Así no, Kesselman, por Santiago Gómez
Por Santiago Gómez
En un interesante artículo publicado en nuestra Agencia, Violeta Kesselman responde intempestivamente a quienes acusan a la agrupación de la Presidenta de la Nación, de ser los responsables del último resultado electoral. Sabemos que responsables para las victorias es fácil encontrar, pero cuando se trata de pérdidas sólo aparecen acusaciones. Es una pena que con su capacidad de escritura, sólo se dirija a un grupo muy pequeño. No considero que pueda encontrarse un responsable para problemas colectivos, lo que sí considero es que uno como miembro de un colectivo debe ser responsable por el impacto en el colectivo de su accionar.
Lamentablemente, el artículo de la compañera cumple con todas las malas formas que nos adjudican a los kirchneristas. Una defensa interna, dirigida a un selecto grupo que habla en términos de “real politic”, esos mismos términos que provocan la risa y subestimación de algunos intendentes, cuando se encuentran con técnicos que desde sus maestrías justifican sus posiciones. Tuvimos un Jefe de Gabinete que hablaba en esos términos, después de años de papers y papers, y así se fue.
El problema que quiero señalar en el texto de la compañera, es que es un texto que no busca sumar, no tiene la intención de que aquel que lo lea le den ganas de salir corriendo a militar en alguna fuerza de Unidos y Organizados, o en algún espacio político nacional y popular. Por el contrario, el texto suda todo lo que nos critican a los kirchneristas: prepotencia, soberbia y porongueo. Les pido disculpas a los lectores por esta última palabra utilizada, pero no encuentro otra que pueda expresarlo de un modo más claro. No me siento cómodo con el vocabulario de la real politic, porque el problema de los mejores, es que no traen a nadie, y después del resultado de octubre pasado, lo que queda claro es que nos tienen que votar más.
Ponerla arriba de la mesa para que quede claro quien la tiene, es tan viejo como el día en que tener o no tener es lo que define una relación. Es una manera de ejercer el poder. Lo hace un empleador con sus trabajadores, lo hacen intendentes, gobernadores, coordinadores de espacios, cualquiera que no sepa manejar el poder, poronguea. “No se trata de ordenar, sino de persuadir”, dijo el que todo lo dijo, y aún tiene razón. ¿Qué es esto de poner sobre la mesa “cantidad de militantes reales” y sin poner números reales? Casi 30 mil no es un número real, nos diría Paenza. ¿Justo 30 mil? Es cierto que la Presidenta habilitó la interna en su espacio de entrevistas por la Televisión Pública, afirmando que después del 2015 dentro de la interna peronista era donde se la iba a encontrar. Pero después de conocer el techo del kirchnerismo del 30%, considero que las expresiones públicas de cualquier militante kirchnerista deben promover sumar y no restar. No nos estamos yendo, así que nada de andar inventariando.
Un techo del 30% es un techo alto, muy alto. Si consideramos que partidos centenarios festejan un 22 o 25 por ciento, como si fuese la copa del mundo, un asegurado treinta por ciento es un gran capital. Pensemos que esos mismos partidos centenarios, para alcanzar un 30% o superarlo, deben hacer alianzas contrarias a sus programas, lo que se evidencia en la existencia de radicales y socialistas K. Sabemos muy bien, y sufriendo lo aprendimos, que se pueden ganar elecciones sin estructuras partidarias ni territoriales propias, sino con la influencia de los medios de comunicación en la población. Dicen que soy aburrido, Alica Alicate, las cámaras de seguridad de Tigre, rápidamente nos lo recuerdan. Y nos duele. Claro que nos duele y dolido es mejor no hablar. Cualquier futbolero o futbolera estará de acuerdo.
Esto nos obliga, a los militantes kirchneristas, a que cada vez que intervengamos en los medios de comunicación lo hagamos con la intensión de sumar al que todavía no se sumó. Son claros los límites cuando nos dirigimos sólo a un 30% de la población, y las formas son las de la interna, por eso después nos cuesta comprender la diferencia entre el 54% al 30%. Basta con comparar las elecciones locales con las nacionales, para intentar acercarse al problema. Como dejamos de hablar con los que no piensan como nosotros, grave error, muy grave error, nos cuesta conceptualizar a los anti kirchneristas que votaron con el bolsillo a Cristina y reeligieron a Macri. Existen millones de argentinos que reconocen la importancia de la política, del Estado, pero en los que la política no ocupa un lugar preponderante en sus vidas. Honremos a nuestros compañeros peronistas que nunca se metieron en política, respetemos a ese amplio porcentaje de la población, y cuando nos comuniquemos en los medios, hagámoslo con cuidado, sin buscar incomodar.
Espero se comprenda que no priorizo la forma por sobre el contenido, pero jerarquizo la forma. Cristina lo dijo en reiteradas oportunidades “a no enojarse y hacer docencia”. Hacerle sentir al otro que es menos que uno, difícil sume. Tirarse contra los intendentes, representantes de la población, difícil sume. Insinuar que hay organizaciones que mienten con la cantidad de militantes que la componen, difícil fortalezca la unidad. Desde que el número es un valor, sabemos que todos mentimos con lo que tenemos. Basta recordar las agrupaciones peronistas retrasando su paso frente al General, cuando se medía con cronómetro el tamaño de las agrupaciones peronistas, en el tiempo que tardaban en pasar frente al palco. Anécdotas como estas, cuestiones como estas, son del interés de unos pocos de la población, nosotros, los militantes. Pero estos poquitos unidos y organizados tenemos el desafío de sumar. De sumar votos. Porque para gestionar el Estado es preciso ganar elecciones y para ganar elecciones es preciso que el votante se sienta representado por aquel que elige, y las formas que eligió Kesselman para expresar su parecer, es claro que no representa a la mayoría, o al menos, a mí como militante kirchnerista, no me representa.