Informe Chilcot: la verdad “oficial” llega tarde

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Informe Chilcot: la verdad “oficial” llega tarde

08 Julio 2016

Por Carlos Iaquinandi Castro (*)       

 "El mundo va a ser cada vez más peligroso,

 no porque haya cada vez más gente mala,

 sino porque cada vez hay más gente que mira y no hace nada”.

 Albert Einstein.

Tras siete años de investigaciones y testimonios, el informe John Chilcot en el Reino Unido llega a conclusiones que casi todos conocíamos. Y que, en su día, millones de personas en todo el mundo denunciaron en las calles de las principales ciudades del planeta: la invasión a Irak no tenía fundamentos y fue producto de una trama urdida mucho antes por George W. Bush y Tony Blair y a la que luego se apuntó José María Aznar como “actor secundario”.

El informe (más de dos millones de palabras, ver completo aquí) confirma que aquellos reclamos ciudadanos llevaban más certezas que las de los estrategas de los búnkers blindados y de los despachos oficiales. Pero si lo valoramos con serenidad, se nos atraganta la magnitud del horror. ¿Somos conscientes de los millares de muertos, de la destrucción de un país, de sus infraestructuras, y de su cultura que ocasionó esa invasión?  Ex profeso se inventaron informes, se trucaron imágenes, y se armó una campaña internacional para sostener falsos argumentos que avalaran una intervención militar. Todo eso, intentando justificar la inútil búsqueda de “armas de destrucción masiva” que nunca existieron.

Los invasores destruyeron  un país que trece años después, está desarticulado, sumido en el caos y el terrorismo y atravesado por luchas de grupos religiosos. No solo eso. Fue el comienzo de una lista de intervenciones militares que han provocado similares consecuencias en Afganistán, Libia, Somalía, Yemen o Siria -entre otros países- creando una creciente inestabilidad geopolítica y provocando millones de refugiados, la cifra más alta desde fines de la segunda guerra mundial.

El informe denuncia el sinsentido de la decisión de Blair. “Sin novedad en el frente”, para la mayoría de nosotros. Lo sabíamos. Pero no olvidemos que aquella barbarie tuvo tres “puntales”: Bush, Blair y Aznar. Los familiares de 179 militares británicos muertos en aquella “guerra” anunciaron que piensan hacer una demanda judicial. ¿Y quién demandará y a quiénes por los cientos de miles de hombres, mujeres y niños que murieron y que mueren en estas guerras que sólo pretenden objetivos de poder, de control de materias primas, de influencia estratégica?  Desgraciadamente, la Vida, el transcurrir de la humanidad, no es una  “moviola” que pueda retrocederse a voluntad. La verdad “oficial”  llega tarde.  Aquella invasión no fue un error. Fue un horror. Y sus consecuencias nos siguen alcanzando.

 

(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL).