle al gobierno: “Basta de hambre. Basta de destrucción del empleo y la industria”. Eso iba a tener un costo político.
APU: Las organizaciones sociales y la oposición reclaman de forma unánime que se declare la “Emergencia Alimentaria”. ¿Cuál es la dimensión de la crisis que está afectando a los sectores populares?
LG: Venimos hablando con compañeros y compañeras que ésta crisis no tiene precedentes en la historia del país. Es una de las crisis más grandes que se haya vivido. Los números ahora lo empiezan a mostrar y hacer explícito. Pero la demanda social la venimos teniendo hace un tiempo largo. Es un país que produce alimentos para 400 millones de personas y hoy hay 3,6 millones de personas que comen solamente una vez al día. Son las personas que están por debajo de la línea de indigencia.
Por lo tanto, necesitan de comedores comunitarios, iglesias u organizaciones sociales para poder comer dos platos por día. Algunos hacen un análisis equivocado que es decir: "Si no estalla no es más grave que la crisis del 2001". Sin embargo, socialmente, yo creo que es más grave que la del 2001 por la pérdida del empleo, por la descomposición del entramado social, por la cantidad de personas que terminan en la pobreza extrema.
Pero con algunas diferencias sustanciales. Hay un sistema de cobertura social universalizado en la década anterior. El 89% de los abuelos y abuelas están jubilados. El 89% de los niños y niñas se encuentran protegidos por la AUH o por la Asignación Familiar. Un manguito en cada casa hay, pero eso no quiere decir que no se haya retrocedido horrores. Esta crisis es mucho más dura que la crisis del 2001, porque aquella era el resultado de treinta años de políticas neoliberales y esta es el resultado de tres años y medio. Además, esta crisis encontró una salida política que es el Frente de Todos y el resultado electoral que vimos en las Paso.
APU: ¿Qué respuesta da la ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley ante la emergencia social que se vive?
LG: Nosotros venimos pidiendo la emergencia alimentaria hace más de un año cuando fue la marcha federal que hicimos junto a los Cayetanos. Pedíamos cinco leyes, una de ellas era la de Emergencia Alimentaria porque ya en ese momento había faltantes de alimentos en los comedores populares. Después de la última gran devaluación se desbordaron los comedores populares, ya que la inflación promedio de la Argentina es de 50% pero en alimentos se va 20 puntos más arriba, o más. Venimos arrastrando una crisis y el gobierno tuvo hace un año la misma respuesta que ahora. El gobierno decía que no hacía falta.
Que no era tanto el hambre, se animaron a decir. Y hace muy poco dijeron que no necesitaban declarar la emergencia alimentaria porque ya estaba declarada, como si fuese un problema técnico. No entienden que falta comida en los barrios populares y hay que poner comida en la mesa de la gente.
APU: ¿Qué impacto tuvo en el reclamo al Gobierno la gran movilización de las organizaciones sociales la semana pasada?
LG: Tras la marcha, el gobierno propuso de llevar de 21 pesos a 28 pesos la cantidad de dinero que se usa por ración de comida. Yo le pregunto a la ministra Stanley: ¿Quién le da de comer a su hijo por 30 pesos?
APU: Los medios de comunicación levantaron en la prensa unos conceptos del dirigente del Frente Patria Grande Juan Grabois relativos a un proyecto de reforma agraria. ¿Cómo analiza esta discusión mediática?
LG: Sobre Juan (Grabois) hay una estrategia de determinados sectores de los medios de comunicación para constantemente demonizar cualquier cosa que él plantee. Lo que se ve mediáticamente es que se intenta reconstruir el debate en forma de grieta permanente, que es la única estrategia que le quedó al gobierno tras las Paso.
Juan aclaró que se trataba de una posición de los movimientos sociales, el año pasado hubo un congreso de organizaciones agrarias. Fue el primero que aglutinó a todas las organizaciones agrarias y populares. Con un planteo muy concreto de las organizaciones: que haya una política para garantizar el acceso a la tierra de los campesinos y campesinas de la Argentina, que es el país con menos población campesina de América Latina. Y sin embargo, es uno de los países del mundo que más exporta productos del campo.
APU: Desde una perspectiva de las fuerzas militantes del campo popular, ¿cómo se compara este momento con el 2001 según la fortaleza o debilidad de las organiaciones populares?
LG: A diferencia del 2001 hoy existe un sistema de cobertura social y una salida política. También hay una experiencia histórica que implicó la crisis del 2001, los saqueos, los muertos, las movilizaciones y finalmente el salto político de la organización popular. Hoy existe un nivel de masividad en las organizaciones sociales que no existía en el 2001, con la experiencia de haber atravesado un Gobierno popular. Con lo bueno y lo malo.
APU ¿Cómo imagina la convivencia de un gobierno de Alberto Fernández, en el caso que se vuelva a repetir el triunfo, con las organizaciones sociales en un momento de conflictividad social tan compleja?
LG: Alberto (Fernández) es un gran dirigente político que ha logrado sintetizar un espacio enorme que es el Frente que se definió para frenar el avance del neoliberalismo en la Argentina. Pero también para construir una lógica distinta. Teniendo en cuenta esto que dice Cristina que va haber dos modelos tan distintos en un período tan corto de tiempo. Alberto lo va manejar bien, tiene una excelente relación con las organizaciones sociales y sindicales, con lo gobernadores e intendentes también. Viene a plantear un gobierno que necesita del diálogo y la colaboración de todos para poner a la Argentina de pie. Es la etapa de la supuración de las heridas. Confío plenamente que lo que se viene es bueno. Poder empezar de a poquito a reconstruir la Argentina.
APU: ¿Qué aprendizajes hizo el peronismo de estos cuatros años en los cuales las fuerzas del panperonismo estuvieron muchas veces divididas?
LG: El primer aprendizaje es que cuando nosotros nos dividimos los que pierden son los sectores populares. La dirigencia política puede tener mayores o menores diferencias, pero lo que sucede es que cada vez que los sectores populares se dividen hay una catástrofe social y económica en la Argentina. El segundo aprendizaje es que tenemos que coexistir en una diversidad de planteos y miradas. Hay que ir llevando esas contradicciones, que no se resuelven sino que se cabalgan. Uno de los desafíos del Frente de Todos va ser construir un mecanismo de tomas de decisiones más horizontal.
APU: El macrismo marcó su propio paradigma en materia de violación a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad con la doctrina Chocobar y la represión de la protesta social. ¿Cómo se empieza a desentrañar esa herencia que deja Cambiemos?
LG: Ahí teníamos un problema que en realidad es histórico, el macrismo agudizó todos los problemas que nosotros no habíamos resuelto y generó nuevos. Abrió un capítulo sobre algo que yo creía que nosotros habíamos logrado resolver que era la no represión de la protesta social. Yo fui muy crítico de muchos modelos de seguridad de nuestro gobierno. De la provincia de Buenos Aires centralmente. Creo que con justa razón; habían cosas que funcionaban mal. Pero este Gobierno trajó muy claramente el problema de la represión de la protesta social.
Nosotros vamos a tener que recuperar el respeto por la protesta social, en una Argentina con mucho conflicto. Eso no se va lograr de un día para otro. A Néstor (Kirchner) le costó generar una serie de cambios para establecer claramente la no represión de la protesta social. No va alcanzar con las regulaciones que podamos hacer desde el ministerio de Seguridad o del Congreso. Va ser falta construir un consenso social para tener una dinámica de seguridad democrática, que establezca que es la vida los más importante que debe defender el Estado y no la propiedad privada.