Concluyó el Foro Social Mundial de Montreal
Por Sergio Ferrari
Tan pronto concluido el 14 de agosto el duodécimo Foro Social Mundial –el primero realizado en un país del “norte desarrollado”-, se abre ya el proceso de reflexión y debate sobre el futuro. Los cuestionamientos, aportes e hipótesis sobre éste que en los últimos quince años se convirtió en el principal espacio auto-convocado de la sociedad civil internacional. Y aun más, las preguntas sobre el estado de salud del movimiento altermundialista internacional, lo que implica también interrogarse sobre la fuerza actual real de los movimientos sociales que lo sustentan.
Montreal, una realidad
“Se respiró una atmósfera diferente que en los foros precedentes. Seguro que no se vio la gran diversidad cultural de Mumbai en 2004, (NdR: con más de 80 mil participantes), ni siquiera la urgencia de la participación de Túnez en 2013 (60 mil participantes), cuando fue organizado en un país en plena primavera árabe”, analiza Andrea Tognina, del equipo de comunicación de UNIA, la principal central sindical suiza.
Sin embargo, continúa, no se puede negar que un FSM convocado en un país industrializado permite desnudar y hacer visible que los problemas resultantes de este sistema económico hegemónico no golpean solo al Sur sino que son globales. Sin menospreciar, confirma Tognina –que integró una delegación de doce personas de su sindicato- la riqueza de la presencia de canadienses y norteamericanos, muchos de ellos jóvenes. Y la intensa actividad de centenares de benévolos que hicieron posible la realización de un FSM con una organización casi perfecta.
“Sin duda, es la primera edición que no conoció problemas organizativos. El programa de actividades estaba circulando una semana antes del inicio. Un logro logístico-organizativo enorme”, enfatiza por su parte Markus Brun, responsable de Programa Sur de Acción Cuaresmal de Católicos Suizos, que está presente, a través de su plataforma internacional, en el Consejo Internacional, la instancia facilitadora del FSM.
Brun rescata no solo “el buen funcionamiento del evento”, sino también la misma metodología del mismo. Con talleres, con asambleas de convergencia, con el Ágora de Iniciativas por un Mundo Mejor –un espacio innovador con respeto a encuentros anteriores, el sábado 13 de agosto, que permitió sintetizar propuestas y calendarios de movilizaciones futuras. Y con la vuelta a las Conferencias centrales temáticas, una fórmula de éxito en las primeras ediciones y luego abandonada. “Por ejemplo, la conferencia sobre los paraísos fiscales estaba abarrotada de gente”, subraya.
¿Organización excelente versus participación masiva?, preguntamos. “Es una pregunta clave. Canadá mantuvo una política de otorgamiento de visas muy restrictiva, especialmente a los representantes de países africanos y latinoamericanos. Lo que, obviamente, conspiró contra la mayor asistencia”, subraya el militante asociativo helvético, presente en casi todos los foros desde sus primeras ediciones.
Según diversas fuentes, no más de mil personas, provinieron de países del “sur”. Una proporción mínima sobre el total de 35 mil. Realidad que se convirtió en un dolor de cabeza para el Colectivo de Organización local que hizo lo más posible por destrabar esta política migratoria restrictiva sin lograrlo-. Y de indignación para muchas delegaciones, particularmente latinoamericanas y africanas. No faltaron algunas voces, incluso, de delegados africanos, que se autocritican de no haber convocado a un boicot abierto contra el viaje a Canadá en solidaridad con los ausentes por trabas migratorias.
“Fue positivo. Hay que seguir soñando…”
“Fue un Foro Social Mundial muy positivo e importante”, sintetiza en diálogo telefónico, Carminda Mac Lorin, del Colectivo de Organización y una de las caras más mediáticas de esta edición canadiense. “Incluso el gran problema que tuvimos con las visas, aunque fue una realidad triste y penosa, permitió hacer visible este tema, y muchos lo entendieron mejor”.
“Logramos poner en el debate público nacional e internacional las dramáticas restricciones para la circulación de las personas, la crisis para moverse, lo que atenta contra una libertad fundamental del ser humano”, explica Mac Lorin.
Quien reivindica como exitosa la presencia de más de 35 mil participantes provenientes de 125 países. “Hay que recordar que Canadá cuenta sólo con 36 millones de habitantes. Proporcionalmente lo que logramos movilizar es muy importante. No se puede comparar con los foros multitudinarios de Brasil, un país-continente con casi 200 millones de habitantes”, explica.
En cuanto a los aspectos más positivos del FSM 2016, “pienso que hemos logrado reafirmar la importancia de la solidaridad internacional Norte-Sur-Norte. Fue evidente que para la gente aquí esta solidaridad es un valor clave y muy reconocido”.
No menos destacado –en cuanto a hechos fácticos- la trascendencia de la movilización de apertura del martes 9 de agosto, enfatiza. “Se vio no solo una excelente participación, sino también el aporte esencial de artistas”. Sin subestimar otras riquezas político- sociológicas que marcaron a la edición canadiense: la participación de diferentes culturas políticas; la mezcla de las diversas generaciones; la convocatoria a variados actores del movimiento ciudadano.
Remarcable también la calidad de los contenidos debatidos y la apertura para tratarlos, subraya. “Temas de gran actualidad y trascendencia para nuestras prácticas”, como migraciones y militarización; ecología: tratados de libre comercio; desconstrucción de los mercados financieros; comercio justo; derecho a la vivienda; cooperación y solidaridad; participación ciudadana; derecho de comunicación y medios de comunicación libres, por citar solo algunos.
En cuanto al futuro, “quedan pendientes numerosos desafíos para el movimiento altermundialista. Aunque tengo la impresión que protagonizamos algo muy nuevo y fresco. Ojalá que lo que aportó Montreal pueda inspirar, renovar y reforzar esta dinámica internacional que es fundamental”, subraya Carminda Mac Lorin.
Es un desafío mundial esencial, enfatiza, “contar con plataformas y espacios donde la gente, los movimientos, las redes, las campañas, puedan encontrarse, dialogar. Nos queda la certeza que con unidad, con perseverancia y paciencia se pudo lograr un FSM que al inicio era improbable y pada el que contamos con muy escasos recursos. Era algo gigantesco y lo logramos. Creímos en el cambio, en la implicación activa de todos. Nos toca a todos seguir apropiándonos de un poder social que le pertenece, sin duda alguna, a la sociedad civil mundial y sus movimientos”.
Sobre una próxima edición, preguntamos a manera de síntesis a la joven militante altermundialista canadiense de raíces también latinoamericanas. “No se habló nada al respecto. En este momento el Consejo Internacional del FSM está reunido pero para evaluar su propia reestructuración. Por el momento no ha habido ninguna propuesta o candidatura de un país que quiera organizar la próxima edición”, concluye.
¿El futuro del FSM?
La distancia y el tiempo indicarán su verdadera salud. En una etapa de la historia mundial -y en particular latinoamericana- muy diferente al 2001 en la que se dio el nacimiento espontáneo del Foro Social Mundial.
Lejos van quedando los gobiernos progresistas de peso en la región que lo vio nacer. Las primaveras árabes de una década más tarde, parecen también haberse desvanecido. El debate civilizatorio sobre la guerra y las invasiones militares (Irak, 2003) da paso a un tema igual de grave pero de otra dimensión, donde se involucra el terrorismo descentralizado, con claves más confusas de interpretación.
En este contexto el futuro del Foro Social Mundial está lleno de preguntas. Algunos pretendieron verle muerto y enterrado en Montreal. Las críticas fueron frontales: “¿Porqué el FSM no se pronunció contra el golpe parlamentario en Brasil contra Dilma Rousseff?, interrogaron algunos.
Un espacio como el FSM no tiene una voz única. Nadie puede hablar políticamente en nombre de todos los actores que participan en el mismo. Sería condenar al FSM si se le obligara a tomar posiciones políticas sobre cada tema esencial de la realidad política-institucional. No es al FSM de hacerlo, sino los actores sociales que lo integran, responden los otros.
Al margen de esta polémica política, históricamente existente dentro del FSM desde su propio nacimiento, hablar de la salud del FSM implica, esencialmente, diagnosticar el estado de cada actor que lo integra. En particular los grandes movimientos sociales, redes y plataformas internacionales. ¿O acaso es más “responsable” el FSM por no haberse pronunciado contra el golpe parlamentario en Brasil que los propios movimientos sociales brasileros que debido a una correlación de fuerzas desfavorable no pudieron impedirlo?
(*) Sergio Ferrari, colaboración de prensa de UNITE, Asociación suiza para el intercambio de personas en la cooperación.