“Revisitar la experiencia piquetera nos puede ayudar a pensar cómo salir adelante”
Por Josefina Figueroa
Mariano Pacheco es escritor y periodista. Además de amistad, compartió una “militancia intensa” con Darío Santillán en la lucha contra la Ley Federal de Educación y en la Coordinadora Aníbal Verón. “Una de las expresiones del Movimiento Piquetero que plantearon con mayor radicalidad las luchas en ese período”, aclara. Aquel 26 de junio de 2002, la decisión de cortar los accesos a la Capital, en el marco de un plan de lucha contra el presidente Eduardo Duhalde, terminaron con el asesinato por parte de las fuerzas policiales de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. “Yo fui parte de la jornada de lucha como integrante del MTD de Almirante Brown. Nunca nos imaginamos una represión tan salvaje”, recordó Mariano.
APU: Se cumplieron 14 años de la Masacre de Avellaneda y como todos los 26 de junio se realizó una conmemoración, ¿cuál fue la consigna de este año?
Mariano Pacheco: La consigna continúa siendo exigir que se abra un proceso judicial para poder investigar, enjuiciar y castigar a los responsables políticos e ideológicos de aquella jornada represiva. Para ello, el sábado hubo una Jornada Político Cultural en la Estación Darío y Maxi, donde estuve presente. Como en años anteriores, el del 26 fue un acto más clásico con integrantes del campo popular donde se marcha hasta puente Pueyrredón con los familiares de Maxi y Darío, quienes cerraron la jornada con un acto.
APU: ¿En qué instancias están esas causas?
MP: Hay una comisión investigadora, la Comisión Independiente Justicia por Darío y Maxi, que integran Alberto y Leonardo Santillán, padre y hermano de Darío. Desde ahí se está intentando abrir indagatoria a por lo menos, si no es a los responsables políticos más visibles, como el ex presidente Eduardo Duhalde o los miembros de su gabinete, a los responsables policiales que actuaron ese día. El ex comisario Alfredo Franchotti y el cabo Acosta están condenados a cadena perpetua a partir del juicio realizado en el 2005. Esa sentencia fue muy importante para nosotros, porque este es un país donde suelen quedar impunes los autores materiales de los crímenes en protestas sociales.
APU: ¿Cómo pensás ese 26 de junio hoy, con la instalación de un gobierno de derecha después de 12 años de gobierno kirchnerista?
MP: Más que nunca aparece la necesidad de revisar críticamente la última década pero sobre todo, de revisitar en términos positivos aquello que fue el período 1996-2002. Etapa que se clausura con la masacre de Puente Pueyrredón y el comienzo de una política más ligada a lo social, a las luchas de base, a los procesos de organización, más participativos. La apertura a otro tipo de democracia. Creo que en este momento, la ofensiva conservadora del macrismo no está encontrando resistencia por parte del campo popular. Si bien hay distintos grupos y sectores que vienen activando, justamente la tarea es poder construir un proceso de resistencia. En ese sentido, hay mucho para pensar sobre ese diciembre de 2001.Las iniciativas populares que se dieron en el marco de la crisis política de representación, de los modos de entender y hacer la política, tienen mucho para dar.
APU: Darío siempre mencionaba la unidad para alcanzar una transformación más profunda…
MP: Hoy, todos los grupos hablan de unidad, después lo que cuesta es crear procesos reales de articulación por abajo. Creo que en el campo popular hay estrategias políticas muy diferentes y nadie las va a dejar de lado. Eso no debería imposibilitar que haya un proceso de unidad en la lucha para enfrentar políticas antipopulares como las del macrismo. Falta autocrítica respecto de las organizaciones que ante tamaña reconfiguración del país no han logrado todavía, dar respuestas masivas en las calles. Se supone que hoy contamos con mayor militancia pero en aquel entonces se salía a resistir de un modo mucho más intenso. Revisitar esas experiencias nos pueden ayudar a pensar cómo salir adelante porque el macrismo recién empieza y ya hizo bastante
APU: En ese sentido, ¿cuáles serían los desafíos para los movimientos sociales, los organismos de DDHH y también para los trabajadores de prensa, que cumplieron un rol tan fundamental en la causa?
MP: Es importante que el pueblo tome la palabra, que sea protagonista y ponga el cuerpo en la política. Considero que hay que ser rigurosos respecto de no coincidir con las críticas del macrismo hacia el kirchnerismo porque son todas por derecha. A nivel prensa, es un poco triste el balance que uno saca respecto del debate que se abrió con la Ley de Medios y el nivel de poder real que hay hoy respecto de los medios de comunicación comunitarios, populares y autogestivos. Para los organismos de DDHH creo que hay que estar atentos ante el recrudecimiento de las políticas represivas y de tono autoritario, como el Protocolo de Seguridad u otras políticas que lleven a coartar las libertades elementales para la vida cotidiana.
APU: ¿Cree que hay posibilidades de que emerjan movimientos con herramientas de lucha similares a las del Movimiento Piquetero?
MP: Me parece que, como la derecha no gobierna siempre del mismo modo, las expresiones populares no siempre construyen de la misma manera para enfrentar las políticas del poder. Por las características recientes de Argentina, es poco probable porque el Movimiento Piquetero fue un sector que organizó a los trabajadores ante una desocupación inédita. En los trabajadores de la economía popular, que vienen organizando sus actividades en el marco de cooperativas y proyectos autogestivos, creo que hay un sector que tendría una especie de continuidad, de hermano menor de las experiencias del movimiento piquetero. Pero no sé porque en aquel momento, desde los partidos de izquierda y las ciencias sociales, veían como imposible la organización de los desocupados, de un grupo que se presentaba por la negativa. Sin embargo, no sólo que se organizó sino que entiendo que durante esos años ejerció un rol de vanguardia respecto de las luchas populares. Hubo una diversidad de luchas en los 90 y 2001 que fueron muy importantes pero el Movimiento Piquetero marcó un curso con herramientas y formas de entender la política, mucho más radicales. Creo que para pensar esta etapa hay que pensar que no hay construcciones políticas de largo plazo que no se midan con los inmediato, con las pequeñas reivindicaciones, con las pequeñas victorias y con cosas que puedan ayudar a que una organización popular de pequeños pasitos en el día a día no sólo aprendiendo de las derrotas sino que conquistando victorias también.