Levaggi: “Buscamos garantizar alimentos sanos a precios justos para el pueblo, y un trabajo digno para el productor”
Foto: Carlos Perez
Por Mariano Pacheco
Nahuel Levaggi, dirigente de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), la organización que protagonizó los “Verdurazos” en los años macristas, dialogó con AGENCIA PACO URONDO. A fines de marzo, en medio de la pandemia del COVID-19, asumió la dirección del Mercado Central de Buenos Aires, el sitio que comercializa todos los meses unas 100 mil toneladas de frutas y verduras de todo el país. Surgida en 2010 para agrupar a pequeños productores que viven y trabajan en y de la tierra, la UTT agrupa en la actualidad alrededor de 16.000 familias en 15 provincias del país y es la organización que ha creado el Primer Mercado Mayorista Agroecológico y una extensa Red de Comercialización de Productos Cooperativos.
La UTT es una las organizaciones que agrupa a quienes producen alimentos en Argentina, realidad de la que viven – según cifras de 2019 del Registro Nacional de Agricultura Familiar (RENAF)-- unas 200.000 personas. Junto a otras expresiones del sector, el año pasado la organización impulsó el Foro Agrario por un Programa Soberano y Popular, que se propuso promover una Ley de reparación histórica de la agricultura familiar, fomentar el arraigo a la tierra y la agroecología como política de Estado, apuntalar la democratización de las estructuras del sector público agropecuario con integración de las organizaciones sociales y democratizar las cadenas de comercialización, entre otras cuestiones.
APU:¿Qué desafíos se les presentan ahora que forman parte de la gestión del Mercado Central?
NL: Asumimos este desafío porque entendemos que el Mercado es un lugar estratégico y determinante para continuar la construcción de soberanía alimentaria que venimos realizando, y garantizar alimentos sanos a precios justos para el pueblo, y un trabajo digno para el productor.
Llegamos con una idea fuerte de abrir el Mercado a los pequeños productores, a las cooperativas agropecuarias, las fábricas recuperadas y las organizaciones sociales, y no sólo a los grandes productores, al poder concentrado. Y por otro lado, que el Mercado Central ocupe el rol social que entendemos tiene que ocupar, con una visión y una interacción social en función de una política alimentaria.
Es importante, porque el Mercado Central es el espacio concentrador más grande de la Argentina y uno de los más grandes de América Latina. Por eso lo que allí ocurra, va a impactar en muchísimas economías regionales, además de que abastece a 14 millones de personas en el área metropolitana. Eso lo transforma, por otra parte, en un posible sitio de irradiación política: promover la agroecología, transparentar la cadena de precios. Con esa idea llegamos. Con esa idea es que aceptamos asumir la gestión del Mercado.
APU:¿Y asumieron en medio de una pandemia mundial?
NL: Sí, llegamos un martes a las 9 de la mañana y nos encontramos con toda esta situación. Y lo primero que tuvimos que hacer fue construir un protocolo de seguridad, sanitario, en un lugar por donde transitan 15.000 personas por día. Así que todo ese proceso, en el que aún estamos, se trató de fortalecer el protocolo sanitario a la vez que se buscó sostener el abastecimiento: esas fueron las dos grandes tareas de este primer momento. De allí surgió la propuesta de Compromiso Social de Abastecimiento, que es algo histórico, porque por primera vez en el Mercado Central se acuerdan precios.
No fue un precio máximo impuesto, sino un criterio surgido de la convocatoria que hicimos a los operadores, con quienes conversamos sobre la necesidad de asumir una conciencia social capaz de enfrentar esta situación, garantizando el abastecimiento estableciendo un precio por semana.
APU:¿Qué otros desafíos se les presentaron?
NL: Bueno, uno muy importante fue el de construir un perfil de gestión, que implica ir y estar ahí, caminando el Mercado desde las 3 o 4 de la mañana, hablar con los cooperativistas, los changarines, gestar un espacio de diálogo colectivo para también poder escuchar a esa comunidad. Hay gente que está ahí hace más de treinta años, y nunca o muy pocas veces fueron escuchadas. Y ahí hay miles y miles de vidas trabajadoras, en un lugar inmenso, que es como una pequeña ciudad.
APU: Es una concepción, la dialógica, muy presente en los movimientos sociales, como la Unión de Trabajadores de la Tierra de la que provenís. ¿Qué desafíos se les presentan ahora, cuando la tarea militante pasa por la gestión del Estado? ¿Qué tensiones de lógicas podés visualizar, si es que las hay o las notas, y cómo se proponen abordarlas?
LV: Mirá: vamos dos semanas y media de gestión (la entevista fue realizada el 11/12. La primera semana, nos dedicamos a abordar las cuestiones más urgentes, que como te decía pasó por el protocolo de salud y el control de los precios. La segunda semana convocamos a la mayoría de los movimientos sociales y actores de la comunidad, como las iglesias e incluso mantuvimos reunión con intendentes del conurbano, para dejar en claro que nosotros llegamos acá para estar en función de lo que se necesite, más en este contexto: gestar instancias para que la mercadería llegue a precios más económicos a los territorios. Para eso implementamos una dinámica que incluye, por ejemplo, que nosotros pongamos el espacio, que los operadores del Mercado dejen la mercadería a precios más baratos y que las militancias aporten lo suyo armando los bolsones para llevar a los barrios, que son trasladados por camiones de las empresas que están en el Mercado y a quienes hemos comprometido a aportar transporte.
Después por las tensiones a las que te referís, te podría decir que en nuestro caso, asumir en el Mercado Central tiene que ver con continuar un poco el accionar que teníamos, y nos convocaron a que sigamos haciendo lo que ya veníamos haciendo y no otra cosa. Y la realidad es que en estas dos semanas y media no hemos tenido problemas, ha sido puro apoyo de la gestión hacia nuestras propuestas. Y tal vez no viene habiendo demasiada tensión porque nuestro aporte está muy ligado a nuestra realidad e incluso, a nuestra gremialidad. Nosotros ahora gestionamos al Mercado en función de las propuestas que venimos gestando desde la UTT. Por ejemplo: la construcción de precios.
Nosotros vamos a darnos todo el trabajo que sea necesario para que las quintas también sean parte del proceso de fijar los precios. Entonces: pasada la cuarentena, cuando nos podamos juntar, vamos a estar conversando en torno a cómo construimos los precios desde todos los actores concretos del campo.
Por último: en este proceso de asumir funciones de gestión en el Estado, desde las militancias que provienen del movimiento popular, ¿qué expectativas les genera lo que pueda emprenderse de acá en más? Sobre todo teniendo en cuenta esto de que les tocó asumir en medio de una situación de emergencia. Por esto que decía antes, de la relación directa entre esta gestión del Mercado y el tipo de militancia en la que venimos embarcados desde hace años, la cuestión no tiene tantas tensiones para nosotros.
No es que pasamos de una militancia de un tipo a una gestión política que nada que ver. Acá fue un planteo de que nos hagamos cargo del Mercado Central porque se entendía que en base a lo construido que podíamos aportar. El desafío es cómo transformar los planteos que surgieron de la organización de base en políticas públicas del Estado. Y en ese camino estamos. Es diferente a la situación de los movimientos sociales en otro contexto, como el de 2001, donde por un lado estaba la lucha reivindicativa concreta y por otro una consigna general de cambio social, pero en donde en el medio no había demasiado. En el caso de la UTT, por ejemplo, hemos venido trabajando estos años en esto de combinar las cuestión reivindicativa concreta de la mano de consignas políticas y de vocación por construir políticas públicas que puedan ser gestionadas. Entonces es como que ahora estamos en el momento de hacer aquello que veníamos diciendo que había que hacer.