“Nosotras estamos dando la pelea en la calle”
Por María Soledad Allende
Agencia Paco Urondo: ¿En qué momento de tu recorrido político te empezaron a interesar las cuestiones de género?
Patricia Iribarne: Yo soy maestra jardinera, ejercí muy poco, siempre me gustó el tema del trabajo social con los chicos, poder ayudar, dar una mano. En el peor momento del país, en los ‘90, hasta el 2003, me fui abocando al trabajo social, armando comisiones, juntándome con las mujeres de los barrios, interesándome por la problemática de las mamás de los chicos, y así me fui metiendo cada día un poquito más.
Yo tenía un marido joven, de 35 años que no tenía trabajo, salió lo del trueque, íbamos al trueque para poder vivir, eso no alcanzaba, los pibes tenían cada vez más hambre, armamos una comisión con las mamás y primero armamos un roperito comunitario, empezamos a coser y teníamos una copa de leche, y después a través de la necesidad armamos un comedor, y a meterme más de lleno en la problemática de género.
Entonces empezamos a trabajar desde ahí, con la escuela, con la salita, convocar a la madre para explicarle, era duro. Porque a veces la nena venia y te decía: “Pato, yo estoy siendo abusada por el hermano de mi papá. Pato, a mí mi viejo me manosea, tengo miedo de decírselo a mi mamá, y si se lo digo mi vieja no me va a creer”.
Entonces, ahí me empecé a meter cada día más en el trabajo de cómo me podía preparar y formar más para dar una mano en estos casos.
Lo hicimos, armamos con la Universidad de Quilmes cursos de violencia de género, nos capacitábamos en trabajos territoriales, nos fuimos formando las compañeras para poder llevar una respuesta. Trabajar con la Comisaria de la Mujer. Muchas veces nos pasaba que las compañeras venían golpeadas, y nosotras le buscábamos una solución. Íbamos a la casa, y la compañera, al no tener independencia económica, se quedaba en la casa, por miedo a la represión de su compañero. También nos pasaba que, a veces, era en vano todo lo que podíamos hacer. Era como que avanzamos y después retrocedíamos.
Es el Estado el que te tiene que dar respuesta ante estas cosas, nosotras lo que podemos hacer como compañeras es prevención, ahora la verdad que acá en muchos casos también hubo un Estado ausente.
APU: Existen momentos de avance y momentos de retroceso en la conquista de derechos en general y de las mujeres en particular. ¿Cómo relacionás esto con la situación de las mujeres?
PI: Yo era una mujer de su casa, una mujer que ayudaba a su marido a que no nos caguemos de hambre el grupo familiar, con cuatro pibes. Y así nos pasaba a todo el grupo de mujeres que estábamos juntas. Lo que sabía hacer por ahí era ir al trabajo, revolver una olla, no tenía expresión, no sabía hablar, me daba vergüenza. No me veía como mujer, me veía solamente como mamá, que tenía responsabilidades de criar a mis hijos, de llevarlos a la escuela y de que mi marido traiga la comida todos los días a la mesa. Yo no sabía que podía un montón de cosas, que como mujer y como persona, yo podía ser libre también, y no estar sometida. Viví y sufrí también la violencia de género, por eso siempre lo remarco en las charlas y en las asambleas, yo no sufrí maltrato físico, sí sufrí mucho el maltrato psicológico. Yo no era lo que el padre de mis hijos decía, yo me di cuenta que me pude formar, que pude aprender, que todos los días puedo aprender algo nuevo, que estoy dispuesta a escuchar, que levanté la cabeza, que puedo mirarte a los ojos, cuando yo era una compañera que solo miraba el piso.
Todos esos derechos que adquirí y que conquistamos, fueron durante los años que tuvimos una presidenta mujer. Yo ahí fui libre, pude trabajar, tuve independencia económica y dejar de sufrir maltrato, emprendí una nueva vida, me formé, empecé a militar para las compañeras. Entendí que esto que yo estaba haciendo era asistencialismo, y empecé a trabajar por laburo digno para las madres de los chicos. Y que ellas se vean como mujer, como trabajadora. Que ellas también podían tener independencia económica, por más que vivan al costado del arroyo, no éramos más ni menos que nadie, simplemente éramos mujeres que teníamos derechos. Y que la mujer que está en su casa, atendiendo a su compañero y a sus hijos también es una trabajadora. Así empezamos a pelear por todo eso desde la CTEP. Cuando empecé a entender, me sumé a una organización política desde mi trabajo social.
En los ’90, las mujeres nos quedábamos trabajando, y los hombres iban a hacer la cola en el trueque para poder comer, cambiábamos las zapatillas gastadas por acelga para poder hacer una tarta, o por harina para poder amasar una torta frita. Así hasta el 2001.
En el 2005, me sumo al Movimiento Evita, a pelear por trabajo digno, no para pedir un plato de comida para los pibes. Ahí empecé a meterme en lo político, me empecé a formar, empecé a leer, empecé a trabajar.
En el 2010-2011 se arma la CTEP, nosotras éramos cuatro locas. Cuatro compañeras, de distintos distritos, junto conmigo. Estaba Cristina todavía en el gobierno. Y ésta era la herramienta: si a nosotros nos iba mal, nos iba a sostener para luchar por los que menos tienen, por los compañeros de la Economía Popular, para poder salir a la calle. Perdimos una batalla, no la guerra, y nos aferramos a esta herramienta.
APU: ¿Pensás que hay un recrudecimiento de la violencia hacia las mujeres, o que es más visible?
PI: A veces charlamos con las compañeras en las asambleas, que me da miedo lo que sale en la tele, sin nombrar el femicidio, porque vos escuchás que a una la mataron de 18 puñaladas, y a las dos días aparece que uno la mató de 20, es un efecto hasta dominó si se quiere. Eso es lo que se ve. Y también hay otros casos que no se ven.
Nosotros como tenemos mucho trabajo social y territorial, estamos al tanto de lo que está pasando en lo que tiene que ver con el femicidio. Y más allá de que esté al tanto, nuestra organización entiende que la mujer hoy tiene un rol importante, más allá del femicidio. Hoy nosotras podemos discutir política, podemos tener derecho al trabajo igual que el hombre, peleamos por trabajo digno, podemos ser madre y padre, queremos caminar a la par. Si tuvimos una presidenta mujer, tenemos mujeres como Milagro Sala que le dieron derechos al que menos tiene, tenemos muchísimas mujeres como para dar ejemplo.
APU: ¿Qué rol tiene el movimiento de mujeres en la resistencia al neoliberalismo?
PI: Más allá que nosotros ahora estamos en un gobierno que piensa para los que más tienen, tratamos de seguir consiguiendo cosas para los compañeros, para nuestras cooperativas de trabajo, las compañeras que están en las cooperativas de vivienda, que construyen sus casas y las reparten, las que están en la Argentina Trabaja, que cobran 4000 pesos, las PTA, las compañeras de las textiles. Hoy nosotros estamos luchando para tener un registro en el ministerio de trabajo, para que las compañeras puedan tener un salario social complementario. Para que las compañeras puedan tener un sueldo digno, y que se las reconozca como trabajadoras, que tengamos los mismos derechos que un trabajador formal, que tengamos los mismos derechos que tiene un hombre. Hoy nuestras compañeras son el 70% de las cooperativas de trabajo, que por ahí el marido tenía una changa, hoy ese compañero perdió hasta la changa, y a nosotras hoy el Argentina Trabaja no nos alcanza. Por eso es que estamos en la calle, por eso nuestra pelea es plantear la Emergencia Social.
APU: ¿Cómo impactó al interior de la organización la convocatoria al 8M?
PI: Esto, en la organización, nos da lugar como mujer, que eso es importante, que muchos de los compañeros que tienen la responsabilidad nacional son hombres, pero se tomó una decisión desde la mesa nacional de dar más participación a las mujeres. Nosotras valoramos eso.
Nos están quitando el derecho a vivir, nosotras tenemos derecho a ser libres, el que vos tengas un compañero al lado no quiere decir que él sea dueño de tu vida. Por eso la compañera Patricia Cubría presentó un proyecto en la cámara, esto con respecto a la ley de Emergencia en Violencia, y que va a contar con 30.000 promotoras en prevención ante la violencia de género. Porque nosotras, todo esto del niunamenos, que armamos asambleas y nos juntamos las mujeres, lo armamos después de que ocurre el femicidio; tenemos que prevenir antes de que pase el femicidio, tenemos que trabajar en la salita, en los barrios en la sociedad de fomento en la escuela. Hoy el grado más grave de femicidio está pasando en adolescentes. Vos viste en los diarios y en la tele, el caso de estas cuatro adolescentes, dos adolescentes muertas, y dos adolescentes internadas, con una saña, 6 tiros una y 9 tiros la otra. Nos quieren matar, nos quieren hacer mierda. Somos mujeres y tenemos derecho a vivir, muchas somos madre y padre, a nosotras nos matan y nuestros hijos quedan sin nada, porque somos todo el sostén que tienen nuestros hijos en la casa. Entonces, ante eso también estamos peleando, alguna ley tiene que amparar a los chicos que queden con un subsidio, con un salario, con algo, porque, sino, cómo vive ese chico, cómo es criado ese chico. Esta pelea la estamos dando ante un gobierno neoliberal, ante un gobierno que no tiene política ante la violencia de género; todo nos va a costar el doble. Nosotras estamos dando la pelea como movimiento, como mujer, en la calle, porque la herramienta es la calle, por eso nuestra organización acompaña esto, acompaña un 100% lo que nosotras estamos haciendo. Nuestra organización es parte del frente de mujeres, porque ve que la situación es más aguda en los barrios de lo que sale a la luz.