Soy entrerriana gualeguaycera

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Soy entrerriana gualeguaycera

08 Mayo 2016

Por Josefina Figueroa

Hace un par de días pienso quiénes somos los entrerrianos. Y la verdad no es tan fácil definirse cuando muchas veces es en el contraste donde aparecen los tonos de las palabras, los acentos y los modos de llamar las cosas, digamo. El prototipo de entrerriano suele encarnar en la figura de gaucho y éste también, en algunos personajes resurgentes de conflictos sociales que fogoneados por los medios han llegado allá arriba, a lo más alto, digamo. Porque el entrerriano es un tipo buenaso, digamo, tranquilo, simpaticón. Y no está mal, porque es cierto lo que dicen de “panzas verdes” y de que manducamos “eses” a lo loco. Pero acá tenés a otra entrerriana, y convencida de que las representaciones son imaginarios, recortados, y como tales, merecen una ampliación, digamo.

Juan José Manauta, fue un escritor y poeta gualeyo antes que argentino. En una de sus últimas entrevistas dijo “No podría dar una definición exacta sobre mi persona. Uno siempre se está buscando a sí mismo, porque es la única manera que tenemos para aprender sobre nuestros pares. Lo único que marca el fin de esa búsqueda es la muerte”. Este gran hombre hablaba en sus obras, de “tierras blancas” erosionadas por el agua del río. También del mate como consuelo para el hambre. El hambre de los campesinos, hombres y mujeres de las chacras que por esa época sólo aparecían en el centro para votar. Y no es que hoy no existan. Siguen alejados de la ciudad y tendrán otra verdad para contar. Eso sí, todos los gualeyos, vimos alguna vez el sol de la mañana reflejándose en el río, digamos. Y vaya cosa maravillosa.

Lo que intento decir es que nuestra identidad es un montón de palabras, imágenes, valores y significados que, pese al tiempo histórico y una experiencia personal, nos habilitan decir orgullosos ¡Yo soy esto, gurí!, ¡vengo de allá!.

A diferencia de aquel gran entrerriano, cuando me preguntan por mi lugar de origen yo puedo hablar de lo linda que está mi ciudad, de sus veredas angostastitas y sus casas bajitas. De la tranquilidad de la siesta, de la solapa, de la joda que es el carnaval, de los personajes eternos, de las motos. Puedo distinguir un tipo de pobreza, diferente a la de Buenos Aires. Quizá por estar más prendida a la naturaleza, digamo. La pobreza en los ranchos, y calles de tierra. También la de la ciudad y la falta de conciencia social.

En fin, soy entrerriana, gualeguaycera. Conozco a ese o aquel ''guri'', digo algún que otro ''bolazo'' de vez en cuando. Puedo ser un poco ''repunante'' cuando no conozco y al mismo tiempo ser amiga de algún que otro porteño, de algún chaqueño, colombiano o formoseño. Y eso de conocer a “dios y medio mundo” es porque los entrerrianos vamos ''pa´ya'' y venimos ''pa´ca'' buscando caminos diferentes aunque nos parezca a veces que nada tiene ''goyete''.