Nueva era de privatizaciones: Milei, el extranjero
Casi once meses en el poder le tomó a Javier Milei transformar a la Argentina en un país extremadamente incómodo para su pueblo. Lo que alguna vez fue el orgullo de la nación, su sistema de educación universitaria pública y gratuita, está siendo desfinanciado. Las empresas del Estado están en proceso de reprivatización. Energía, transporte, telecomunicaciones, todo está en venta. A los jubilados se les negaron aumentos, el acceso a los servicios básicos es imposible y el poder adquisitivo se desploma mes a mes.
Según el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), solo los sectores de Agricultura y Explotación de minas y canteras lograron aumentos salariales que superan la inflación. En cambio, los sectores más perjudicados fueron Enseñanza, Servicios sociales y de salud, y Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones. Esta disparidad provoca que el constante incremento de las tarifas de luz, gas y transporte público se vuelva insostenible para la mayoría de los argentinos.
En el marco de las privatizaciones de empresas clave, el gobierno anunció la venta de la estatal Belgrano Cargas y Logística S.A., responsable de la infraestructura logística esencial para transportar la producción agrícola del norte hacia los puertos del río Paraná. Sin embargo, considerando el precedente de privatización de los años 90, persisten dudas sobre los beneficios reales de esta medida, tanto en relación con el futuro de sus trabajadores como en la efectividad de la empresa para cumplir con sus objetivos estratégicos.
En este contexto, la figura de Milei se asemeja al protagonista de “El extranjero” de Albert Camus, quien, en su indiferencia hacia el mundo que lo rodea, termina siendo un extraño en su propia existencia.
Al igual que el personaje de ficción, Milei actúa con frialdad frente a las consecuencias de sus decisiones. “Los salarios subiendo, las jubilaciones subiendo y el empleo subiendo”, declaró el Presidente. En este sentido, el INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) publicó que los salarios aumentaron un 5,7 por ciento en agosto, lo que representa una suba del 200,6 por ciento interanual, lejos del 236 por ciento de inflación, lo que representa una pérdida real de poder adquisitivo del 36 por ciento respecto del mismo mes del año anterior. Asimismo, el Centro de Estudios Metropolitano informó que el costo de la vivienda en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) subió casi el 135 por ciento en 2024 y el incremento en términos interanuales fue del 221,1 por ciento, lo que evidencia que ambos valores fueron superiores a los índices generales de la inflación. Mientras, millones de argentinos luchan por llegar a fin de mes. Un claro ejemplo de que permanece ajeno, gobernando sin empatía ni preocupación por el sufrimiento que generan sus políticas.
Su ataque a la educación universitaria pública es emblemático de esta desconexión. Las universidades, pilares de la movilidad social ascendente, enfrentan recortes drásticos en sus presupuestos. Según el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), hasta septiembre de 2024 hubo una diferencia negativa del 77,6% entre los incrementos salariales y la inflación. A pesar de la contundente respuesta social, Milei ignora estas voces, argumentando que la oposición utiliza los recursos de la educación para “financiar la mugre de la política”.
La promesa de libertad que él propaga está desprovista de cualquier consideración hacia el bienestar colectivo. En lo que lleva de mandato, miles de personas en todo el país protestaron en movilizaciones para expresar su descontento: jubilados, estudiantes universitarios, docentes, médicos, representantes de la cultura y trabajadores en general; son un reflejo de un pueblo que se niega a ser silenciado, un pueblo que se levanta y reclama por sus derechos.
Sin embargo, las movilizaciones no están exentas de las tensiones provocadas por la represión estatal. Además, los seguidores de Milei, entre ellos youtubers autodenominados "periodistas", protagonizan actos de provocación hacia quienes critican al gobierno. Esto intensifica el clima de hostilidad y exacerba el odio en la sociedad, especialmente en las redes sociales, donde crean un entorno peligroso para el ejercicio de la crítica y el debate.
A la par de su indiferencia hacia las necesidades de los argentinos, los exabruptos retóricos del Presidente no solo generan división, sino que también avivan el odio, la violencia y la polarización. Su comportamiento se asemeja al de Meursault, que, aislado de su entorno, carece de la capacidad de entender la gravedad de sus acciones. Un claro ejemplo de esto fue el desubicado comentario contra Cristina Fernández, de quien dijo: “tengo el morbo de ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo con ella dentro”. Además, el mal gusto de insultar la memoria del médico sanitarista y exministro de Salud, Ginés González García, a horas de su fallecimiento.
Javier Milei parece ser un extranjero en Argentina, desconectado de la realidad y del sentir de su pueblo. Sus decisiones ya revelan un profundo desdén hacia la sociedad, incluyendo a un amplio sector que lo votó. La pregunta obligada es si, al igual que en la novela de Camus, la Argentina permitirá que este ‘extranjero’ continúe despojándola de su identidad y sus derechos, o si las protestas y movilizaciones crecerán hasta evitar ser sometidos por un gobierno ajeno y sin empatía por el bienestar de su pueblo.