Los "contextos razonables" del tuitero Fernando Iglesias
Por Fernando Torrillate
El martes a la noche hubo un debate curioso en TN, en el programa Palabras Más, Palabras Menos, que conducen Marcelo Zlotogwiazda y Ernesto Tenembaum. Lo protagonizaron los periodistas José Cornejo (Agencia Paco Urondo) y Gabriel Levinas (Grupo Clarín), el sociólogo Artemio López (Consultora Equis) y el exdiputado y docente Fernando Iglesias, y el tema propuesto fue “Fútbol, nacionalismo y política”. Habituados a las chicanas, López e Iglesias hegemonizaron los cruces más histriónicos, aunque las chispas no llegaron encender una discusión que posiblemente merezca más tiempo y más profundidad que la que cualquier espacio televisivo pueda darle.
Pero hubo un par de comentarios centrales en la argumentación del excongresista del ARI sobre las que vale la pena detenerse. Luego de aplaudir la civilidad de los festejos alemanes -que, entre otras cosas, arrojaron un muerto, además de expresiones racistas y xenófobas de las más variadas- y denostar la barbarie de las manifestaciones en nuestro país -dándole una centralidad a cien barrabravas que no se corresponde con las decenas de miles argentinos y argentinas que celebraron en paz en todo el país-, Iglesias deslizó una afirmación que lo pinta en toda su extensión reaccionaria: “De estos 23 chicos (los jugadores argentinos), veinte juegan en contextos razonables, en países razonables, donde no hay peronismo”. La guarangada solo despertó carcajadas del resto de los participantes del debate, que no se detuvieron en reflexionar sobre la gravedad de la tesis y solo se limitaron, kirchneristas dixit, a acusarlo de “gorila”.
Pocos minutos después, posiblemente envalentonado porque nadie hizo sonar el pito ante semejante barbaridad, el tuitero estrella del lilismo arremetió con más guasadas sobre la cuestión de los contextos y la razonabilidad: "Lo que mostró el mundial, como mostró la selección del 78 en el campo deportivo - dijo sin ponerse colorado por la apología - es que cuando los argentinos nos desempeñamos en un contexto razonable, somos tan buenos como cualquiera, y en muchos casos mejores que muchos. Ahora, cuando el contexto es el que hemos visto en el Obelisco, el contexto de la lumpenización general de la Argentina, de 25 años de gobierno casi exclusivamente peronista, donde la gente lleva tres generaciones sin trabajo, termina el festejo por un segundo puesto en eso que se vio”.
Lo de Iglesias es gravísimo; no es sólo una opinión crítica de un opositor encendido.
La sin razón es una condición de las cosas, de los animales o las plantas. Categorizar al peronismo como no razonable es una condición para privar a los peronistas de los derechos propios de quienes razonan; es decir, para privarlos de los derechos humanos. Quienes, a lo largo de la historia de nuestro país, entendieron a determinados movimientos sociales o políticos como bárbaros, como carentes de razón, se sintieron con potestad para aniquilarlos, perseguirlos, torturarlos, asesinarlos, apropiarse de sus bienes y de sus hijos, etcétera.
El peronismo no hace al país ni más ni menos razonable. Es la expresión de un pueblo que se siente representado en un líder y que torna ese amor en un movimiento que lo trasciende y que se traduce, con gran diversidad, en procesos políticos, sociales, económicos y culturales transformadores.
La oposición al peronismo es absolutamente legítima, como cualquier cuestionamiento democrático a cualquier idea o espacio político. Es legítimo que quienes sienten al peronismo como el hecho maldito del país lo critiquen y busquen derrotarlo en las urnas. Pero de ahí a considerar que los gobiernos peronistas son sinónimo de un contexto sin razón hay un puente que los argentinos no podemos permitirnos volver a atravesar. Insisto: en nombre de ese argumento, se despojó de derechos humanos a los peronistas (y a otros militantes populares), se los persiguió, se los encerró y se los arrojó al mar, entre muchas otras vejaciones.
La segunda frase de Iglesias, esa con la que inscribió a la selección de fútbol del ’78 en “un contexto razonable”, cuando en realidad el país vivía la ejecución de un plan sistemático de desaparición, tortura, apropiación, persecución y asesinato de personas como nunca en su historia, completa el dogma de un señor cuya audacia verbal no tiene nada de graciosa. Finalmente, la falta de rigurosidad analítica respecto de este presente transformador y popular y sus afirmaciones falaces sobre desempleo y lumpenización resultan menores en el contexto reaccionario de un pensamiento tan retrógrado como peligroso.
Mirá el debate en TN:
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