Sobre la supuesta detención de Lucas Carrasco
Por José Cornejo
Luego de romper con sus aliados dentro del kirchnerismo, Lucas Carrasco devino un denunciador serial, una suerte de Guido Süller del periodismo político que ha llegado a acusar de pedófilos y cocainómanos a sus ex amigos. En este último capítulo, la detención de Carrasco duró algunas horas y no ha podido demostrar marcas o prueba alguna de la cruel tortura. Como Pedrito y el lobo, su palabra no vale nada.
Además, es público su consumo problemático con sustancias intoxicantes. Cualquiera que haya tenido la posibilidad de escucharlo (personalmente, en radio o en televisión) sabe que tiene problemas serios de adicciones. Es muy probable que la acusación policial de que estaba “alcoholizado y provocando disturbios” haya sido benevolente.
Ahora bien. Después de 12 años de kirchnerismo, las policías provinciales han emprolijado algunos de sus modales pero en su mayoría siguen constituyendo organizaciones cuasimafiosas que estampan la suela de su bota sobre los jóvenes de las barriadas. Lo que casi seguro no le ocurrió a Carrasco, sí le acontece a los pibes y hay que tomar nota de esto.
En síntesis: lo de Carrasco no debe ser verdad pero sí es verosímil. Será así mientras no podamos avanzar en reformas más profundas en las fuerzas de seguridad.