La suerte de la fea: la búsqueda del deseo
Por Analía Ávila
La sala del teatro Timbre 4 es cálida y pequeña; el escenario está montado en una esquina con cortinas rojas, un balcón bajo, una vitrola y discos de vinilo. Cerca del público y en penumbras el músico Fede Berthet comienza a tocar la viola. Cuando Luciana Dulitzky sale a escena en la piel de Viola, hasta el mínimo detalle se potencia. El exquisito monólogo logra que los espectadores viajen al Buenos Aires de los años veinte, donde eran frecuentes los bares con atracciones para el público masculino. Las orquestas de señoritas estaban formadas por mujeres bellas y sensuales que se balanceaban al compás de la música de sus instrumentos. Pero ellas eran las figurantas, en realidad no tocaban, sólo hacían la mímica de la ejecución. Las verdaderas músicas tocaban escondidas en el foso, porque no tenían la juventud o los atributos necesarios para estar en escena. Esta es la historia de una de esas “feas”, de su frustración, talento, deseo y de su tragedia.
Luciana se formó como actriz con los maestros Juan Carlos Gené, Verónica Oddó, Ricardo Bartís, Lorenzo Quinteros y Alejandro Catalán. Su presencia en el escenario es magnética; hipnotiza con su mirada, los distintos matices de su voz, su dicción perfecta y la actitud corporal. El texto de Mauricio Kartun no es sencillo pero la actriz se lo apropia y parece escrito para que ella lo interprete. “Fue contundente lo que me ocurrió con la primera lectura de la obra. Necesitaba de cada palabra y no me sobraba ninguna. Cuando terminé de leerla me ardían las orejas. Era pleno invierno y yo estaba incendiada de calor. Fue un encuentro potente, honesto, intenso con el material, pero también conmigo. Fue la primera vez que como actriz afirmé como si se tratara de una revelación: “Es esto”. Acto seguido sentí euforia”, confiesa la actriz.
La suerte de la fea se estrenó por primera vez en agosto de 2016 bajo la dirección de Paula Ransenberg y con la aprobación de Kartun. Dulitzky revela cómo fue el encuentro con el dramaturgo: “Es el privilegio de reunirse con un maestro generoso que te habla y escucha como a un amigo. Yo le había insistido irreverente por teléfono que ese texto y yo “nos habíamos encontrado” y que me merecía eventualmente un no en la cara tras haber visto algo. Y no sé si por intriga o cansancio accedió a que le mostremos el trabajo alcanzado en dos meses. Le gustó, se involucró y soltó el anhelo de estrenarla poniéndose la camiseta. Despejó dudas específicas y nos sugirió reforzar determinados momentos del relato. Lo hizo como un compinche, con respeto, amor y fe en nosotros. Un privilegio, un regalo.”
En palabras del historiador teatral Jorge Dubatti, en Kartun la imagen dramática contiene conflicto, a partir de la idea ancestral de que el teatro es una ceremonia de violencia. En La suerte de la fea la historia va in crescendo, la risa se transforma en mueca, lo hilarante en patético, hasta llegar a un final trágico que sorprende. El deseo recorre todo el monólogo; el deseo de la protagonista de ser mirada, el deseo que su música despierta en los hombres, la pregunta acerca de qué es el deseo. Las miradas y los gestos de Luciana potencian el erotismo de la historia; en la voz de Viola proclama: “Yo misma explotaba allí cada día igual que ellos. Dos. Tres veces. Allí abajo. Sola en el foso pero sintiéndolos montársela allí arriba. A mi música. Abrirla con sus manos callosas y entrar en ella. Disfrutando porque ellos disfrutaban. ¿Será que es eso el deseo? Desear por ser deseado, digo… ¿Será que es eso…?”
La marcación de la directora fue fundamental: “Con Paula el trabajo fue sumamente fluido. Primero trabajamos en grandes bloques el texto, explorando lo que ocurría en las diferentes situaciones. Ensayo tras ensayo agregábamos más bloques y ella iba rescatando de las pasadas los distintos aspectos que comenzaron a delinear cada vez más a fondo el personaje, los puntos fuertes donde poder apoyarme. Luego cuidaba que yo no los perdiera por los propios vicios actorales e, hilando cada vez más fino, iba nombrando gestos que me surgían, para apropiarlos. Por otro lado invitó a Fede Berthet que se sumó a los ensayos y comenzó a “sonar” lo que veía. Eso generó una alquimia que nos alimentó a los tres. El erotismo surgió inevitablemente de la riqueza del lenguaje de texto y de las imágenes, que me hechizaron”, detalla Dulitzky.
Consultada por sus planes Luciana cuenta: “Para el próximo año este es hasta ahora mi proyecto. También conseguir trabajo como actriz en cine, tele y teatro. Durante 15 años me gané la vida como cocinera independiente, un trabajo que amé pero muy tracción a sangre que me tomó muchísimo tiempo y energía creativa. La llegada de mi hija me habilitó a soltarlo para elegir saldar conmigo la deuda de poner todos los huevos en la canasta de la actriz. Esta obra es mi primer estreno en esa condición libre y mi proyecto es sostener ese deseo”.
Las funciones de La suerte de la fea vuelven el 19 de febrero, irán los domingos a las 17 y a las 19 horas en la sala chica del teatro Timbre 4, en Boedo 640. Las entradas se podrán comprar online en Alternativa Teatral o en la página del teatro. El consejo es que esta vez reserven con tiempo, no se la pierdan.