¿El FMI y EE.UU. apoyan al primer ministro de Grecia?
Por Gabriel Merino*
En este informe el FMI, apoyado por el gobierno norteamericano, marcó la necesidad de un tercer rescate a Grecia, cifrando los requerimientos de financiación del país en 51.900 millones de euros, de los que Europa debería aportar 36.000 millones.
Es decir, en este sentido y aunque sea crítico del gobierno griego, el FMI coincide con el punto de vista de Tsipras, que con dichos argumentos llamó a un referéndum popular para cambiar las relaciones de fuerza en la negociación y rechazar la profundización del ajuste. Varoufakis, el ex ministro de finanzas griego, utilizó dichas conclusiones del FMI para sostener sus propias posturas: “No me escuche a mí, que soy el ministro de Finanzas de un partido radical de izquierdas. Escuche al FMI”.
Podemos creer que el informe del FMI está hecho en base a criterios puramente académicos y/o lógicos; o que el FMI, Londres y el gobierno norteamericano se pusieron más buenos (lástima que no suceda en otras partes del mundo también), contra los más malos de Alemania.
Si ello nos cuesta creerlo, podemos pensar algunas razones por las cuales el FMI y el gobierno norteamericano adoptan dicha postura en relación al escenario geopolítico mundial, que no significa necesariamente un apoyo al gobierno de Tsipras, sino sobre todo una oposición a la estrategia alemana, aunque ello implique cierta coincidencia táctica con Syriza.
En primer lugar, hay una cuestión del plano geopolítico que a partir de la guerra civil en Ucrania ha pasado a ser fundamental. El enemigo de la OTAN bajo conducción angloamericana es la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS), encabezada por China y Rusia. Y Rusia ha tenido una histórica influencia sobre Europa del este. Grecia es la puerta de entrada europea a la región geoestratégica en donde hoy se está librando la puja por el poder mundial (la otra región es el Pacífico), conteniendo la mayor parte de las actuales once guerras que existen en el mundo.
Una Grecia fuertemente armada militarmente por la propia OTAN, acercándose a la órbita geopolítica de Rusia y China, el eje con el que se enfrenta principalmente el bloque de poder global angloamericano, es un escenario muy negativo. Los recientes llamados y muestras de solidaridad de Putin y Tsipras, junto al acuerdo para desarrollar un gasoducto, hacen prender las alarmas en Londres y Washington en pleno esfuerzo por domesticar al “oso ruso” y cercar a China. También, está en juego la influencia en la región de la ex Yugoslavia, pulverizada por la OTAN pero que en cuyos países existen fuertes lazos y una historia vinculada a la resistencia contra “occidente”.
También hay que recordar que para Brzezinski, el cerebro geopolítico de Obama, Rusia con Ucrania puede aspirar a ser un imperio y un enemigo fundamental de la OTAN mientras que sin Ucrania no. Y la disputa por Europa del Este, cuya coronación era una Ucrania alejada de Rusia, ahora comenzó a tambalearse e incluso puede revertirse con el acercamiento de Grecia y de Serbia.
En segundo lugar está el enfrentamiento del Bloque global angloamericano con Alemania y el avance del Estado Continental europeo bajo la órbita del euro. Este es un capítulo más del clásico enfrentamiento histórico de la city de Londres contra Berlín por la conducción de Europa. Francia parece dividirse entre las dos posiciones, perdiendo capacidad de influencia. La crisis de Ucrania fue potenciada por el bloque global angloamericano para romper la alianza entre Berlín y Moscú, las históricas potencias de tierra euroasiáticas, agudizando sus contradicciones por la influencia en el este de Europa. Ello acercó a Berlín a Londres y Washington. Sin embargo, el problema europeo continúa y se despliegan tres posiciones:
- la Europa continental bajo conducción alemana (y francesa en menor medida), del bloque euro y el Banco Central Europeo (con 19 países de los 28 de la Unión Europea), constituyendo un polo de poder mundial en un escenario de multipolaridad relativa.
- la Europa pretendida por el bloque global anglosajón: un área de libre comercio, desarticulada como Estado Continental, sin euro y sin Banco Central Europeo (o por lo menos más chica, sin expandirse) subordinada a Londres y Washington. Hoy estos intereses tampoco pueden tirar tanto de la soga como en 2009 y 2010, jugar tan fuerte a la crisis europea, ya que puede constituir un peligro por lo que referíamos en el punto uno.
- la Europa de los “pueblos”, es decir, de los sectores populares que comienzan a reaccionar frente a la crisis, construyen nuevas expresiones políticas y de a poco empiezan a establecer nuevas relaciones de fuerzas y a influir en las políticas de gobierno. Syriza es una expresión de ello.
En tercer lugar y en relación a dicho enfrentamiento entre la burguesía financiera alemana-europea continental (con su fortaleza en lo industrial-tecnológico) y las redes financieras angloamericanas y su control del dinero global, hay dos estrategias económicas en pugna.
Berlín desarrolla la estrategia del ajuste y los aumentos de productividad tratando de disciplinar a la periferia, aumentar la tasa de explotación y estar menos expuesto al poder financiero angloamericano, llevándose puesto a los trabajadores, los pueblos y el estado de bienestar europeo. La estrategia consiste en ajustar-ahorrar-invertir-aumentar la productividad-exportar- aumentar el superávit. Y expandir ello a toda la zona euro. Ello agudiza lo que los angloamericanos llaman “desequilibrios globales”, sigue planchando la demanda agregada y aumenta el poder económico de capital alemán junto a sus aliados.
Por otro lado, el bloque global angloamericano desarrolla una especie de “neokeynesianismo”, para aumentar la demanda global para atenuar la crisis global, expandir el control financiero de los territorios y evitar el acortamiento de la brecha de competitividad. (En este sentido, los neoconservadores del bloque americano están más cerca de los alemanes y también quieren desarrollar una estrategia de ajuste y, en todo caso, “keynesianismo militar”).
Para gran parte de los liberales angloamericanos, lo ideal sería que la crisis griega eche por tierra la estrategia alemana sobre Europa y debilite el euro, a la vez que no fortalezca una salida “populista”, como le llaman despectivamente a gobernar en base a los intereses populares. Y menos aun, que produzca un acercamiento de los griegos y la llamada periferia europea a sus enemigos geopolíticos. Tremendo dilema en el que se encuentran.
Para el tesoro norteamericano, el FMI y Londres puede ser positivo un tercer rescate incluido una quita y refinanciación de la deuda griega. Ello debilita al BCE y a los acreedores europeos al mismo tiempo que sigue haciendo girar la maquinaria infernal del endeudamiento global, que expande el poder financiero. Además, hay que mantener a Grecia dentro de la OTAN y la UE.
En este sentido hay cierta confluencia táctica entre las posiciones de Tsipras que golpea sobre Alemania y su estrategia, con Londres, el FMI y Estados Unidos bajo conducción demócrata. Aunque expresen diferencias estratégicas y con el triunfo del NO al ajuste se fortalezcan las fuerzas populares. Quizás ello haga revisar el juego del FMI.
*Docente e investigador Cish - UNLP - Conicet. Director del Cefipes.