Crónica de viaje: Holbox (marzo, 2016)
Por Carla Repetto
Marzo, 2016. Holbox.
Tenía razón Francesco. Acá en el cielo se ve todo. Ante todo, es gigante, interminable. Con estrellas y sin ellas, con colores fluorescentes y ausente de todos ellos. Ayer, Mark, el señor del hostel médico y de Washington, me dio una clase de astrología en el muelle.
La Luna estaba partida al medio, rodeada de constelaciones y luces titilando. Me enseñó a Júpiter y yo pensé que era Venus. También aprendí a ver a Marte.
Me acordé de la primera vez que vi el Cinturón de Orión. Me acordé de todo eso también. Sí, todo eso. Teorías de luz y fuerza, velocidad y cuerpos, materia. Física y Química.
Me sentí en el colegio, no entendí mucho. Traté de seguir sus manos y dedos apuntando nuevas luces, llamándolas por sus nombres, mientras yo, sin poder entender por qué les dicen así, trataba de descubrir por qué usaron esos nombres.
Quise arrebatarles la identidad y que todo fuese mentira. Quise armar mis propias constelaciones, imaginar nuevos bichos, nombres, hombres y mujeres, historias. Me imaginé a los viejos marineros, a los jóvenes de la tripulación, a todos los amantes de las fábulas, a ellas y a ellos, los vi a todos creando sus propias historias.
Yo también quise adivinar colores en el espacio. Buscar el verde, el azul y el rojo. Re-descubrir el amarillo y decir que la luna es color manteca.
Volví a la Teoría de la Relatividad y me ahogué en el espacio, me zambullí en el mar de pies a cabeza, quise tener vino en la sangre.
Nunca tuve tan cerca el mar. Casi en los pies cada vez que bajo de la cama.
Mi pieza está llena de arena fina y gomosa, como arcilla.
Se me escurre desde el crecimiento del pelo
hasta la frente,
aterriza por las pestañas
y llueve por mis ojos,
cae,
campante en mi bozo
se disuelve en el aire
cual paracaidista arrojándose al abismo.
Desaparece.
Solo queda la unión del cielo y el mar.
El horizonte.
En el centro de una bola navideña de las que uno agita y cae nieve,
como en el centro de una media esfera que me encierra,
entendí la unión de estas,
es lo único que veo.
Entendí la perspectiva.
Cada noche, todas las mañanas, todas las tardes.
Veo solo eso.
Palos y troncos desubicados en el mapa.
No entendieron la geografía y crecen en cualquier lado.
Hay piedras y caracoles gigantes,
caparazones de bichos caramelizados, más grandes que mis pies juntos.
Me acerco y los mido.
Son definitivamente más grandes,
me podrían lastimar.
Pantanos también hay.
Algas de colores raros,
marrón oscuro,
verde fluorescente, como el de los resaltadores,
rosa viejo, como el de las mantas de Isabel.
Palmeras, arbustos, flores y algún que otro árbol.
Mucho verde bajito.
Enano.
Blog de Carla Repetto: carlabelenrepetto.tumblr.com - Foto: Magalí Costa: magalicosta.tumblr.com