¿Qué pasa con el ataque a los locales de la militancia?
Por Anabella Gonzalez*
En los últimos quince años en la Argentina se dieron cambios radicales alrededor de la política y sociedad.
Luego del desolado panorama en materia política, económica y social que dejaron las devastadoras decisiones del gobierno de Fernando De La Rúa, el país quedó desbastado y no se encontraba una fuerza en la cual se pudiera apostar. Por aquellos días se hacía escuchar el famoso “Que se vayan todos”, lo cual reflejaba más aun la lejanía que tenían los argentinos con la política.
A partir de 2003, con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno, quien ganó con el 22,3% (porcentaje más bajo de la historia electoral), progresivamente se comenzó a visibilizar el nacimiento de partidos políticos, de la mano de ciudadanos que tímidamente se empezaban a organizar políticamente.
Ya para 2006 la actividad era imparable, los jóvenes desde el secundario tenían una cercanía a los eventos sociales y políticos, las agrupaciones comenzaban a legitimar su compromiso con el gobierno de turno y se inició un gran apoyo a las decisiones tomadas por el mismo. Dieron a luz las Juventudes político partidarias, como La Cámpora, el Movimiento Evita y diferentes variantes de la Juventud Peronista, que en 2012 confluyeron en el espacio denominado Unidos y Organizados.
La palabra “política” ya no generaba rechazo, todo lo contrario, se empezó a entender que podía utilizarse como herramienta transformadora a nivel social y desde allí partieron el camino de la militancia.
Los distintos rincones del país se fueron vistiendo de banderas, bombos, remeras de los referentes políticos y el espíritu popular se comenzaba a ver en las movilizaciones o actos de apoyo al gobierno.
Durante toda la época kirchnerista los argentinos de cualquier grupo o partido, al cual pertenecían, tenían una seguridad innegociable, la de saber que no serían perseguidos ni estigmatizados por la corriente que siguieran.
Notoriamente algunas cosas cambiaron y en lo que va de 2016 ocurrieron reiterados ataques a Unidades Básicas de distintos puntos del país. Como el de la madrugada del jueves en la Unidad Básica de La Cámpora Comuna 12 que sufrió un ataque de violencia cuando una bomba molotov impactó en el frente del inmueble en el barrio Villa Urquiza.
Otro caso relevante fue el del mes de Marzo cuando se inauguraba la Unidad Básica de Nuevo Encuentro en el barrio Villa Crespo, en el que Alejandro Fabián Sidero baleó desde su edificio a dos personas que se presentaban en dicho acontecimiento, las cuales tuvieron que ser hospitalizadas de urgencia.
También se puede recordar el caso de la UB “Irreversible” de Parque Avellaneda que fue baleada el 27 de Abril pero dos meses atrás ya se había registrado una agresión similar, cuando dos militantes se encontraban en su interior. Un mes antes habían baleado la UB “Néstor Kirchner” perteneciente a La Campora de Mar del Plata. En esa ocasión destruyeron parcialmente las instalaciones.
En la últimas horas se sumó un nuevo ataque, en la Unidad Básica Liliana Barbieri de la ciudad de La Plata. Un grupo neonazi por la madrugada del día martes impactó con la escritura “Montochorros” seguido de la firma “Vanguardia Nacionalista” en la fachada.
Estadisticamente casi en un 100% los sucesos de violencia ocurrieron por la madrugada, momento en que las Unidades Básicas se encuentran sin gente, lo que demuestra un acto de total cobardía e impunidad.
Todos estos hechos retrocede a la época más nefasta de la historia Argentina, donde se perseguían a los jóvenes que tenían una relación directa con la política y las acciones sociales.
Entonces, bajo el nuevo gobierno, quien también tiene su grupo de militantes, ¿quién debe garantizar el libre ejercicio de la política comprometida con el pueblo y no con los intereses neoliberales?
*Autora del blog https://anabellagonzalezblog.wordpress.com/