¿Por qué callan ante la nueva masacre en Gaza?, por Carlos Iaquinandi Castro
Por Carlos Iaquinandi Castro (*)
Miles de octavillas lanzadas desde los aviones israelíes y llamadas telefónicas a móviles advirtieron a pobladores de los barrios de Shuyaiya y Zeitum que debían abandonar sus viviendas porque iban a ser bombardeadas. Teóricamente más de cien mil refugiados en esa zona de la franja de Gaza tenían que “evacuar” sus casas. Solo lo hicieron unos pocos centenares. El resto, decidió permanecer, entre otras cosas porque ya no tienen dónde ir. La Franja de Gaza es una virtual prisión, cercada y controlada por las fuerzas militares del estado de Israel, tanques, aviones, “drones” y buques de guerra. Allí se hacinan los 1,8 millones de habitantes de la franja encerrados en un pedazo de tierra de 40 kilómetros de largo y 9,5 kilómetros de ancho. Los accesos los bloquean los soldados israelíes, que solo permiten esporádicas entradas de suministros humanitarios. Más del 80 por ciento de los pobladores gazatíes viven en la pobreza. Apenas tienen suministro de agua y de alimentos, gran parte del día carecen de energía eléctrica. Los que intentaron huir, ante la advertencia israelí, lo hicieron en carros, andando y los menos en algunos vehículos precarios. Consigo llevaban unos pocos enseres y si podían, algunos animales. Estas escenas patéticas se alternaron con la caída de misiles sobre viviendas. Un primer misil de aviso, y luego el siguiente, con la carga de destrucción. Esta sucesión de ataques ha provocado hasta ahora más de 200 muertos, muchos de ellos niños. Y entre niños y mujeres suman casi el 50% de las víctimas fatales. En la franja de Gaza, uno de cada dos habitantes tiene menos de 18 años. Hay más de un millar y medio de heridos. Muchos mutilados por los explosivos israelíes. Una gran mayoría reciben una precaria atención médica, porque el bloqueo ha impedido la llegada de medicamentos y de la reposición de elementos sanitarios indispensables.
Ante este horror, la comunidad internacional se limita a “lamentar”, “exhortar a las partes” o sugerir “treguas humanitarias” en una reiteración de sus estériles comunicados. Como bien decía el jueves pasado Moratinos, el ex ministro español de exteriores, los diplomáticos aparecen, se sacan la foto, y vuelven a desaparecer. El estado de Israel sigue violando el derecho internacional, mantiene tropas en territorios ocupados en Cisjordania, instala asentamientos de colonos israelíes, y sigue asesinando civiles y sembrando el terror en Gaza con el pretexto de “defender” su territorio de los cohetes que lanza Hamás. Es una situación ante la que ningún ser humano puede permanecer impasible. Sin embargo, gobernantes, embajadores y organismos internacionales como las Naciones Unidas o el Parlamento Europeo no emitieron una sola condena o advertencia ante la canallesca “orden” del Ejército de Israel para que decenas de miles de indefensos palestinos abandonaran sus viviendas bajo la amenaza de bombardeos. Los palestinos están casi solos. Únicamente voluntarios sanitarios que han llegado desde diversos países y miembros de organizaciones de derechos humanos y solidaridad, arriesgan sus vidas para coordinar asistencia y algo de refugio. Los que podrían actuar, callan.
La imagen publicada por PODEMOS -el nuevo grupo político español- en su página web, muestra un Parlamento Europeo (recién “estrenado”) con apenas algunos de sus más de 700 miembros cuando se trataba con urgencia la tragedia de los palestinos. Eso sí, horas antes muchos de estos diputados europeos habían estado muy activos discutiendo como repartirse las prebendas de cargos y privilegios en la renovada estructura parlamentaria.
¿Qué Guerra?
Los medios de comunicación occidentales, en particular los europeos y los de EEUU, manipulan sistemáticamente lo que llaman “conflicto” o “guerra”, pero suelen ocultar que Israel es ocupante por la fuerza de los territorios palestinos y que la política de los sucesivos gobiernos de Tel Aviv, ha sido la de seguir desalojando comunidades, en algunos casos destruyendo u ocupando sus viviendas y sus cultivos. Y a la vez, instalando nuevos asentamientos de colonos sobre las tierras ocupadas. Con el argumento de “protección”, Israel sigue construyendo muros de separación y aislamiento y reforzando militarmente las zonas ocupadas, estableciendo sus puestos de control. Los palestinos no pueden circular libremente en su propio territorio y en los “Chek Point” deben sufrir humillantes esperas para conseguir llegar a casa de un familiar o amigo, o incluso para acceder a otra parcela de su propiedad.
Los medios de comunicación mencionados, suelen mostrar imágenes de los impactos que los escasos cohetes de Hamás han provocado en territorio de Israel. Algunos tienen el tamaño de un hoyo de golf, y otros que caen sobre superficies de cemento o similares, provocan un destrozo que no llega al tamaño de una baldosa.
Esta simple mención, que no es más que trasladar lo que se nos muestra por los propios medios israelíes, puede ser descalificada como un “comentario antisemita”, por quienes legitiman la ocupación, los muros, las invasiones, los robos de tierras, las bombas y los crímenes. No dejan espacio para una descripción de la realidad.
Solo se admite la manipulación y la mentira. Lo cierto es que más del 95 por ciento de los cohetes de Hamás son interceptados por el sistema “Iron Dome” (Cúpula de Hierro) , que dispone de potentes radares capaces de calcular la trayectoria de los cohetes y establecer un punto de encuentro para derribarlo y que constituye un auténtico escudo para Israel. Los que finalmente han caído a tierra, son los pequeños cohetes Kasam 1 y 2, y disparos de mortero, que según las fuentes israelíes han provocado hasta ahora un muerto y una decena de heridos. La desproporción militar, es brutal. Los palestinos no tienen defensa alguna ante los misiles, las bombas, los drones (aviones pequeños teleguiados desde los cuales realizan asesinatos supuestamente “selectivos”) los tanques y blindados. Esa desproporción no solo está en el número de víctimas. También en la destrucción total de cientos de viviendas, miles con daños graves o importantes, la demolición de las precarias infraestructuras palestinas, muchas de ellas construidas con dinero de la ayuda de países europeos. Portavoces de las Naciones Unidas indicaron que los últimos ataques israelíes han dejado sin agua a una población de 300.000 gazatíes.
Llamar “operación defensiva”, o “guerra” no es un error, ni una distracción, es una canallada más con la que muchos medios se convierten en cómplices directos de las masacres.
El boicot permanente a la paz necesaria
Aunque la razón y la lógica apunten a que palestinos e israelíes tendrán que convivir, y en principio la teoría de los dos estados es la base para un definitivo acuerdo de paz, es evidente que Israel -con distintos gobiernos- ha mantenido la política de “estrangular” poco a poco a la población palestina. Sistemáticamente va ocupando territorio y somete a los palestinos a bloqueos por aire, tierra y mar, controlando el ingreso de alimentos, medicinas y todo tipo de insumos.
El gobierno de Tel Aviv argumenta para sus operaciones militares “de castigo”, que los palestinos no quieren reconocer la existencia del Estado de Israel. Pero en los hechos, tampoco admiten la existencia de los palestinos. Y su verdadera apuesta sigue siendo la de dominarlos o exterminarlos.
¿Hasta dónde es también esa la intención y la voluntad del pueblo israelí? No lo sabemos. Pero sí sabemos cuáles han sido las actitudes de sus gobiernos, y el peso cada vez mayor de los sectores de ultraderecha y de los ultrarreligiosos y de muchos de sus medios de comunicación. Y también sabemos que hay israelíes que consideran injusto el proceder de su gobierno y que sufren con el sufrimiento de los palestinos. Pero la realidad es que los “halcones” prevalecen y agitan las banderas del odio.
La matanza en la playa
Ismael, Zakaria, Ahed y Mohamed tenían entre nueve y diez años. Eran hermanos y primos, y junto con otros familiares y amigos jugaban al escondite y a la pelota en la playa de pescadores de Gaza. Eran las cuatro de la tarde del miércoles. Cielo despejado y sol pleno. De improviso, desde uno de los navíos de guerra israelíes, se disparó contra el grupo. Ante el impacto cercano los pequeños salieron corriendo en busca de un refugio. Su última y desesperada carrera fue filmada por periodistas franceses que casualmente se encontraban en el muelle. Segundos después, un segundo misil explotaba destrozando los cuerpos de los pequeños. Habían logrado alejarse unos 200 metros del punto del primer impacto. Todo indica que fueron “buscados” como objetivos por los atacantes israelíes. ¿Los confundieron con militantes de Hamás?... Parece imposible que con los medios y la tecnología que utiliza el ejército de Israel para actuar a distancia, incluso de noche, y dar de pleno en un vehículo que se desplaza en carretera, asesine “por error” a los cuatro pequeños que se alejaban corriendo por la arena de la costa a plena luz del día. Hamad, de 13 años, hermano de dos de los muertos, y que sobrevivió a la masacre fue atendido por los periodistas. A su lado su hermano Yunis lloraba desconsolado y su madre Taghrid se preguntaba “cómo los palestinos no van a clamar venganza ante estos crímenes” de Israel. Dicen que el presidente israelí Shimon Peres pidió disculpas. Y que el mando militar afirma que “investigarán”. Es difícil suponer que esta acumulación de muertes, destrucción y crueldad, pueda dar lugar a una paz.
Invasión por tierra
El jueves, pocos minutos después de finalizar la tregua “humanitaria” de cinco horas para que los palestinos pudieran evacuar muertos y heridos, conseguir agua y algo de comida, otros tres niños, miembros de una misma familia fueron muertos al caer un misil israelí sobre el barrio de Zaitum. Una cuarta niña murió en otro ataque israelí sobre el campo de refugiados de Jan Yunis, una de las zonas más castigadas por los bombardeos.
Poco más tarde, los sectores más ultras del gobierno de Israel conseguían que el primer ministro Netanyahu se embarcara en una ofensiva terrestre. En términos militares esto implica que al menos cuatro brigadas de infantería, apoyadas por cientos de tanques y blindados comenzaron una incursión terrestre. El argumento principal es “destruir túneles de los terroristas”. Sin embargo, los primeros informes indican que el avance es de unos pocos cientos de metros y que los militares israelíes están utilizando fuego de artillería y tanques para “planchar” la zona y garantizar que no encontrarán resistencia. Un cable de la agencia alemana DPA indica que un hospital al sureste de la ciudad de Gaza quedó seriamente dañado tras ser atacado. Se deduce que no se trató de un error, porque la información indica que previamente hubo una llamada de advertencia del ejército israelí. Médicos y enfermeras pudieron evacuar a muchos pacientes, salvo un grupo de ellos afectados por parálisis. Otras avanzadas de infantería disparan contra edificios donde están situados medios de comunicación palestinos. Y desde helicópteros bombardearon la torre Al Dhauhara, en Gaza, resultando herido un fotógrafo. Las tropas israelíes también dispararon contra un edificio en el barrio de Rimal, hiriendo a varios trabajadores de una emisora de radio. Según medios independientes más de 20 civiles han resultado muertos en las últimas 12 horas, de los cuales 2 bebés y otros 7 menores. Con estas muertes, son ya 265 los palestinos fallecidos en los diez días de operación aérea israelí sobre Gaza, 58 de ellos niños y menores de edad. Y hay más de 2.000 heridos, muchos graves o con amputaciones. El mando militar israelí reconoció la muerte de un soldado, pero al parecer, según admitieron, alcanzado por “fuego amigo”.
Si todos los que debiendo hablar y actuar callan, será imposible detener esta lógica destructiva. Hay quienes se benefician alimentando esta espiral sin fin. “Plomo Fundido”, “Margen Protector”, una sucesión inacabable de matanzas. La solidaridad de los pueblos es la única reserva para que estas injusticias no continúen repitiéndose. Porque esa es la dinámica. Seguir destruyendo y matando.
Pero si han llegado hasta aquí en esta crónica que ha pretendido informar sobre la nueva agresión, puede que coincidan en que podría resumirse en estas pocas palabras recientemente publicadas por Eduardo Galeano…
(…)
Cómplices del genocidio por etapas
Lo que ocurre en Gaza no es una guerra, es una ocupación militar, es el genocidio por etapas de un pueblo que no tiene posibilidades de defenderse. Y eso sucede con la complicidad explícita de lo que pomposamente denominan “comunidad internacional”. Entre sus mejores representantes, el gobierno de Estados Unidos, que a través de John Kerry, secretario de estado, “aprobó la ofensiva terrestre”.
Y la canciller alemana, Angela Merkel, quien afirmó "ambas partes deben aceptar compromisos dolorosos pero estamos al lado de Israel en lo que afecta a la propia defensa". Ellos permiten y callan ante la matanza de Gaza como permitieron y callaron ante todas las anteriores. Estados Unidos salvando con su poder de veto en la ONU todas las resoluciones que en las últimas décadas han condenado al ocupante israelí. Lo demás, son cuentos…y como decía León Felipe “he visto que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre… ha inventado todos los cuentos. Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos y sé todos los cuentos”.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (Serpal)